Capitulo 7

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Lauren's POV

— ¿Tienes un rizador?— me preguntó Emili. Las dos estábamos en mi apartamento, mientras nos arreglábamos para ir a una fiesta a la que ella había sido invitada.

Este era su tercer año en la universidad, y Emili era bastante popular. Se juntaba con distintos grupos de personas, que con el tiempo me había ido presentando. Todos habían sido amables conmigo y me habían dado la bienvenida en sus grupos, y cuando me cruzaba con alguno por el campus no dudaban en ir a saludarme como si nos conociéramos de toda la vida. En ocasiones había coincidido con algunos en clases o fiestas y no tenía problema en hablarles. Sin embargo, mi relación con aquellas personas no pasaba de una conversación corta y banal.

— Si no está en mi baño debe estar en el de Camila— respondí, mientras me aplicaba la máscara en las pestañas.

— Estás loca— repuso con algo de temor en su voz—. Ella ya me odia lo suficiente como para que yo vaya a echarle más leña al fuego.

— Camila no te odia.

— Sabes que sí. ¿No has visto como me mira cada vez que estoy aquí?

— Mira así a todo el mundo— le reste importancia. Aunque no mentía, Camila siempre tenía cara de pocos amigos cuando estaba alrededor de otras personas. Yo era de las pocas con la que siempre parecía estar de buen humor o a la que la miraba con una sonrisa en el rostro.

— No, Lauren... Entiendo que Camila sea así, pero a mí me odia. A veces me da unas miradas que si mataran, estaría cuarenta metros bajo tierra.

— Ignórala, está loca.

— ¿Por ti?— se burló.

— Supongo, mírame. — Señalé a mi cuerpo y a mi recién terminado maquillaje. No iba a mentir, sabía me veía hermosa.

— Oh, el ego... Pero volviendo al tema inicial, Camila es intimidante.

— Ese no era el tema, era el rizador.

— Como sea, juro que cada vez que la veo tiemblo... Parece tan segura de sí misma que cuando camina el piso retumba y su ropa, ¡dios mío, tiene muy buen gusto!

— Ni tanto...

— Sabes que si es así, Lauren... Y su cuerpo, Dios, es perfecto. Tiene un culo para morirse y unas piernas tan largas y hermosas que...

— ¡Basta!— le pedí, sonando más ruda de lo que pretendía.

— Uy, no te pongas a la defensiva.

— Solo es raro escucharte hablar así de Camila— me excusé. En realidad, sentía celos al escucharla decir todo eso de mi chica... o de la que antes lo era, como sea.

— Yo solo digo que debe tener a un ejército babeando por ella, contigo dirigiéndolo.

Ja, ja... Muy graciosa— respondí irritada.

— Tranquila, jaguar. Que se notas a leguas que ella también babea por ti.

— No me importa— la corté—. Déjame ir a buscar tu rizador.

*

Después de tres horas arreglándonos y de perdernos camino a la fiesta porque Emili se había confundido al poner la dirección en el GPS, logramos llegar a la casa. Tenía buena pinta y el ambiente parecía agradable. No tenía muchas otras fiestas para comparar esta, pero a juzgar por la buena música que se escuchaba desde afuera y la cantidad de personas, supuse que sería una buena noche. Y al entrar, quedé abrumada: había más personas de las que esperaba y si miraba a mi alrededor podía encontrar todo tipo de personas, haciendo todo tipo de cosas.

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