Lauren's POV
Al volver al campus, me mantuve pensando en lo que Emili había dicho sobre Camila. Las señales estaban claras frente a mis ojos, pero de todas maneras, yo tenía miedo de apresurarme y malinterpretar todo. Tal vez Camila solo quería que nos lleváramos bien, para hacer la convivencia menos difícil... o tal vez era su manera de mostrarme que estaba ahí.
Cualquiera fuese su mensaje, no iba a presionarla. Solo iba a seguirle la corriente, y que pasara lo que tuviese que pasar.
Una semana después, me encontraba recostada en el sofá de la sala, mientras leía un libro y Camila preparaba brownies. La primera vez que los había hecho, se le habían pegado al molde; la segunda se le habían quemado y en la tercera estaban muy salados. Decir que tenía miedo de probarlos esta vez, era subestimarme, porque en realidad estaba aterrada de ver con qué cosa salía.
— En cinco minutos están— anunció Camila, saliendo de la cocina con un delantal y una sonrisa.
— Quiero terminar mi libro antes de morir— dije, de manera dramática. Camila rio nasalmente y se quitó el delantal. Se sentó en el sofá, y colocó mis piernas en su regazo.
No sabía cuál había sido el momento exacto en el que la confianza para tocarnos sin razón aparente había vuelto, pero ninguna de las dos se quejaba. Y yo no sería la primera. Me gustaba esta versión despreocupada de nosotras, que nunca había experimentado.
— Lauren— me llamó Camila, con una risita—. ¿Qué haces leyendo un libro de unicornios?
— Es muy bueno, qué te pasa— objeté, indignada.
— Es para niños de cinco años...
— ¿Y cuál es el problema? Por lo menos así estoy segura de que voy a entender todas las palabras. — Me encogí de hombros.
— Aunque tampoco es como que tu mente está muy alejada de la de un niño de cinco años...
— Tú cállate. Mejor anda a sacar los brownies del horno antes de que se te quemen— la callé, fingiendo estar enojada. Camila soltó una risa, y se levantó para ir a buscar su creación. Esta vez, a diferencia de las otras, olían bastante bien y tenían buen aspecto.
Camila los cortó en trozos, y los sacó del molde para colocarlos en una bandeja. Extendí mi brazo, para tomar uno, pero ella me quitó la mano.
— Están calientes— me regañó.
— Si, mamá. — Rodé los ojos.
El teléfono de Camila comenzó a sonar, y ella me hizo un gesto con la cabeza de que atendiera, porque tenía las manos ocupadas. Era Alejandro.
— Hola, ¿cómo estás? — lo saludé. Camila me miró, y musité 'tu papá', tapando el teléfono para que el no escuchara.
— Bien... ¿Está Camila contigo?
— Si, pero tiene las manos sucias. — Camila ensanchó la mira y comenzó a reírse. Me tomó cinco segundos entender el doble sentido de la oración—. Te la pongo en altavoz.
— Hola, papá— saludó Camila.
— ¿Cómo estas, hija? ¿Qué tal las clases? ¿La universidad?
— Bien, bien. Todo es genial... Suelta eso— me reprendió Camila, al ver que yo estaba intentando agarra un brownie de nuevo.
— ¿Y tú, Lauren?
— También, me gusta muchísimo la carrera.
Camila sonrió, y fijó su mirada con la mía. Segundos después, bajó hasta mis labios, y volvió a sonreír. Sentí como de manera inconsciente, correspondía el gesto y pronto, las dos estábamos sonriéndonos como idiotas sin ninguna razón.
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here; camren
RomanceSECUELA DE GONE. Cuando somos niños y aprendemos a caminar, parecemos estar inconformes con eso. No queremos dar pequeños pasos o que alguien nos lleve de la mano, no, queremos hacer mucho mas. Y es por ello que empezamos a correr. Corremos...