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La vida nunca es fácil, y más si te encuentras sola en ella. Con 18 años de edad, la mayoría de los jóvenes se encuentran establecidos con sus familias, pero ese no es el caso de Aubrey Carter, siempre ha estado sola en este mundo, al menos la mayor parte de su vida; nunca nadie ha estado para ella y ella para nadie. Con ocho años de estar vagando por las calles de Las Vegas, ha aprendido a sobrevivir sola, a conseguir las cosas por sus propios medios, ya sean buenos o malos. Uno de esos medios (un medio bueno) consiste trabajar en Tony Food, un carro –más bien una camioneta– ambulante de comida rápida en la acera de la gran ciudad ya mencionada.

La gente visita Las Vegas con el pensamiento de: ¡Oh, Las Vegas! ¡Es hermoso! O ¡Es una experiencia que jamás olvidaré! Y usualmente: ¡Casémonos en Las Vegas! Pero la gente solo mira lo que hay afuera, no se adentran a las superficies de la ciudad. Y si se adentraran a la superficie... jamás querrían regresar. Hay más ladrones que en cualquier lugar, hay más droga que en cualquier lugar, hay más traficantes de armas, personas, órganos y dinero que en cualquier lugar. Y la gente no sabe eso y por eso regresan cada vez que sus bolsillos están llenos de dinero.

Aubrey con los años ha aprendido a administrar el dinero y a distribuirlo, podría manejar un restaurante o una empresa mejor que un contador o empresario, pese a que no terminó la escuela. Con sus esfuerzos, Aubrey ha conseguido un pequeño y humilde apartamento que consiste en una sala de estar, una cocina, una habitación y un baño. Para su suerte, el apartamento ya se encontraba amueblado, porque si no, ¿Cómo pagaría nuevos muebles?

Aubrey se alista con su uniforme que consiste en un pantalón negro, camisa celeste y una gorra que lleva el logo de Tony Food. Al encontrarse lista, toma las llaves y sale de su pequeño pero cómodo apartamento. Al salir, se encuentra una ciudad llena de turistas con cámaras, el gentío es indudable y es algo de nunca acabar. La chica se desliza entre la gente, mientras que los carteles de neón, que han sido encendidos muy tempranos, brillan sobre su cabeza. Tras esquivar y caminar unas cuadras, llega a la camioneta ambulante, mejor conocida como Tony Food.

–Hola, Tony.– Aubrey saluda, mientras se arregla su gorra ya que unos cuantos cabellos se le escapan.

Tony es un señor de cincuenta años de edad, delgado y baja estatura con unos ojos llenos de cansancio y soledad.

–¿Podrías ayudarme? Nunca me ayudas, qué floja eres, Aubrey. – Ni siquiera saluda. Pero Aubrey sabe que él está molestando, así que le empuja con la cadera.

Aubrey entra al carrito ambulante, aunque es una enorme camioneta convertida en cocina por dentro.

–¿En qué ayudo? – Suspira.

–Empieza preparando una hamburguesa para la señora. Con doble de grasa.

Usualmente, se dice que la comida rápida y más de carros ambulantes, es asquerosa. Pero no hay nadie más aseado que Tony.

–De acuerdo. – Contesta Aubrey y se dispone a hacer una hamburguesa.

La señora que espera su hamburguesa, mira cada movimiento que hace Aubrey en su hamburguesa, le regala una sonrisa y Aubrey se la devuelve, pero es una sonrisa fingida. La hamburguesa es preparada lo más rápido posible y con mucha grasa, al terminar, Aubrey envuelve la hamburguesa y la adentra en una bolsa de papel que lleva el logo de Tony Food.

—Vaya, eres buena con las manos. —Dice la señora, y a la par de ella se encuentra un hombre de unos 75 años, que le sonríe y guiña un ojo a Aubrey. Abre los ojos como platos.

–¿Desea algo más? ¿Bebida? – pregunta Aubrey.

–No, gracias.

–Vale, son cinco con cincuenta. – Le entrega la hamburguesa.

Son Of The MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora