Capítulo IX

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Neville estaba tan triste que apenas se percató de que yo iba acompañada al entierro de la abuela. Se limitó a aferrarse a la mano de Luna, que tan tranquila y sonriente como siempre, trataba de consolarle.

Por otro lado, Seamus sí se percató de que iba acompañada. Él era demasiado celoso, y no soportaba ver a otro que no fuera él mismo conmigo, soportaba a los gemelos, porque sabía que, si intentaba impedirles que se me acercaran, probablemente, sería el objetivo de alguna de sus bromas. Pero aquel día triste, estaba confuso. Esperaba encontrarme allí, agarrada a la mano de George Weasley, pero en cambio, se encontró la mano del hurón albino. Sí, entonces yo tampoco lo creía, pero no estaba como para fijarme si Draco me daba la mano o me pellizcaba el brazo, lo único que me importaba era que estaba ahí, y sirvió de apoyo durante todo el día.

En muy poco tiempo, había visitado demasiadas veces el cementerio. Aquel día, Harry estaba allí también, por casualidad; con él iba una anciana, que llevaba un bebé de unos meses en brazos. Según oí, era el pequeño Lupin, Teddy Lupin. Ese niño y yo estábamos casi en las mismas condiciones: huérfanos, solos, incomprendidos.

Esta batalla se cobró la vida de la gente que yo más quería. Durante la búsqueda de horrocruxes, mis padres y mi hermano fueron atacados por los mortífagos mientras ayudaban a una familia muggle a huir. Ninguno de ellos salió con vida del incidente. Y yo estaba refugiada con Molly Weasley y Ginny en casa de un familiar. Durante esos dos meses, sufrí un martirio. Ginny se marchó al mes a Hogwarts, y Molly y yo nos quedamos solas esperando a que el señor Weasley nos diera el aviso. Dos meses. Agosto y septiembre... Dos largos meses sin tener noticias de ningún Weasley. Supe que Ron estaría con Harry, Bill, escondido con Fleur en alguna parte... El señor Weasley venía a veces a vernos; él fue quien me dio la noticia de mi familia. Pero solía estar en el Ministerio para no levantar sospechas. Sin embargo, nadie sabía nada de Fred o George. Y el paso del tiempo, empezaba a castigarnos. Cuando volvimos a la Madriguera, a los dos días de llegar, los gemelos irrumpieron en mitad de la comida. Nunca olvidaré el abrazo que me dio Fred nada más verme... De ahí pasamos a la batalla, y el resto, es historia.

Draco y yo nos marchamos temprano del funeral, presintiendo que demasiada gente nos miraba, y que algún Weasley se acercaría para consolar a Neville. Él trató de distraerme todo lo que pudo; hoy me sorprendo de lo mucho que le he odiado sin conocerlo realmente. Draco no quiso dejarme en todo el día, y se lo agradecí como mejor sabía: dándole una amiga.

— ¿Seguro que no quieres tomar nada?

—No, gracias, Draco. No tengo apetito.

—Y lo entiendo, pero deberías recomponerte. Estás pasando por muchos problemas.

—Si yo te contara...

—Hazlo. —Le miré. Yo no estaba hablando en serio. —El callarte cosas, es lo peor que puedes hacer.

—Draco... Es solo que contarte todo lo que me ha pasado...

—No hace falta que lo digas todo. —Me interrumpió con semblante serio. —Dime qué es eso que te atormenta tanto. ¿Qué te tiene...en otro mundo?

—No eres quién para juzgar si estoy no en otro mundo, sinceramente, me estás conociendo. Además, acaba de morir la abuela de mi primo, muy cercana para mí... Que esté decaída es normal.

—Hoy. Pero ya lo estabas ayer, y anteayer... Todos los días.

Miré a otro lado. Draco quería sacar todo lo posible de mi interior. Y eso era algo doloroso, pues la raíz de mis problemas, era alguien a quien amaba.

—Venga.

—Deberíamos estar pensando en cómo deshacernos de los fantasmas.

—No cambies de tema.

—No lo hago. Pero creo que lo hemos apartado un poco de nuestras mentes.

—Bueno, tú no has vuelto a ver a Weasley, a ninguno de ellos, en verdad; no me he cruzado con ningún mortífago muerto. El único que danza de un lado a otro es ese desnarigado... Y con esto, es normal que hayamos querido distrernos.

—Pues volvamos a ello. Voldemort ya no existe como tal... Pero ha matado a una sana y fuerte mujer, de pronto.

—Voldemort siempre ha sido muy poderoso. Dices que tu novio ya no era él... Si tiene el poder para que Fred Weasley se vuelva malo, puede matar de un plumazo a una anciana.

—Nada de esto tiene sentido... Fred... Él era bueno, adoraba a su hermano... ¿Iba a odiarle tanto como para querer matarle?

—Seguro que ese pálido tiene algo que ver. —Al verle, su mirada se perdió en el rencor más profundo que podía existir, agarraba con furia su brazo, donde, sabía, había una marca horrible.

—Oye... Draco... Lo que te pasó... Lo que te hicieron... Sé que no es justo. Pero yo voy a estar aquí.

—Y yo también lo estoy para ti. El problema es que no quieres decir qué diablos te está matando.

Le miré fijamente... Tenía razón. Yo le exigía que me entregara su confianza cuando no estaba confiando yo en él. Pero, ¿cómo empezar? ¿Cómo contarlo?

—Weasley. George Weasley es quien me mata.

— ¿George?

—Sí. Hace un tiempo, descubrí que tenía crecientes sentimientos hacia él. Un día, ninguno pudo más. La marcha de Fred nos tenía muy abatidos, pero también muy unidos. George y yo...

—No me digas más. Es por eso que Fred le odia.

—Pero a mí no me culpa... Él piensa que lo he hecho porque le extraño demasiado y ver a George, era como verle a él... Sin embargo, George ha abierto una puerta, sin dejar tiempo... Fred lo ha llevado al extremo...

—De todas formas, Nikky, dudo mucho que Fred pueda profesar odio hacia su hermano. —En ese momento, recordé la pelea que tuvieron en el otro mundo, y supe que el odio entre ellos sí era posible. —Seguro que esto tiene que ver con Voldemort. Él tira de los hilos, estoy seguro...

Miré a Draco indecisa, esperando, no, deseando que tuviera razón... Ojalá todo fuera cosa de Voldemort.

Más que amor (George Weasley): Segunda temporada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora