Una cosa azul

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La única que no hablaba allí era Carina, la directamente afectada por el problema, quería ir corriendo a partirle la cara a Bridgette. Lo que más le dolía no era el hecho de que estuviera evitando que sus padres se juntaran, sino que estaba traicionando a su padre descaradamente y en todos los sentidos. Se tragó sus penas, se limpió las lágrimas que empezaban a salir de sus ojos y, con el ceño fruncido y con la expresión completamente seria empezó a maquinar un plan fríamente.

—Se las voy a hacer pagar todas. Nadie hace daño a mi familia y menos a mi padre. 

—¿Qué piensas hacer? —Dijo Ladybug preocupada por lo que podría llegar a hacer Carina en ese estado.

—Ahora somos nosotros los que jugamos con ventaja.

Poco rato después, volvían a encontrarse todos en casa de Marinette, ya parecía el cuartel de reuniones de los héroes. Habían incluso recibido noticias de Alya y Nino, que ya estaban a punto de volver de su luna de miel. Más ayuda nunca está demás. Por otra parte, el grupo estaba ultimando los detalles del plan de Carina, no era un plan despiadado, pero sí un plan que podría dar fin con Papillon y todos sus aliados. Jugaban con ventaja y la iban a aprovechar.

—Entonces, —Dijo Adrien con duda— ¿Quieres ir, espiar y seguir a Bridgette? ¿No es muy arriesgado?

—Sí, —Respondió Carina— pero estamos todos en esto, además, si les seguimos podremos encontrar el escondrijo de Papillon.

Todos le dieron la razón a la pelirroja, gracias al poco cuidado que tenían Brid y Félix con sus encuentros, iban a poder encontrar el lugar en el que se ocultaba Papillon. El plan estaba en marcha. Antes de nada volverían al observatorio para asegurarse que ese no era el escondite y así tener un lugar en el que entrenar y prepararse para, lo que esperaban que fuera, la lucha final.

Una vez se aseguraron que en ese observatorio no había ni un alma, se apoderaron de él. Era un edificio abandonado, por lo cual a nadie le iba a molestar que lo ocuparan. Al día siguiente, mientras Carina, Emma y Lila se ocupaban del observatorio, a Marinette y Adrien los había llamado de nuevo Gabriel, al parecer les quería ofrecer algo, un tipo de trato o acuerdo.

—¿Qué me decís? —Dijo Gabriel una vez les había dado la propuesta.

—Yo no quiero, papá. Igual a Marinette le parece bien y acepta pero yo no.

—Mire señor Agreste, yo le agradezco mucho su oferta y aceptaré sólo el trabajo, nos hace mucha falta. —Expresó Marinette.

—¿Pero por qué no queréis vivir y trabajar conmigo?

—El mundo de la moda no es para mí, papá, no me gusta, no me llena. Además que después de que me echaras de ese modo de casa hace un par de meses... No dan muchas ganas de querer volver, la verdad.

—¿Y qué vas a hacer hijo? ¿De qué viviréis? —Gabriel se empezó a alterar.

—Para empezar, papá, quiero descubrir qué es lo que me gustaría hacer de verdad en la vida y no lo que tú quieres que yo haga. —Empezó Adrien, después agarró la mano de Marinette— Y sobre de con qué dinero viviremos, sé que será duro, pero la vida no nos la regalan hecha y yo quiero hacer una vida perfecta con Marinette sin que tú me lo des todo hecho. Date por satisfecho también por la invitación a la boda.

La pequeña reunión familiar se terminó sin que Gabriel obtuviera lo que quería, sólo consiguió que Marinette dijera que sí a la oferta de trabajo. Pero el hombre quería más, quería poder hacer lazos con su hijo y con la futura mujer de su hijo para no cometer el mismo error de aislarse de su familia dos veces. Quería amar y ser amado.

Nunca llegué a olvidarme de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora