Capítulo 17

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De todo lo malo tenemos que rescatar algo bueno, la adversidad, de vez en cuando, nos viene a empujar para desequilibrarnos. ¿Será que toda persona tiene asignada una adversidad, que vendría a ser algo así como un ángel de la guarda de la mala suerte?  

Nos acostumbramos a convivir con la adversidad, nos encariñamos, nos vamos a dormir con la adversidad y hasta hacemos cucharita, le prestamos atención con mirada desconfiada y atenta, le somos indiferente, la maldecimos, la arropamos, le contamos un cuento para que se duerma y nos de, por lo menos, cinco minutos de respiro, de tranquilidad, cinco minutos para cerrar los ojos y pensar en nada. Abrís los ojos, rápido, alerta, fruncís el ceño, perdés el Norte y caes en cuenta que la adversidad se transformó en un problema. 

Partamos del punto que toda persona tiene su umbral de tolerancia, algunos mayores y otros menores, quizás para una persona que viene manejando su auto, apresurado por que llega tarde a su reunión de trabajo, se queda sin nafta, se baja, empuja el auto al costado del camino, se sube, se sienta en el asiento del conductor, maldice y entiende esto como su problema, como su gran problema, como  "SU PROBLEMÓN"y comienza a golpear su cabeza contra el volante del auto y con cada golpe hace sonar la bocina del mismo, mientras repite, casi al borde del llanto, "¿Por que me pasa esto a mi?". Para esa persona, todo esto, es una tragedia y algo adverso lo transformó en un super problema. Quizás otra persona, una mamá, está con su hija paseando por el Shopping, se detiene a ver una vidriera, suelta de la mano a su hija de tres años, cuando gira para buscarla con la mirada, no la encuentra, comienza a buscarla por todo el shopping, gritando su nombre, habla con la gente de seguridad del lugar para comenzar una búsqueda inmediata, hace todo lo desesperadamente necesario para dar con ella, pero todo intento es en vano, nunca mas la volverá a ver... 

Guau, impactante, nuestro umbral de tolerancia ante la adversidad en esta situación fue desbordado, realmente eso es un problema, de hecho lo personalizamos de tal manera que asumimos que esa chiquilla de tres años, podría ser nuestra hija y desesperamos imaginando que esto nos pueda pasar a nosotros.

Cada uno asume sus problemas como tal, sea chico, sea grande, gigante o de dimensiones monstruosamente escalofriantes. Pero problema al fin.

Créanme, cuando deje la banda, cuando me quedé prácticamente sin amigos o cuando me quedé tan falto de Lola, creía todo eso como "MI PROBLEMÓN", mi gran problema, mi terrible desgracia, mi adversidad transformada en un demonio llamado "Problema"... Pero realmente no tenía ni la mas remota idea de lo que era un problema, esto era nada comparado con lo que estaba por venir...

Allá por el 99, esperando la llegada del nuevo milenio, mi primo Martín, como siempre inclaudicable, cerca mio para ayudarme, hizo todo lo posible para conseguirme un puesto de trabajo donde trabajaba el, fue así que comencé a trabajar en una cadena de supermercado, puntualmente en Coto, la función que desempeñaba era la de data entry para el sector de cómputos, me encargaba de cargar las boletas de compras de los proveedores al sistema de stock del supermercado. Una vez que comencé a trabajar allí, mis padres me prestaron el dinero para comprar un auto pequeño, fiat 147, para ir al trabajo. 

Para ese entonces mi hermana había construido en el fondo de casa, en el mismo terreno, donde antiguamente estaba el galpón que funcionaba como gallinero, su casa, la cual contaba con un living-cocina, baño, pasillo y una pieza, donde vivía con Aylen, el padre de Aylen y el nuevo integrante de la familia, Tomas, mi pequeño sobrino recién nacido. La casa de adelante se conectaba con la del fondo a través de un camino de Cemento el cual daba al patio de casa que estaba cubierto por una glicina, que en primavera daba una sombra y un perfume, lamentablemente inolvidable. Cuando venías desde el fondo, el acceso a la casa de adelante era a través de la cocina.

 Sábado de primavera, serían las siete de la mañana aproximadamente, entre dormido escucho, pasos descalzos y apresurados que venían desde el fondo hacia la casa de adelante, rompe en estruendo la puerta de la cocina quedando abierta en su totalidad, entre gritos y desesperación alcancé a escuchar a mi hermanda decir "No respira, no respira!!!"

Salté de la cama, mi papá me dijo "Saca el auto!!", mi hermana y mi papá se fueron para el fondo, volvieron con Tomas en brazos, subieron al auto y en menos de cinco minutos llegamos al hospital de Morón. Pero ya era demasiado tarde, Tomas había llegado sin vida al hospital, el informe médico notificaba muerte súbita. 

Una gran tristeza invadió nuestro hogar, había que apoyar a Carina, había que sostenerla, profesar el duelo y acompañarla en su duelo. Tratar que Aylen, con cinco añitos, se vea lo menos afectada posible ante esta situación que había sucedido. 

Dentro de la porquería que nos da la vida, ante estas adversidades, ante estos problemas había que ser fuertes, unidos como familia y de todo lo malo intentar rescatar algo bueno. Y lo bueno comenzó a llegar, mi primo pocho, mi primo Martín, mi prima Mony, Mi prima Estella, mi prima Eva, mi prima Lorena, mis tíos, mi amigo Colo, Lola, Karina Alejandra... Comenzaron a acercarse para dar su apoyo incondicional a Carina, a Aylen y a mis viejos. y cuando digo apoyo incondicional, hago referencia al verdadero apoyo incondicional, ese que se brinda desde el corazón y en forma desinteresada, no fue apoyo solo del momento, si no apoyo permanente que se extendió en el tiempo y siempre que Carina, Aylen o mis viejos necesitaban algo, ellos estaban, desde un beso, un abrazo, unas palabras o lo que fuera. Pero estaban, siempre estuvieron.          

¿Y si te digo que te Amo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora