Elecciones inconscientes

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Serenidad

Una palabra, un solo concepto que es capaz de resumir una sola noche, esa en especial. No ocurría nada alrededor, no había ningún escándalo; solo se escuchaba el ruido de los arboles susurrando...

Pero en el mundo de los sueños, esa definición puede ser distinta, sobre todo para las mentes jóvenes.

Ahí se encontraba de nuevo, una nueva película producto de su mente, o al menos eso le parecía. El pavorreal que se alzaba ante sus ojos entre aquellas sombras oscuras, era imposible de ignorar. Volaba de un lado a otro como si de una danza se tratara, las plumas de su cola se iban desprendiendo conforme más se elevaba, dejando a su paso un camino de finos brillos azules, los cuales a su vez, parecían proyectar distintas cosas.

Ahí se encontraba el pelirrojo, en medio de todo aquello, trataba de seguir el paso de la imponente ave, pero le costaba mucho trabajo alcanzarle. Aunque algo era seguro, podía ver lo que proyectaban las pequeñas burbujas de su rastro.

Eran los recuerdos de los últimos sueños que había tenido, sumándole otros cuantos que no pudo entender del todo.

-Te he mostrado lo que sucedió, queda en tus manos evitar que se propague. – el magnífico animal hablaba con una voz profunda y no parecía tener la necesidad de mover el pico para articular palabras.

-¿Propagar? ¿A qué te refieres con eso? – inquirió el confundido aludido

-Sálvalos... o ellos se encargaran de que la ola de destrucción siga, la mala suerte, el odio, el rencor, los celos... ÉL se alimenta de ellos y destruye las fuentes de amor...

-¿Salvar a quienes? ¿A quiénes? ¡Dímelo por favor!, no puedo ayudarte si no me dices a quien quieres que ayude.

-Nathaniel Kurtzberg, cuando él despierte ya no habrá nada que hacer... ¡no permitas que consuma más almas! – la enorme ave en ese momento levantó el vuelo con la intención de alejarse dejar al mencionado sumido en la oscuridad.

-E-espera, dime ¿quién eres y que esperas de mí?, ¿porque sabes mi nombre? ¿Porque me atormentas? ¡Quiero saber qué razones tienes!

-Nathaniel Kurtzberg, Solo hay dos personas en este mundo que son capaces de tener un enlace con la dimensión espiritual, y tú eres el único que vale la pena... a partir de ahora lo dejo en tus manos. Si no haces nada, esto sucederá.

El majestuoso ser desapareció entre su aleteo, repentinamente, el ambiente, que había permanecido en completa oscuridad tomó una forma descompuesta, se tornó de colores rojizos mientras Nathaniel trataba de ubicar el lugar donde se encontraban. No tardó mucho en darse cuenta de que la vista que le mostraban era un París en llamas, con edificios derrumbados, casas destrozadas y caliente como un infierno. A lo largo de las calles solo veía el concreto destruido, quemado y levantado. No había personas, solo podía distinguir restos de ropa dispersos en distintos puntos de la ciudad.

Comenzó a correr, la vista lo atemorizaba en gran manera, trató de ocultarse en algún lado para no tener que ver por más tiempo aquello, hasta que logró divisar una figura humanoide a lo lejos. Cuando pudo enfocarla mejor, no pudo evitar soltar un grito de horror.

Era Marinette, su linda y querida musa se encontraba atada en un pedazo de madera, su cuerpo estaba demacrado mientras su rostro tenía cicatrices. Pudo ver muchos rastros de lágrimas marcando sus mejillas. No parecía tener signos de movimiento.

Se asustó, estaba tan aterrorizado que sus piernas se paralizaron y el cayó al suelo sin remedio; como si de repente hubiera recordado su estado de minusvalía, no podía moverse pero deseaba tanto verificar que su amada se encontrara bien, no dudó en tratar de acercarse a rastras. El pelirrojo sentía como el fuego perdido quemaba su ropa y deshidrataban su piel, pero aun a sabiendas de todo eso, no le importaba, su único objetivo era salvarla.

Si la vida te da tomates...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora