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—¡Kilian, espera! —chilla Arantza.

Sin embargo, no hay nadie que detenga a Kilian en estos momentos. No puede ni aminorar su paso, la ira y la furia está consumiendo todo lo que queda de Kilian. Zane niega con su cabeza y les indica a los demás que se apresuren. Arantza y River asienten con la cabeza.

Kilian, Zane, River y Arantza se detienen frente a la casa de Los Hijos del Sol.

—Kilian, no puedes sólo entrar así por así.—le comenta River.

—Sí que puedo. Y lo haré.

—¿Qué es todo esto, hermano? —Zane lo toma por los hombros.

Ambos se ven fijamente, y Zane nota algo en la mirada de Kilian que lo asusta. Jamás lo había visto así, es más, las últimas semanas casi no lo había visto, ni siquiera llegaba a dormir a casa. Kilian sólo decía que salía por ahí a caminar. Zane temía que Kilian se estuviese metiendo en problemas, pero al parecer se ha metido en algo más grande.

—No lo entenderías.—gruñe Kilian.

—Si no me dices, no lo intentaré.—Los ojos de Zane se suavizan.

Los cuatro son hermanos, pero Zane y Kilian no sólo son hermanos, son amigos y se cuentan la mayoría de cosas, siempre están el uno para el otro, sacándose de problemas y salvándose el cuello recíprocamente. Cuando Kilian llegó a este mundo, River y Arantza no lo recibieron muy bien, sabían que traería problemas; en cambio Zane... lo recibió con los brazos abiertos. Fue el único en el mundo que lo aceptó sin dudarlo.

—Conocí a alguien, ¿vale? Y estos bastardos la tienen.—su mandíbula se tensa.

Arantza pone los ojos en blanco al escuchar la declaración.

—Y no quiero meterlos en esto, chicos. —mira a los tres— Así que deben irse.

—Tú no entrarás ahí malditamente solo.

—Zane, he entrado al casino de estos bastardos.—pone los ojos en blanco.— Esto será aún más fácil. No tengo su tiempo, así que los veré en casa. Y se las presentaré.—sonríe coqueto.

Gira sobre sus talones y saca la varita de sus pantalones. Esa varita, con la cual puede matarlos. Corre velozmente y abre la puerta de la casa, cerrándola frente la nariz de sus hermanos. Observa el interior de la casa, camina sigilosamente y no hace ningún sonido. Pareciera que no ha entrado. Se adentra por un pasillo y hay puertas por todos lados. Sin saber a dónde ir, solo decide seguir recto. Al fondo del pasillo se encuentran escalones hacía abajo. Kilian se asoma y observa hacia abajo. Se ven miles de escalones hacia abajo, y todo es oscuro excepto porque en cada escalón hay un pequeño foco que alumbra tenuemente. Precavido y atento ante cualquier ruido, baja los escalones a una velocidad sobrenatural. Se detiene un momento, ya que algo llama su atención. En el suelo hay rasguños... ¿Será Aubrey intentando escapar?

—Hijos de perra... —escupe.

Sigue corriendo pero de pronto, algo hace que caiga al suelo con una fuerza inimaginable. Gruñe y observa hacía arriba.

—Mason.

—¿A qué debo tu visita, Kilian? —sonríe con maldad.

Kilian se levanta rápidamente, y a una velocidad que Mason no conoce, lo toma del cuello y ambos van rodando escaleras abajo. El puño de Kilian se convierte en flamas azules y Mason trata de esquivar cada puñetazo que le propina.

—¿Qué diablos le harán a ella? —dice cuando dejan de caer.

—Ah... —sonríe— Estás aquí por ella, he...

Son Of The MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora