Capítulo 5

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CAMILA
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Una ventisca azotó ligeramente mi auto, junto a la lluvia que caía sin control, dejándome completamente atrapada. Esperé algunos minutos dentro hasta que dejé de sentir el viento, me coloqué mis guantes, mi gorro y ajusté mi bufanda. Abrí mi paraguas y salí corriendo hasta que entré al edificio.

El nombre de Gaetz Bank podía leerse por encima del escritorio de recepción, en letras grandes y plateadas. Hacía mucho que no visitaba el banco, y todo estaba bastante cambiado, parecía que lo habían remodelado.

Subí hasta el último piso, en donde estaba la oficina de mi padre y toqué la puerta antes de entrar. Era la única oficina en el piso, y había un ventanal que cubría toda la pared del fondo, por lo que tenía una vista magnífica de la ciudad. Recuerdo que cuando era niña podía pasar horas mirando como la nieve caía, como los autos pasaban y como la ciudad cambiaba. Esa época en la que todo era más fácil y no tenía que lidiar con un corazón roto, con amigas enojadas o con mis padres decepcionados de mí.

— ¿Estás listo?— Asomé mi cabeza por la puerta de la oficina y vi como mi padre negó. Estaba sentado en su escritorio, con sus lentes de lectura y una pila de papeles amontonados en su escritorio de madera.

— En quince minutos termino.

— Te espero abajo— murmuré, saliendo de la habitación. Tomé el ascensor y regresé al primer piso. 

— ¿Camila?— Preguntó alguien detrás de mí. Volteé para encontrarme con Sophie, mirándome sonriente.

— Hey, Sophie, ¿cómo estás?— La saludé de manera cálida, correspondiendo su sonrisa.

— Bien, bien. ¿Qué tal tú? 

Luego de navidad, había hablado con cada una de las chicas, explicándoles el motivo de mi huida y que de hecho, si había tratado de comunicarme con todos. Al principio estaban enojadas, hechas una furia, pero luego de hablar durante horas y aclarar todo, me perdonaron. Dinah y Ally seguían molestas y las cosas entre nosotras estaban un poco tensas.

Y no había sabido nada más de Sophie. Realmente nunca pregunté por ella, pero tampoco escuché que las chicas la nombraran o hablaran sobre ella.

— Todo está bien.

Le hice señas de que me siguiera y caminamos hasta encontrar un sala de estar con dos sofás y una mesita de café. Ambas nos sentamos de tal modo que estábamos la una frente a la otra.

— ¿Y Lauren? ¿Cómo está?— Preguntó con interés.

— No sé, supongo que bien— respondí incómoda, sintiendo como mi corazón comenzaba a latir más rápido de lo normal. Hablar sobre Lauren no era un tema muy ligero para mí, y ya era un logro escuchar su nombre y que mis ojos no se aguaran ni mis manos empezaran a temblar. 

— ¿Por qué supones?

— Lauren y yo terminamos— murmuré con la mirada baja. Cada vez que lo decía en voz alta sentía un dolor en mi pecho que me recordaba que lo que había pasado era real. Lauren y yo ya no estábamos juntas.

— Oh— fue todo lo que Sophie dijo durante un rato—. ¿Estás bien?

— S-si— tartamudeé, con la mirada baja. Jugaba con mis dedos nerviosa, mientras trataba de distraerme para evitar llorar frente a ella.

— ¿Terminaron por algo en específico?

— No.

Sophie me caía bien, pero aun no la conocía lo suficiente como para tener tanta confianza con ella y contarle como habían sucedido las cosas. Además, era vergonzoso siquiera recordar ese momento en mi mente, ahora vocalizarlo...

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