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—¿Sabes que me gustan mucho los gatos?—preguntó Damon, tratando de romper aquella tensión que se había creado entre ambos, y ya que Graham no se atrevía a decir algo más aparte de lo agradable que le parecía el clima esa mañana y dedicarse a un bosquejo—Tal vez cuando vivamos juntos podríamos adoptar uno.

El más joven abandonó totalmente la concentración en aquel dibujo por un instante. ¿Iba en serio acaso? Damon Albarn había mencionado el hecho de irse a vivir con él en algún futuro, aún cuando ni siquiera estaban en una relación, aún cuando-según Graham-el rubio podría tener a una persona mucho mejor a su lado. Se sentía confundido y a la vez feliz. Muy feliz.

—Suena bien—respondió con una leve sonrisa mientras retomaba el esbozo

—¿La idea de tener un gato o la de vivir juntos?—inquirió acercando su rostro al de su joven acompañante

Graham se apartó ligeramente evitando el contacto visual con Albarn, mientras seguía dibujando—Dames, vivir conmigo es algo de lo que te arrepentirías a las dos semanas de haber comenzado. Soy de quedarme en la cama por todo el fin de semana chillando canciones tontas, bebiendo café en cantidades industriales y nada más que eso. Te aburrirías muy rápido.

—¿Podrías por una vez en tu vida dejar de ser tan pesimista?—respondió Damon irritado—¿Te has fijado? Estamos en un aburrido parque rodeados de gente aburrida con un clima verdaderamente aburrido, con el tema de conversación más aburrido de todos y curiosamente quiero seguir aquí, porque estás tú.

No hubo una respuesta de parte del otro durante un largo rato y esta vez el rubio no se atrevió a romper aquel incómodo silencio.

Ese chico a quien temía hablarle porque parecía de mente retorcida la primera vez que lo vio en ese bazar de libros, era tal vez la única persona capaz de hacer que Graham pasara de sentir que era "una persona más" a sentirse el  idiota más especial y enamorado de todos. Esperaba que aquello no se le notara en el rostro en ese instante, porque sería muy vergonzoso y sería tan cursi como en esas comedias románticas que detestaba (aunque podría pasarse un fin de semana entero viendo una maratón de estas en TV). 

Intentó inútilmente volver a concentrarse en el boceto, de todos modos sería imposible terminarlo si no le daba una última mirada al rostro de Damon. 

Y hacerlo no fue tan difícil como parecía. El rubio tenía la mirada distraída en otras cosas, así que a Graham se le hizo mucho más fácil apreciar con detalle sus facciones. Era realmente atractivo, sus ojos celestes, su bonita nariz y sus labios rosados. Damon Albarn era la persona más hermosa que podría haber visto y en ese momento ya no pudo evitarlo, se acerco al rubio juntando sus labios fríos rápidamente con los ajenos y cerró sus ojos, esperando quizás no ser correspondido.

Definitivamente no fue así, porque Damon no tardó en rodear las suaves mejillas de su Gra con ambas manos, intensificando aquel primer beso, olvidando por completo el lugar público en el que estaban, olvidandolo todo a excepción de su chico. Se dejó llevar, sus labios se sentían bastante bien, eran suaves y cálidos, el castaño era perfecto y quería besarle como si esa fuera la última vez que pudiese hacerlo. Intentó profundizar el beso abriéndose paso a su boca y fue en eso cuando Coxon se separó lentamente, dejando frustrado al mayor.

—Lo siento...—susurró cerca al rostro del mayor, con una sonrisa y las mejillas carmesí. Se sentía un tonto por haberse separado de Damon, pero estaba seguro de que el rubio podría prolongar ese beso lo suficiente como para que quienes se encontraban a su alrededor comenzaran a ponerse incómodos. Después de todo, aún le afectaba lo que pudieran pensar los demás; incluso cuando estaba con la persona a la que más quería al lado suyo no podía evitar sentirse vulnerable ante la opinión de los demás.

Sentía que su corazón iba a salirse de su pecho cuando Damon volvió a plantar un delicado beso, haciéndolo estremecer por completo.

—Descuida, luego tendremos tiempo para continuar. Ahora, jovencito, tu y yo tenemos una cita pendiente y no creas que lo he olvidado—dijo animoso, incorporándose y ofreciendo una mano a Graham para que hiciera lo mismo.

Era extraño, pero por primera vez el castaño sentía que nada malo podría ocurrir ese día; por lo menos nada realmente malo como para arruinar aquella felicidad que le invadía, también por primera vez en mucho, mucho tiempo. 


the chemistry between us☁️gramonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora