Capítulo 9.

73 6 2
                                    

Oh Dios, trágame tierra.

¿Qué rayos hace Nick en ésta clase de Taekwondo?

Sobretodo si tiene un cinturón negro. ¿Qué hace aquí? ¿No debería de estar con los de su respectiva clase?

Oh rayos, más razones para que mis padres piensen que me gusta Nick. Van a comenzar a creer que quise venir aquí sólo porque Nick viene aquí, por más que yo no haya tenido ni la más remota idea de que él asiste a éstas clases de Taekwondo. O que asistía a clases de Taekwondo.

Aunque, en mi defensa... les podría decir que yo quería venir a Taekwondo antes de conocer a Nick. Ésa es la pura verdad, si vamos al caso.

Pero igual. Nunca desaprovechan una oportunidad para joderme con Nick.

Me olvidé por completo de la manada de chicos de casi diez años observándome como si hubiese venido de otro planeta, y caminé hacia donde se encuentra Nick mientras ataba mi cabello en una coleta alta, el cual se encontraba tapándose su boca para ocultar la risa que se está aguantando desde que me ha visto ingresar por aquella puerta.

—¿De qué te ríes? —le pregunté cuando llegué a su lado—.

Apartó su mano de su boca, y me sonrió. Todavía tratando de aguantarse la risa.

—De nada —dijo, encogiéndose de hombros—. Excepto de que te pareces una niñita a la que le ha venido su primera menstruación. Sonrojada, con vergüenza, y con ganas de que la tierra se la trague lo más antes posible.

No sé cómo es posible que Nick haya descrito exactamente cada una de las emociones que tengo ahora mismo.

Ni siquiera me he dado cuenta de que me he sonrojado, y él lo notó al toque.

—¿Me equivoco? —preguntó, alzando una de sus cejas—.

Me crucé de brazos, mirando hacia cualquier lado que no sea su bello rostro.

Un momento, ¿qué? ¿Bello rostro? ¡JÁ! He visto chicos mejores...

—Sí —dije, respondiendo a su pregunta, pero me sonrojé peor que antes—.

—Seguro, por eso te has puesto más colorada que hoy.

—¡Hey! —me quejé, y lo empujé—.

Nick soltó una risa, y negó con su cabeza.

—Ya estás apta para que te de el cinturón amarillo —dijo Nick en broma—. A propósito, ¿qué haces aquí?

—Lo mismo pregunto por ti. ¿Qué haces aquí? ¿Y con cinturón negro?

—Vengo a Taekwondo desde que tengo siete años, y como la profesora es novia de mi tía, hace un año me ofrecí a ayudarla, así no tiene que soportar a todos estos niños ella sola. Y traigo el cinturón negro para que ellos me crean que sé hacer Taekwondo.

—Cualquiera se puede conseguir o comprar un cinturón negro.

—Sí, con la única diferencia que de verdad soy cinturón negro, y sé de Taekwondo. No me molestaría tener que poner en práctica algunas maniobras con ellos si me retan a ver si lo soy o no.

—Entonces es mejor no desafiarte.

—A menos que quieran quedar paralíticos de por vida, no les conviene hacer eso.

Solté una risita.

—¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

Miré mi uniforme.

—¿No es algo obvio? —me señalé a mí misma— Vengo a aprender Taekwondo.

—¿Y de quién te quieres defender?

Complicada. «Muda 3»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora