Dr. Nigthmare

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Mientras unos disfrutan de la vida, experimentando los placeres de una pequeña plática entre amigos, compartiendo risas y escribiendo en su mente nuevos recuerdos. Existe la posibilidad de que al mismo tiempo alguien esté a punto de pasar un muy mal momento.

Cierto pelinegro se encontraba relajándose entre un claro de árboles sentado en una mesa de campo, aunque parecía estar en medio de algún bosque, la realidad era que solo estaba en una de las zonas de los amplios jardines de su facultad; no le gustaba estar bajo techo todo el tiempo, cuando terminaban sus clases pasaba un rato en aquel apartado lugar, para respirar un poco y acomodar su inseparable botiquín instrumentos, era su costumbre, como si fuera un ritual lo hacía antes de ir rumbo al hospital.

Como ya se había asegurado de que nadie lo estaba observando, comenzó a susurrarse a sí mismo, como intentando sacar los sentimientos ligados con muchas memorias que surcaron su mente en aquella mañana.

-No quiero que cometas los mismos errores que yo, no importa lo difícil que parezca, no debes rendirte... podría ser demasiado tarde después... podrías arrepentirte... podrías acabar preparando botiquines con jeringas mientras sientes que tu corazón se rompe en pedazos por los recuerdos del pasado...

Dicho esto, dejó lo que estaba haciendo para tomar su bata, de uno de los bolsillos sacó un sencillo brazalete, algo gastado por el paso del tiempo, pero aun así se notaban los colores que tenía, pues eran una alegre combinación de café con tonos dorados. En el centro tenía un adorno grande de detallado girasol, daba la impresión que era un reloj. Sacó un papel pequeño que estaba resguardada dentro de la flor de fantasía, tal como si fuera un valioso tesoro con sumo cuidado de no romper la hoja, la leyó en silencio, acarició con suavidad el opaco girasol en sus manos mientras sus ojos se oscurecían debido a la tristeza.

-Woow, es increíble, ¡el perro de todos maestros está teniendo su momento dramático! Deberías dejar la medicina y mejor dedicarte a actuar novelas...

-¿Que rayos haces aquí? – El pelinegro, apresurado, guardó el invaluable objeto en su pantalón, mientras dirigía una gélida mirada hacia el recién llegado- Victor...

-Oh espera, no serías buen actor, porque nadie recuerda tu nombre... agregó ácidamente el castaño.

-Contesta mi pregunta ¿Qué haces aquí? no se supone que debas entrar aquí, por si no lo recuerdas fuiste expulsado de la facultad, ahora vete si no quieres que llame a la policía. – el eludido apretó los puños, conteniendo la rabia que le daba verlo.

- no te atrevas a levantarme la voz, ni tampoco se te ocurra ponerte violento conmigo, recuerda que soy menor que tú.

- dos años no significa nada y menos para alguien de tu calaña, ¡todo el mundo sabe lo que hiciste!

- pero aun así me respetan, lo contrario que a ti, mira que enamorarse de una cualquiera, una verdadera p...

Antes de acabar esa frase, el agredido arremetió contra él, tomándolo con una fuerza atroz de la camiseta.

-Jamás vuelvas a hablar así de ella, no en mi presencia... insensible bellaco

-siempre eres tan propio, ¿y que harás? ¿Golpearme? ¿A un par de meses de tu graduación? Si tú me haces algo, me encargaré de hacer un escándalo público y no te dejaran ejercer... - el castaño lo miró retador mientras le decía esto.- aunque yo ahora sea un delincuente, soy más joven que tú, será tu palabra contra la mía.

- tus chantajes no funcionaran esta vez, porque tú pequeño monstro infeliz, eres peor que un delincuente. – Rugió el pelinegro – no sé cómo es que no te han metido a la cárcel.

Si la vida te da tomates...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora