Capítulo 12

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Damon pov.

No puedo dejar de recordar el dulce sabor de sus labios, en los suaves que son, como desearía que aquel momento de ayer jamás se hubiera acabado, fue como si algo se hubiera roto dentro de mí y ese algo liberará luces parpadeantes, no lo sé, como si una renovación surgiera en mi.
Maldigo a Graham por haberse enfermado de gripe y obligarme a regresar a la oficina a cerrar el nuevo contrato, que era tarea de el.
Pero hoy es un nuevo día y me reconforta que la luz roja del semáforo se haya tornado verde pues voy en camino a la farmacia de ese tal Sebastian a recoger a Lana. Es una sorpresa.

Lana pov.

Cuando voy camino a la farmacia en el subterráneo, no puedo dejar de pensar en Damon, en nuestro beso, el beso que llenó mi alma de alegrías y nuevas esperanzas en mi miserable vida.
No... no puede ser, mi mente divaga en la posibilidad de que yo pudiera ser la novia de Damon, no puedo negar que la idea me gusta pero... A decir verdad es algo que me aterra, el es tan bueno para mí, para esta mierda de persona que me he convertido.

Mi mente me vuelve a traicionar con el triste recuerdo de Francceso cruzando la puerta dejándome, otro recuerdo me transporta al momento donde estoy yo tirada en el piso de la cocineta del motel hecha una mierda, el gritándome, culpándome, él me dejo, me dejó porque soy estúpida. Estaba llena de veneno, eso es lo que Franccesco decía siempre. Las veces en las que me culpó de sus problemas son incontables.

A veces siento que sólo vine a este mundo a destruir y no quiero destruir a Damon, no quiero envenenarlo. El es la luz, yo la oscuridad. Pero  aún así no puedo negar que el día de ayer el me hizo muy feliz y daría lo que fuera por besarle nuevamente. Me siento atrapada, no quiero estar con el pero lo único en lo que puedo pensar es en ser suya. Estoy confundia.

Despierto de mi larga reflexión cuando el pitido del vagón informa que estamos en la estación donde tengo que bajar y así lo hago.
Llego a la farmacia, tal vez no debí haberle dado tantas vueltas a las cosas pues se me quitaron las ganas de platicar con Sebastián así que solo expreso un insípido "buenas tardes", él se da cuenta pero me responde de la misma manera.
- Buena tarde Lana - dice el alzando sus dos cejas
- ¿Hay algo que hacer el día de hoy?
- Mmm... Me temo que sí, el proveedor vino temprano y dejó nuevos productos, ¿podrías acomodarlo en los anaqueles por favor? - dice él sin regresarme la mirada.
- Sí.
Cargo la caja de medicamentos que Sebastián había dejado previa mi llegada a un lado de los anaqueles y comienzo a separar los medicamentos de acuerdo a sus nombres, los acomodo en su lugar asignado sobre los anaqueles. Esta vez no tengo el interés de tomar alguno de los productos  y tan solo pensar que llegué a hacerlo me avergüenza.

La tarde transcurría lentamente al terminar de hacer otros deberes me recuesto en el pequeño sillón y una punzada de ansiedad llega a mi cuerpo. Necesito una línea pero no puedo hacerlo en el trabajo de Sebastián. Cierro mis ojos y trato de pensar en otra cosa.
En ese momento Sebastián entra a la oficina.
-Oye Lana, ¿puedes limpiar el mostrador? -me tiende un balde con jabón y unos trapos.
-Claro. - accedo rápidamente pues es la distracción necesaria para dejar de sentirme ansiosa.

Echo una mirada al reloj de la pared y son casi las 17:00 cuando escucho como el motor de un auto se apaga tras estacionarse en la acera que está en frente de la farmacia, no presto mucha atención hasta que escucho la voz de Damon hablándome.
- Buenas tardes Lana.
Volteo mi cabeza para poder verlo y ahí estaba el con una pequeña sonrisa en el rostro. El recuerdo del beso de ayer me ruboriza el rostro.
El está parado en el marco de la puerta del local, como todo un galán, lleva puesto su pantalón y saco negro y una camisa blanca sin corbata desabotonada en la parte del cuello y en ella colgados unas gafas de sol.
Cual imán me acerco inmediatamente a el.

- Hola Damon... ¡vaya qué sorpresa!- exclamo -¿Qué haces aquí?
- Vine a recogerte- dice simplemente - vamos a comer.
- ¿Qué? No, no puedo. - río incrédula.
- Anda vamos... Si no vienes conmigo entonces no acepto tus disculpas de ayer - dice cruzando los brazos y rodando los ojos  con una sonrisa en su boca, haciéndose el ofendido.
- ¡Damon! Eso es chantaje- digo intentnado no reírme con la sorpresa.
- No me vas a dejar plantado o ¿sí? - yo bajo la mirada con una sonrisa en mis labios- Ya tengo hecha la reservación - Dice inclinando la cabeza hacia un lado, sus ojos brillantes y su media sonrisa directas hacia mi.
- Damon... Se supone que estoy en hora de trabajo, no puedo dejar a Sebastián así como así.
- ¡Oh vamos!, no creo que tu jefecito se enoje, aparte es tu hora de comida ¿cierto?- dice él riéndose - yo puedo hablar con el.
- ¡No, no! Yo iré a ver qué está haciendo ¿de acuerdo?
Damon sonríe de oreja a oreja y yo vuelvo a la farmacia.

En verdad no podía negar estas ganas de irme con el, ¡vino hasta acá para llevarme a comer!

Cuando estoy en interior de la farmacia, Sebastián ya está parado junto al mostrador con la mirada fija y los brazos cruzados.

- Sebastián yo... Quisiera decirte si por esta vez pudiera salir un poco an...
- Puedes marcharte, no hay ningún inconveniente, hoy no hay mucho que hacer y ya es tu hora de comida- alza su mirada tras sus lentes. Luce muy serio, diferente, jamás había sentido a Sebastián así, ¿acaso son celos?
- ¿Estas seguro?
- Sí. - contesta tajante. Y me da la espalda.
- Bueno... Está bien, de verdad gracias Sebastián- me acerco a él y le doy un beso en la mejilla como despedida él me regresa una leve sonrisa.

Antes de salir de la farmacia voy a la oficina por mi bolso.  Camino hacia la salida para encontrarme con Damon.
- ¿Lista? Dice el.
- Lista - respondo.

Love you just a little too much  [Damon & Lana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora