Capítulo 31. I did it... or not

147 15 0
                                    

POV. TAO

Las cosas después de aquella celebración no fueron lo que uno llamaría idílicas, no teniendo en cuenta que era mi primer matrimonio, que la primera noche debería de ser algo feliz.

Que uno debería de pasarla con alguien especial.

En mi caso, yo ni siquiera había tenido ese tipo de oportunidad antes de encontrarme sentado en una limusina exageradamente ostentosa, excesivamente cerca de ese tipo que iba algo más que bebido.

Había podido ver a la perfección como el rostro del chófer principal me miraba con pena al subir al coche, habiendo tenido que ayudarme de forma disimulada a hacerlo, puesto que yo solo no podía obligarle a entrar allí, no con toda la gente mirándonos a nuestras espaldas mientras, falsamente, nos deseaban un feliz enlace.

Odiaba a la gente falsa, me revolvía completamente el estómago, igual que la visión de ese señor que era mi marido de forma oficial ante los ojos del mundo desde esa maldita noche.

Podría decir que fue la peor de mi vida, pero hubo tantas tras aquella, no sería capaz de nombrar una sola de ellas.

Solo podría decir que fue el principio.

Inocentemente, había pensado que estando tan borracho como el tipo, al llegar a aquella ostentosa mansión solo tendría que pedirle a alguno de los trabajadores del lugar que se lo llevasen a su habitación y yo podría irme a la que tenía asignada, no muy lejos de la principal, pero lo suficiente como para perder de vista al anciano algunas horas.

Con suerte, si tenía resaca podría evitar verle durante veinticuatro horas, pero estaba claro que no podía tenerla, no en ese asunto al menos.

Dicen que, para muchas personas, la noche de bodas puede ser la primera vez.

Yo solo hubiese deseado no tener ninguna.

Lo odie, desde el momento en el que me dijo que iba a tener que cumplir como marido si no quería que volviese a acusar de fraude a mis padres, desde que sus manos callosas y arrugadas se posaron sobre mi cuerpo, tratando de desvestirme.

Y, simplemente, supe que nadie estaría allí para mí, para ayudarme a huir.

Lo vi en los ojos apenados del chófer cuando bajamos del coche y cerró la puerta a mi espalda, así como lo vi en los ojos de ese hyung que vigilaba las cámaras de vigilancia al llegar.

Lo supe, simplemente porque ninguno de ellos podía hacer nada si ni siquiera yo era capaz de hacerlo.

Sí, probablemente, fue la primera vez en toda mi vida que sentí que morir era una opción deseable, que sentí que las lágrimas de toda una vida no iban a ser suficientes para hacer que dejase de sentir asco, para dejar de sentir el dolor que me estaba provocando.

Los recuerdos de esa noche eran lo suficientemente vívidos como para provocarme pesadillas constantemente.

Fue la primera vez en toda mi vida que pensé que el roce de una persona podía resultarme no solo desagradable, sino odioso y repugnante, como así lo demostraba el picor que sentí en la piel nada más terminar, el anciano cayendo dormido a mi lado segundos más tarde, presa del alcohol.

Yo no me quedé allí, nunca, caminando con dificultad hasta mi habitación para darme un baño, uno que duró más de una hora, si bien no salí de debajo del agua por mi propio pie.

Había estado tanto tiempo debajo del agua hirviendo que tenía toda la piel enrojecida, aunque el haberme estado frotando con todos los geles y jabones de la repisa probablemente también había ayudado aquello, si bien la piel se veía arrugada, fea.

[Taoris] Misleading Lovers [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora