Capítulo 6

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El primer beso... El primer beso para una mujer es algo mágico, soñado, ansiado, muy esperado, el cual debería abrir las puertas de un nuevo mundo de sensaciones, el cual hará estremecer los puntos mas recónditos de su alma, bajando desde la nuca y recorriendo por toda su columna vertebral un escalofrío nunca antes experimentado, explotando en la boca del estómago en mariposas de mil colores.

El primer beso del hombre, lengua, culo, teta... así de austeros somos, de pocas ideas, de instinto animal, la mujer es un objetivo que se transformará en un trofeo el cual exponemos ante nuestros amigos orgulloso de lo "Macho que somos"... Lo mas parecido a un orangután, sin ánimo de ofender a los orangutanes.

Mi Primer Beso... Si hay alguien que tuvo un peso importante en el transcurso de mi vida fue mi Primo Martín. Quien armó el escenario perfecto para mi primer beso, Martín siempre estuvo relacionado con la mecánica del automotor, era mecánico por vocación, realmente siempre le gustaron los autos, las mujeres y la joda, era la definición exacta de un Mecánico en toda su extensión. Era de esas personas que cuando estabas en un velorio, profesando tu pena más profunda, se acercaba y no se cuando ni como pero te hacía cambiar dolor por una sonrisa, siempre fue un optimista de la vida, para el la vida es blanco o negro, bueno o malo, te quiere o te odia, si te quiere va a hacer lo imposible por verte bien, ahora si te odia córrete de su camino por que te destroza. Un extremista en caída libre, empujado por la gravedad a una velocidad de 9,8 metros sobre segundo al cuadrado, hacia el centro de sus impulsos potenciado por la bondad o por su enojo. Martín es tres años mayor que yo para ese entonces el tenía 17 años, mi tío Héctor, su papá, tenía una camioneta Peugeot del año 1970 mas o menos, pintada de azul a rodillo. Esta camioneta fue víctima del aprendizaje en la mecánica de mi primo y cómplice de muchas anécdotas. 

Mi tía Esther y mi tío Cuqui tenían un emprendimos donde fabricaban vinchas, me habían ofrecido,  si quería trabajar como vendedor de  vinchas, así ganaba algo de dinero. Comencé a venderlas por el barrio, cuando mi primo Martín se entera de esto me dice si quería que lo hagamos juntos, que con la camioneta íbamos a poder llegar o otros barrios, donde los gastos y las ganancias serían a medias. Lo que menos hicimos fue vender vinchas, veníamos con la camioneta por Merlo Gomez, justo por la estación de trenes, al costado sobre la banquina paradas, dos chicas, mas o menos de nuestra edad, mi primo las mira, me mira, volantea bruscamente deteniendo la camioneta, sobre la banquina, unos metros mas adelante de donde estaban estas chicas, me pide que lo acompañe, nos bajamos, fuimos a donde estaban ella y me dio una clase magistral de como "levantarse una mina", bueno convengamos que estas eran muy fáciles, yo siempre fui el patiño, el segundo, la sombra de mi primo y solo me remitía a escuchar y a tomar nota en mi agenda, ponía cara de nada y asentía todo lo que mi primo decía. Mariela y Alejandra eran sus nombres, Mariela unos 15 años, flaca, alta y media antipática, Alejandra, todo lo contrario, tendría unos 16 años, petisa, bien dotada, lindos pechos, muy linda cola  y  era excesivamente simpática.              

Abre fuego mi primo Martín

- Hola chicas, ¿como están? ¿Que andan haciendo, dos chicas tan bonitas solas por acá?

- Vendemos ropa en la calle, vendedoras ambulantes - Respondió Alejandra

Rápido, ágil y sin perder el equilibrio emocional Martín dijo

- Que casualidad!!! nosotros también vendemos en la calle, pero vendemos vinchas, tenemos con mi primo - señalándome- un taller con algunas máquinas de coser. ¿Ustedes saben cocer?

-  Si - Respondió Alejandra

Me mira mi primo, serio, pensativo, achinando los ojos haciendo un leve movimiento de cabeza de abajo hacia arriba, repetidas veces y me dice en un tono animado

¿Y si te digo que te Amo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora