Capítulo 17. [PARTE 1]

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Éste capítulo va a dividirse en dos partes, porque sino se iba a hacer muy largo. La parte que sigue la subiré en unos días. Espero que les guste.♥♥♥

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Bueno, hoy oficialmente cumplo dieciséis malditos años respirando en éste maldito mundo.

Y mis padres no tuvieron mejor idea que despertarme a los gritos para felicitarme por mi maldito décimo sexto cumpleaños y arrojarme una maldita cubeta llena de agua helada como tienen la maldita costumbre de hacerme en cada maldito cumpleaños mío desde mis diez malditos años, sabiendo ambos que yo apenas estaba saliendo poco a poco del maldito estado de coma profundo en el que estaba metida antes de que me gritasen.

Por poco no les tiro con todo lo que tenía a mi maldito alcance, pero sólo porque son mis malditos padres. Aunque estaba a punto de hacerlo. Ahora tendré una maldita y fuerte neumonía por culpa de ellos.

En fin. Es mi maldito cumpleaños, y me siento igual que todos los malditos días de todos los malditos años de ésta maldita vida. Me paro enfrente del maldito espejo, luego de haber estado un maldito rato en la maldita ducha con agua caliente para bajar un poco el maldito frío que agarró mi cuerpo por culpa de mis queridos padres. No parezco de una chica de dieciséis años. Mas bien, parezco de trece, a punto de pisar los malditos catorce. Capaz sea por mi estatura, por mi delgadez, por mi rostro... no lo sé, pero menos no me podría importar.

Como sé que en Facebook no me van a llegar los malditos saludos de cumpleaños de otras personas a excepción de mis malditos familiares, ya que oculté mi maldito cumpleaños para todos mis malditos contactos de Facebook, no me tengo que preocupar en comentarles un maldito "Gracias" cuando me saluden. Salvo a mis familiares, aunque ellos me saludan por privado. La única que publica toda una maldita Biblia en mi maldito muro es Lynn, junto con una maldita foto de nosotras dos, en donde siempre elige una en donde ella se vea bien, sin importar si yo salgo algo decente o no.

Me quité la maldita toalla de mi cuerpo, y me vestí con mi maldita ropa que suelo usar en mi maldita casa. A regañadientes, agarré mis malditos elementos que uso diariamente para combatir mi maldita diabetes, y me pinché el maldito dedo para medirme el maldito nivel de glucosa que hay en mi maldita sangre. Cuando pude apreciar el maldito resultado que salió en mi maldito glucómetro, agarré mi maldita jeringa llena de insulina y me pinché mi maldito brazo de una maldita vez por todas.

Sé que estoy maldiciendo mucho, pero es que hoy amanecí con el peor de los malditos humores. Será mejor que me calme de una maldita vez.

Como sea, guardé mis elementos en mi cajón de la mesita de luz al lado de mi cama, até mi cabello en un desordenado rodete, y salí de mi habitación, dando un fuerte portazo al salir que seguramente se habrá escuchado hasta en la continuidad espacio-tiempo. Bajé las escaleras con toda la flojera del mundo, y me dirigí bostezando hasta la cocina. Me senté en una de las sillas de la mesa, y hundí mi mejilla en mi puño, mostrando una impresionante cara de feliz cumpleaños incrustada en mi rostro.

Mamá, quien estaba mirando algo en su láptop, me miró de reojo y le dio un sorbito a su té.

—Qué humor que tiene la cumpleañera —dijo, y tecleó algo para luego cerrar su láptop—. ¿Se puede saber qué es lo que te ocurre?

Le sonreí con sarcasmo.

—¿En serio lo preguntas, mamá? —le dije, a lo que mamá se ríe—.

—Qué aguafiestas eres, Audrey —dijo mamá, negando con su cabeza mientras seguía sonriendo—. Deberías estar acostumbrada a éso.

—Teniendo en cuenta que solamente pasa éso una vez cada maldito año, no logro acostumbrarme.

Complicada. «Muda 3»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora