Después de aquel tórrido beso se dieron cuenta de que habían pasado por alto la hora de comer y se levantaron sin soltarse de las manos. Heidi le pasó los brazos por el cuello y al cogerla Pedro de la cintura, se miraron y se besaron de nuevo.
Con las manos entrelazadas, reunieron a todas las cabras y fueron bajando la ladera sin prisa por llegar a ningún sitio, sin necesidad de hablar, solo disfrutando de un calor mutuo. Cuando llegaron al final, pudieron vislumbrar a lo lejos la cabaña y a Heidi se le bajaron los calores acordándose del abuelo. Sin embargo, Pedro seguía tan campante y empezó a darle gritos al rebaño de las cabras para liberar adrenalina de felicidad y que se fueran esparciendo por los alrededores de la cabaña.
Heidi entró pensativa en la cabaña con la idea de preparar unos huevos fritos para ambos, así que se dispuso a sacar los utensilios de cocina mientras le daba vueltas a lo ocurrido esta mañana "Ha sido muy cariñoso conmigo... y a la vez me ha hecho sentir mujer... y ha sido estupendo. No esperaba que tener un momento íntimo con un chico fuera así... ¡Dios, he tenido mi primer beso!" y un rubor asomó a sus mejillas.
Fuera, Pedro se había acercado al abrevadero de las cabras y había metido la cabeza para refrescarse, ya que su temperatura corporal había aumentado en la última hora y su entrepierna no le estaba dando tregua con los pensamientos que estaba teniendo. "La he besado... qué cintura tiene... y qué caderas... sólo olía a flores, pero es que me ha vuelto instintivo... más vale que me controle mejor en un futuro próximo o el viejo me cortará los huevos."
Una vez terminado el chapuzón, sacudió la cabeza como los perros y entró en la cabaña con paso decidido. Dentro vio a Heidi que estaba haciendo la comida, de espaldas a él y como por inercia desvió la mirada hacia donde la espalda pierde su nombre, haciendo que el remojo no le hubiese servido de nada. Se acercó a ella por detrás y rodeó con las manos su cintura, apoyando la cabeza en su hombro mientras se pegaba a ella inevitablemente todo lo que podía.
– Hueles muy bien... – le susurró Pedro al oído.
– Sí, bueno... a tierra y excremento de cabra, aunque ahora habré adquirido el olor del aceite del huevo frito. – ironizó Heidi, que con el contacto de Pedro se estaba poniendo mala.Pedro se rió y la apartó del fuego agarrándola más fuerte y obligándola a que se diese la vuelta para estar de frente a él. Heidi hizo como que se resistía, pero se dejó hacer y acabó pasando los brazos por el cuello de Pedro. Observó que llevaba el pelo mojado y eso le hacia más irresistible todavía. Se miraron el uno al otro y quedándose muy quietos comenzaron a darse besos en la comisura de los labios muy despacito. Ha medida que iban pasando los minutos, empezaron a rozarse los labios sin llegar a besarse, hasta que Pedro tomó la iniciativa de repente con besos insistentes y Heidi sintió que le fallaban las piernas en ese momento y se dejó sujetar por las caderas, provocando que esto le subiera tentativamente el vestido. Heidi se sentía desbordada (en el más amplio y múltiple de lo sentidos) y al perder el equilibrio momentáneamente se encontró con el borde de la mesa de madera, al que se aferró con una mano sin soltar a Pedro con la otra. Éste aprovechó la jugada para sentarla encima de la mesa y seguir besándola hasta inclinarla por completo y que quedara tumbada sobre la madera. Una vez tumbada, Pedro extendió sus besos por su cuello trazando un reguero hasta el escote del vestido, a la vez que una de las manos descendía peligrosamente hasta el pliegue del vestido...
A pesar de que a Heidi se le estaba nublando la vista y su respiración iba perdiendo fuelle, se le desbocó el corazón al notar los dedos de Pedro sumergiéndose por debajo del vestido y abrió los ojos de golpe, apartando a Pedro de la misma manera.
– ¡Uy, creo que se quema la comida! – dijo sin aliento mientras pegaba un brinco de la mesa hacia donde se veía un principio de exceso de humo.
Pedro, por su parte, se quedó unos segundos fuera de órbita y volvió en sí dando un puñetazo contenido a la mesa. "Mierda, mierda, mierda... ¡he dicho que iba a controlarme! Ahora pensará que soy un cerdo..." Se recompuso un poco y se dirigió hacia la puerta.
– Creo que voy a refrescarme un poco... – "...otra vez." pensó.
– Sí... claro... me parece bien... – balbuceó Heidi un poco ausente, obligándose a atender a los huevos fritos – te aviso cuando estén hechos...
– Bien, vale...Salió disparado del interior de nuevo hacia el abrevadero, pero en vez de meter la cabeza en el agua, cogió un pozal de buen tamaño, lo llenó, se quitó la camisa y se lo echó todo por encima. Y, a pesar de todo, el hinchazón de la entrepierna no cedió hasta el final.
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Heidi ya es adolescente
RomanceTras unos años en un colegio para señoritas en Frankfurt, Heidi decide regresar al pueblo con su abuelo y así volver a ser feliz en el campo. Lo que no sabe es que su vida cambiará por completo al reencontrarse con Pedro. También disponible en www.h...