Ahí estaba yo. Todos los días repetía la misma rutina. Frente a mí solía haber siempre un mundo de risas, alegría, valor, amistad y amor, pero entonces solo había un trozo de piedra con un nombre... Tu nombre.
Miré al cielo susurrando tu nombre al viento, pero solo el silenció me contestaba. Habían pasado ya varias semanas desde lo ocurrido con Nikky, y ni yo mismo sabía cómo había podido hacerlo. Ella no había vuelto. Cerré los ojos y recordé lo que sentí al verla entrar al Comedor y salvarme. No nos dijimos nada, porque ya nos lo habíamos dicho todo, y la pasada noche se demostró.
¿Si la quiero? Claro, con toda mi alma. Pero, hay más. No solo la amaba a ella, amaba a mi hermano, y su recuerdo. Sentía que le traicionaba. De alguna forma, en Nikky residía parte de su alma, y si yo me apropiaba de aquello, era algo egoísta, porque me apropiaba de él.
Volví a casa, porque ya no podía entrar a Sortilegios Weasley. Planteé cerrarlo. Tenía los papeles de la venta en la mesilla de mi habitación. Me tiré en la cama y hundí mi rostro en la almohada fingiendo no sentir nada, fingiendo no escuchar los llantos de mi madre cuando me veía entrar, más muerto que vivo, en casa; fingía no escuchar los lamentos de Harry cuando venía de visita y hablaba con mis hermanos; fingía no escuchar los golpes de mi padre en su taller cuando tenía la ventana abierta. Solo me tumbaba allí, y cerraba los ojos.
En mi habitación no había ni un solo espejo, porque te veía en los ojos de la gente y en mis sueños, no quería seguir viéndome, o a alguien que se parece a ti en todas partes. Cuando dormía, tú siempre estabas sentado a mi lado, sonriendo, no hacías más, y despertaba llorando. Tú no sabes qué es aquello.
Siempre hacía lo mismo, pero llegó un momento en el que todo se me hacía más pesado, y el colmo llegó cuando vi accidentalmente en el Callejón Diagón, el día que iba a entregar los papeles de la venta de Sortilegios Weasley, a Nikky con Draco Malfoy. Sí. Malfoy. Y lo peor es que la vi feliz, sonreía no como cuando estaba conmigo, yo solo la recordaba a Fred, y ella solo me recordaba a Fred. La amaba, pero Fred siempre estaba presente.
En ese momento me pregunté qué demonios hacía yo ahí. Todos rehacían sus vidas, de un modo u otro, pero la mía de resumía en una palabra que de repetía: Fred, Fred, Fred, Fred, Fred, Fred...
Arrugué el papel en mis manos y me fui corriendo de allí. ¿A dónde? Fui al lugar donde todo empezó.
Hay algo que nunca he contado a nadie, y es que Fred y yo hicimos un juramento de niños, y es que, siempre estaríamos juntos, y que si nos separábamos de algún modo, nos volveríamos a encontrar allí. Cerca de casa había una colina con un manzano plantado por nosotros. Un manzano solitario que creció de dos semillas. Fue como un presagio, de dos, solo crecerá una. Pero allí hicimos nuestro juramento, y caí de inmediato. Él no se había ido, Fred me esperaba allí arriba.
Subí la colina, justo en una puesta de sol, como aquella vez. El viento me abrazó, y me secó las lágrimas de los ojos. Hinqué las rodillas en la hierba bajo el manzano que plantamos y miré al cielo anaranjado. Estaba decidido. Me reuniría con él. De mi bolsillo saqué la varita y la agarré con fuerza.
—Fred... Por favor espera...
Cerré los ojos y me llevé la varita a la sien. Un Avada Kedabra y todo acabaría, pero cumpliría mi promesa. Estaba a punto de decirlo, solo necesitaba un impulso. El viento me arropó de nuevo y esta vez pasó algo más. Sentí como si alguien agarrara mi mano. Al mirar, le vi a él.
—Fred... —Dije llorando.
—George. —Miró la varita que ambos sujetábamos. — ¿Vas a hacerlo?
—Debo cumplir mi promesa...
Fred retiró la mano y asintió. Me dio permiso, dejó que me lanzara aquella maldición.
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Más que amor (George Weasley): Segunda temporada.
Fanfic❛❛ El destino se esconde a plena vista ❜❜ 2017 © | Charly Sawyer GEORGE WEASLEY | Harry Potter cover by @-reelle