Capítulo 15 (Especial)

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(ADVERTENCIA: Quiero avisar antes de que leáis el capítulo de que está escrito de forma totalmente explícita. Todos está absolutamente detallado, por lo tanto si no os gusta este tipo de lectura, no continuéis leyendo. Si lo hacéis, espero que os guste)

Recorrieron el pasillo que conducía a la habitación de Peter en un completo silencio, mientras la tensión entre ambos hacía vibrar el aire. No se tocaban, simplemente caminaban juntos. Llegaron a la puerta y ambos tragaron saliva disimuladamente. Quill la abrió y se hizo a un lado para permitirle pasar, Kendra agachó la mirada y con las mejillas teñidas de carmesí, entró. Escuchó como se cerraba la puerta tras ellos y los nervios y la excitación aumentaron. Dejó su bolso encima de una silla y se pasó las manos por encima del vestido, luego miró bien el mueble y después a sus pies. Esos tacones la estaban matando y estaba deseando quitárselos, por lo tanto, se sentó y bajo la atenta mirada de Peter hizo intención de desabrochárselos.

-No, espera. Permíteme....- Quill se agachó frente a ella, mientras las cejas de su acompañante se alzaban con sorpresa.

Pasó delicadamente los dedos por el cierre del broche y le quitó ambos zapatos con delicadeza, cómo si él fuese el príncipe y ella Cenicienta. La mano de Peter se detuvo en su tobillo y sin pensarse muy bien lo que estaba haciendo, se inclinó hacia delante y le rozó la piel tersa de la pierna con los labios. Kendra contuvo el aire. Sus besos fueron subiendo muy despacio por su extremidad, mientras que su mano iba un poco adelantada por el camino y cuando ésta llegó justo por encima de su rodilla, antes que los labios de él, Kendra soltó un sonoro suspiro. Quill alzó la mirada y se encontró con unos ojos que lo miraban con lujuria y unos dientes que mordían con fuerza un atractivo labio inferior.

Sin querer esperar a que él hiciese nada más, lo agarró de la chaqueta y lo levantó con ella para juntar sus labios.  Peter enredó un brazo alrededor de su cintura, pegándola totalmente a él, mientras que sus dedos acariciaban su nuca con delicadeza. Sin despegarse de él, Kendra cogió la empapada prenda que le cubría los brazos y se la bajó, mientras tocaba y disfrutaba de su musculatura. Cuando volvió a rodearla, las manos de Quill apretaron su cintura y sus labios se deslizaron hasta su cuello, lo besó, lo lamió y lo mordió mientras ruidos incoherentes salían de la boca de ella. Una de sus manos ascendió por su espalda, hasta que tocó con los dedos el cierre de la cremallera, se apartó un poco para regresar a sus labios. Kendra enredo los dedos en su pelo e intensificó el beso juntando sus lenguas, las cuales parecían moverse de forma sincronizada. La cremallera de su vestido comenzó a bajar lentamente, la piel se le erizó al sentir el roce de las puntas de los dedos de Quill a medida que su espalada iba quedando al descubierto justo hasta el borde de sus caderas.

Peter se separó de ella para mirarla a los ojos mientras deslizaba los tirantes de la prenda negra hacia abajo. Rozó sus brazos y sus costados, hasta que finalmente el trozo de tela terminó arrugado en el suelo. Admiró su cuerpo con una lujuriosa mirada y tragó saliva. Esa mirada la excitaba más que cual otro roce, porque era una mirada que prometía muchas cosas, todas ellas dominadas por el placer. Agarró los bordes de su camiseta y tiró de ella hacia arriba, mientras él subía los brazos para facilitarle esa tarea. Recorrió su trabajado cuerpo con manos curiosas, bajo la atenta mirada de él, que se dejaba hacer sin decir nada. Tras unos segundos, no aguantó más esa separación y volvió a besarla, mientras sus manos se deslizaban hacia abajo, dándole un apretón en los muslos y agarrándolos con fuerza hasta que ella enrolló las piernas en su cintura. Al momento pudo sentir lo que había provocado en él y no pudo por menos soltar otro suspiro que Quill respaldó. El beso se volvió más fiero e impaciente, hasta que dieron contra el borde de la cama y Peter los tumbó a ambos con cuidado, para después ponerse encima de ella sosteniéndose sobre los brazos para evitar que tuviera que soportar su peso.

Peter Quill: historia de un forajido. #ChrisPrattAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora