Pérdidas

467 31 106
                                    

Sentía su respiración entre cortada, como si algo muy atosigante estuviera obstruyendo en sus pulmones y estómago; cada vez que inspiraba sentía como si el dolor fuera aumentando gradualmente.

En algún punto empezó a sentirse muy cansado, sus párpados pesaban más de lo normal, se sentía agotado de alguna manera aunque al mismo tiempo aquella agonía le decía que debía mantenerse despierto, debido a esto se preguntaba si algo malo estaba por ocurrirle, podría ser que su instinto lo supiera; o quizás ya había visto demasiadas películas y simplemente estaba siendo un poco exagerado con la situación.

Tal vez estaba pensando demasiadas cosas para no caer en pánico, pero no podía hacer nada más, no tenía ninguna idea de que tan profunda estaba la herida de su abdomen.

-¡NATHANIEL! ¡NATHANIEL! ¿Por qué...? ¿Por qué te metiste? ¡No lo comprendo!- Marinette estaba más que aterrorizada, esa palabra no era suficiente para describir aquello por tratarse de alguien a quien apreciaba tanto.

Culpa, culpa, una vez mas todo era su culpa, e irónicamente cuando intentó hacer las cosas de una mejor manera terminó empeorando todo.

Si tan solo hubiera sido más valiente tiempo atrás... esas palabras la hicieron recordar todas esas cosas que estuvo pensando en la mañana de aquel dia, incluso los eventos que la llevaron a ese terrible desenlace...

Aquel día en especial, observando la fina capa de nieve en las calles, tan blanca, tan pura, pero insípida y helada como su corazón en esos momentos... Marinette no podía dejar de reflexionar sobre tantas cosas...

Ya tenía tiempo preguntándoselo, al menos de manera inconsciente... ¿Cuantos días había pasado sin conversar con Nathaniel? Ni ella misma lo sabía, todo su mundo se había resumido en estar junto al rubio todo el tiempo y a todas horas, incluso se había distanciado de Alya y el resto de sus compañeros.

Ella tenía lo que siempre había deseado, pero por alguna razón y al mismo tiempo la muchacha no era tan alegre como hacia unos pocos meses atrás, ya no le sabía a nada la mirada de profundo despecho que Chloe le dedicó al enterarse (¿cuándo se convirtió esto en un concurso conseguir la atención del rubio?) o el hecho de que por primera vez en mucho tiempo Lila no se atreviera a burlarse de ella por cualquier pequeño error.

¿Algo de eso valía la pena? al poco tiempo de cumplir su más anhelado sueño se dio cuenta de que Adrien consumía su tiempo, celoso de perderla, todo el tiempo demandaba estar con ella, y aunque al principio eso le parecía encantador, gradualmente había notado que no se sentía cómoda junto a él...

¿El chico que siempre le había parecido perfecto estaba mostrando quien era realmente o solo era ella que lo había idealizado por demasiado tiempo? No lo sabía con certeza, pero si había algo de lo que estaba segura.

Quería estar con el dulce artista, quería volver a pasar al menos una vez más aquellas tardes con él...

Lo había observado crecer después de aquella decepción amorosa, lo había visto cambiar después de hacerle frente al rechazo de sus padres, ahora enfrentaba la vida de una manera exitosa aun con aquella discapacidad, sonreía mucho, los chicos peleaban por su atención y las chicas se sentían muy atraídas a su encanto antes no descubierto.

El cambio se reflejaba incluso en sus obras de arte, las cuales habían mejorado de una manera extraordinaria, si antes sus pinturas ya eran hermosas ahora eran lo suficientemente maravillosas como para conmover el más duro de los corazones, hacer reír la más triste de las almas, hacer reflexionar al necio o simplemente dar esperanza a alguien derrotado...

Si la vida te da tomates...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora