Capítulo 31. [ÚLTIMO CAPÍTULO].

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Me desperté con el horrible pitido de mi alarma.

Gruñí, y estiré mi mano con las pocas fuerzas que poseía hacia mi celular para intentar apagarlo. Palpé varias veces mi mesita de luz, y no daba con el maldito artefacto. La horrible alarma seguía sonando, y éso me desesperaba a tal punto de comenzar a dar golpes en la mesita hasta terminar empujando un objeto al suelo.

Escuché un ruido como de cristales rompiéndose.

«Por favor, que no sea mi jeringa», pensé con desesperación. Bajé mi cabeza hacia la cama y, por fortuna, no era mi jeringa de insulina.

Pero sí era mi celular.

—Demonios... —murmuré en silencio, y tomé mi celular en mis manos—.

Tenía una enorme y linda telaraña decorando su pantalla.

Y la alarma puta todavía seguía sonando.

Deslicé para apagarla de una maldita vez por todas, sintiendo las quebraduras que tenía la pantalla. Suspiré de exasperación, peinando mi corto cabello hacia atrás, e intenté buscar la galería para dar con la captura de la publicación de Samantha. Tardé muchísimo en encontrarla, pero una vez que la encontré, me quise pegar con un ladrillo en la cabeza.

La imagen no se ve un carajo por culpa de las quebraduras que tiene la pantalla. Y lo peor de todo es que la directora tiene la vista muy débil, por lo que apenas va a distinguir de si éso es una publicación de Samantha en Facebook.

Suspiré, y decidí enviarle la imagen a mi papá. Se la enviaría a mi mamá, pero: UNO, su celular, por alguna extraña razón, dejó de funcionar y necesita ahorrar dinero para comprarse otro; y DOS, ella no va a ir con nosotros a hablar con la directora, puesto a que anoche llegó bastante tarde por el casamiento y la fiesta de los recién casados, y debe estar muy cansada.

Una vez que la imagen le llegó a papá, me respondió:

"¿Para qué me la envías?".

Acerqué mi celular a mis ojos para ver un poco mejor, y comencé a escribir con dificultad. No veía mucho el teclado a causa de las quebraduras en la pantalla.

"Mi celular se cayó. La pantalla está hecha mierda, y no se ve nada de lo que dice la imagen. Apenas puedo escribir."


"Está bien.
Pero desde ya te aviso que vas a tener que esperar hasta tu cumpleaños para tener un nuevo celular."

Ruedo mis ojos. Ya me temía éso.

"Lo sé."

Una vez que le respondí a papá, dejé mi ya destrozado celular en la mesita de luz, y comencé a prepararme para volver al bachiller después de muuuuuchos días.

Mi corazón dio un vuelco a causa de los nervios.

Me siento como en mi primer día de secundaria.

**

En el auto con papá, íbamos escuchando la radio local de la ciudad. Informaban de un maldito embotellamiento por la carretera principal a la cual nosotros siempre solemos ir para llegar más rápido al bachiller. Ésta vez dicen que se va aligerando un poco el tránsito, pero que es muy posible que éso no se termine hasta pasadas unas horas.

Papá suspiró, y dobló hacia la derecha.

—Es irónico que la carretera principal que nos hace llegar más rápido al bachiller, nos haga llegar más tarde por culpa de los embotellamientos —dijo papá—.

Complicada. «Muda 3»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora