Hunter

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Kendra dio el último golpe al saco de boxeo que tenía delante desde hacía media hora, este se sacudió de tal manera que parecía que iba a soltarse del gancho y estrellarse contra la pared. Se centró en acompasar su respiración, para luego dar un largo trago al realmente asqueroso batido de proteínas con el que había rellenado su termo esa misma mañana. Estaba en la zona de entrenamiento para los nuevos agentes de Seguridad Global Stark, justo en una de las últimas plantas –lo que implicaba que estaba bajo tierra- de la Torre de los Vengadores, irónicamente, muy por debajo de los jefes. Muchos de sus compañeros se habían parado para verla entrenar. Al principio pensó que era por sus pantalones ajustados y su camiseta corta que mostraba sus abdominales, pero a medida que pasaban los minutos se dio cuenta de que no la observaban a ella, si no sus movimientos. Su manera de moverse era bien diferente a lo que aquellos hombres y  mujeres habían visto. La grandísima mayoría de los que estaban allí, eran ex agentes de Shield, salvo algún que otro soldado y unos pocos mercenarios que preferían a Stark antes que a Hydra. Todos tenían prácticamente la misma formación militar, el mismo tipo de entrenamiento. Ella no. Mikaela le había enseñado movimientos diferentes a los habituales de combate. Cogió la toalla para secarse el sudor del cuello y el estómago mientras que algunos de sus compañeros seguían mirándola. Los ignoró con indiferencia y se colgó la bolsa de deporte del hombro, tenía una reunión con el Directo King en quince minutos y todavía debía ducharse, secarse el pelo y vestirse. Por suerte, tenían duchas privadas en el mismo campo de entrenamiento. Un punto a favor para Stark. Notó que la seguían cuando ya estaba a medio pasillo, se giró para encarar a quien fuera y casi se dio de bruces con un hombre moreno casi igual de alto que ella.

-Caray, eso es lo que yo llamo un cambio de opinión. –el hombre rio y Kendra se cruzó de brazos- ¿Supongo que no concederás autógrafos? –la miró de arriba abajo mientras parecía decidir algo- No, no tienes pinta de conceder autógrafos.- Aquello la desconcertó un poco.

-¿Autógrafos?

-Sí, he decidido que me acabo de hacer fan de tu forma de pelear. Bastante impresionante, aunque si me permites un consejo, princesa de la muerte, gira un poco más la muñeca cuando des un gancho. Harás más daño y te dolerá menos.

-Princesa de la muerte ¿eh? ¿Y si te digo que el dolor me da igual y que no acepto consejos de desconocidos y menos de mercenarios?

-Touché, encanto. Entonces te diría que tan solo harás un poco más de daño. Y te preguntaría como sabes que soy, que era, mercenario. Por simple curiosidad.

-Me resulta evidente. En primer lugar tu corte de pelo, lo tienes rapado, pero no lo bastante como para parecer un soldado. Barba de cinco o seis días, los agentes de Shield suelen evitarlas y me has seguido hasta aquí, ellos no lo harían pero tú sí, porque no eres militar. No es tan difícil.- El desconocido sonreía juguetón. La verdad es que parecía simpático.

-Ex.- la desconcertó de nuevo y le frunció el ceño- Ex militar digo. Soy un ex militar de….

-Déjame adivinar, las fuerzas especiales.

-Correcto, si sigues así acabarás ganando el premio gordo.- Esta vez, ella le devolvió una sonrisa con los labios cerrados. La de él era bastante más amplia.

- Que puedo decir, soy buena.- Un encogimiento de hombros acompañó esa afirmación.

-Sí, lo he visto. En fin, tengo que irme, supongo que nos veremos por aquí.

-Supongo.- Hizo un gesto con la mano a modo de despedida y siguió su camino hacia las duchas. No estaban lejos y una cosa que le gustó de ellas es que eran unas pequeñas salas individuales, con un banco para sentarse, toallas limpias y una mampara de cristal en la ducha. Se duchó lo más rápido que pudo y se concentró en secarse el pelo con la toalla hasta que consiguió quitarle la humedad. En unos cinco minutos estaría perfectamente seco tan solo con el aire, además era de esa clase de cabello que quedaba perfectamente ondulado sin necesidad de productos o planchas para darle forma. Se puso uno de sus traje-pantalón sin mangas que solía usar, se enfundó los guantes de cuero, puso un poco de rímel en las pestañas para espesarlas y salió hacia la taquilla que le habían asignado para guardar sus cosas. Subió a la planta 10, donde tendría lugar la reunión y al abrirse las puertas del ascensor se topó con una sala grande y espaciosa, con una mesa lo bastante grande para 100 personas, cuyas silla ya estaban ocupadas en su mayoría por un montón de agentes Reconoció muchas caras de Shield y otras de la sala de entrenamiento. Escogió estratégicamente la silla más cercana a la puerta  y cruzó los dedos esperando a que apareciera el Directo King. Había un ambiente palpable de nerviosismo y expectación. Mucho agentes se removían incómodos en sus sillas, no estaban acostumbrados a que les hicieran esperar. Un par de chicas se sentaron junto a Kendra, una era rubia con las puntas del pelo teñidas de rosa chicle y llevaba un bonito vestido con mariposa estampadas y medias negras. La otra chica tenía el pelo cortito y castaño y su flequillo estaba teñido de color turquesa, también llevaba un vestido, pero negro, junto con lo que parecían una especie de calentadores rasgados que le llegaban por encima de la rodilla y estaba hablando con la rubia apasionadamente. Ambas sonreían y parecían emocionadas. Rieron y se giraron hacia Kendra.

Peter Quill: historia de un forajido. #ChrisPrattAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora