CAPÍTULO 4: AMOR VS AMISTAD

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Por el camino continuaron su entretenida conversación mientras bajaban por la ladera que llegaba hasta las primeras casas del pueblo. Cuando llegaron, Heidi fue el centro de atención durante el trayecto hasta la carpintería de Pedro. Una vez allí, éste dispuso las herramientas para empezar a trabajar pero, como no había clientes todavía, hizo tiempo hablando y enseñando a Heidi el taller. Pedro le mostraba las figuras de madera que producía él mismo o utensilios que reparaba y Heidi estaba encantada con aquello. En aquel momento entró un hombre en el taller buscando a Pedro y preguntando por una mesa, a lo que Pedro tuvo que desatender a Heidi y prestarle sus servicios al señor.

– Tardaré un buen rato en terminar con este hombre y puede que venga más gente, así que será mejor que vuelvas a casa porque aquí te aburrirás. – explicó Pedro mientras cogía una tabla.
– No me aburriré, no te preocupes. – pero Pedro puso cara de "eso no es verdad" – ¿De verdad no me dejas quedarme?
– Si te quedas, me distraerás. – dijo Pedro cogiendo otra tabla, pero al ver la cara de Heidi añadió – ¿Por qué no te vas a por el pan y vuelves a buscarme? Seguro que ya habré terminado.

A Heidi esa idea le levantó el ánimo y le dijo que volvería enseguida, pero Pedro sabía que se distraería con otras tiendas y que le daría tiempo de sobras. Salió muy contenta del taller, pensando en la mañana que habían pasado juntos...Se le enrojeció el rostro de vergüenza al recordar el momento en que Pedro estaba encima de ella diciéndole cosas tan bonitas..."¿Por qué le habré cortado con aquella estupidez de Copito? Si estábamos a punto de..." A Heidi le dio tanta vergüenza que se concentró en ir a la panadería. La mujer que vendía el pan también se alegró de ver a Heidi de nuevo, y la de la carnicería, y el de la pastelería...Y cuando volvió a pasar frente a la escuela de camino al taller también saludó al maestro y le preguntó por los progresos de Pedro. Se le hizo tan tarde que ya había anochecido y Pedro ya había recogido el taller.

– ¡Siento haber tardado tanto! Espero que hayas estado ocupado...
– ¡Oh, no te preocupes! Sabía que ibas a tardar toda la tarde. Además me ha sobrado tiempo para hacerte esto. – y le mostró una figura que tenía en la mano.

Era un conejito tallado en madera y tan bien pulido que hasta brillaba. Heidi lo cogió y lo observó con detenimiento. Pedro observaba su cara de felicidad al mirar la figurita y eso hizo que se hinchara de orgullo.

– ¡Pedro, es precioso! Gracias... – y le abrazó fuertemente haciendo que éste se enrojeciera.
– ¡Pero si es una figurita de nada...!

Pedro se deshizo de Heidi para volver a notar la sangre fluir por su cerebro y le dijo que la acompañaba a casa. Pero Heidi se negó porque decía que volvería a hacer el camino sin necesidad, ya que para ir a casa de ella había que pasar antes por la de él. Aunque llegaron a la puerta de casa de Pedro enseguida, siguieron hablando hasta que se hizo un poco más tarde, que era cuando Heidi se tenía que ir.

– Bueno... pues nada... yo... me tengo que ir... – balbuceó Heidi mientras intentaba huir pero Pedro la agarró del brazo.
– Quédate... un poco más... – Heidi se soltó del brazo y se fue muy rápido alejándose de Pedro.
– ¡Hasta mañana! ¡Sino llegaré muy tarde! – dijo Heidi poniendo una sonrisa a modo de disculpa.
– Hasta mañana. – espetó Pedro quedándose con un palmo de narices.

Vio como Heidi se alejaba, e iba a cerrar la puerta cuando ésta de nuevo le llamó. Fue corriendo hacía él y sin previo aviso le plantó un gran beso en la mejilla mientras le susurraba al oído:

– Buenas noches, Pedro...

Y Heidi se fue definitivamente. Aunque Pedro aún seguía en la puerta sin terminar de creérselo y, todavía embobado, susurró un "Buenas noches..." a pesar de que nadie le oía ya.

Heidi ya es adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora