Capítulo XII

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Escuché un chasquido detrás mía y al echar un vistazo, me alegré de ver a mi nuevo mejor amigo.

—Hecho.

—Bien, Malfoy. —Le felicité. —Ahora vamos a la parte más complicada... ¿Cómo diablos nos colamos?

—Teniendo en cuenta que ahí solo se esconde ella, no será difícil.

Miré la sonrisa burlona de Draco al hablar de ella. Durante ese mes anterior a que Fred reapareciera, Draco y yo habíamos seguido investigando, y al fin, habíamos averiguado lo que ocurría.

El mal tenía nombre y apellido, aunque me gusta abreviar con Cara Sapo. Escondida en la mansión Riddle, Dolores Umbridge estaba haciendo volver a Voldemort. Ya sabía yo que acabaría dando problemas...

Una lechuza gris sobrevoló la casa y llegó a nosotros. Traía consigo una carta, la cual abrí y leí.

—Seamus y Dean también están listos.

—Finalmente, ha sido buena idea reclutarlos. —Alagó Draco.

—Mientras Seamus no haga explotar la casa, estamos bien. —Mandé a la lechuza volar de nuevo. Esperamos unos segundos en silencio, y cuando ésta apareció de nuevo en el nocturno cielo estrellado y se marchó, supe que era la hora. —Vale, vamos allá.

Nos movimos siligosos entre la oscuridad, para no alertar a ningún chivato de que estábamos merodeando por ahí. La mansión Riddle era tenebrosa, grande y siniestra. Solo faltaban los rayos y una fuerte tormenta para dar ambiente. Con varita en mano, nos pegamos a la puerta, esperando a poder lanzarnos y atacar.

—Alohomora. —Susurró Malfoy e inmediatamente después la puerta se abrió.

Pasamos al interior de la casa. Por dentro era más sucia y horripilante que por fuera. Todo estaba desordenado y había telarañas por cada rincón al que mirases. Alzamos las varitas en posición de ataque y avanzamos con precaución. Al final de aquel feo pasillo, lleno de espejos, y con una horrible moqueta de color granate en el suelo, se hallaba una puerta entreabierta a la que nos asomamos con cuidado. Umbridge estaba ahí, y había remodelado la habitación a su estilo: gatitos, tazas de té y mobiliario de color rosa. Al otro lado de la estancia había unas escaleras por las que vi aparecer a mis amigos.

—Vale. ¿Estás listo?

—Por supuesto, acabemos con esta locura de una maldita vez.

Abrí la puerta y me acerqué sigilosa, seguida de Draco, Seamus y Dean al respaldo rosa del sillón en el que Umbridge tomaba el té. Una. Dos. Y tres.

— ¡Expeliarmus! —Exclamé y su taza salió volando. Se levantó de golpe y antes de sacar su varita, Draco imitó mi movimiento.

— ¡Expeliarmus! —Su varia salió disparada a la mano del rubio.

— ¡¿Qué significa esto?! —Chilló histérica.

—No se haga la inocente. Sabemos que es usted la que está haciendo todo esto.

— ¿Hacer el qué? ¡Yo no estoy haciendo nada!

Draco la amenazó más cerca con su varita y lo mismo hacía Seamus.

— ¿Nos cree estúpidos? ¡Sabemos la verdad! ¡Deténgalo ahora mismo! —Exclamó Seamus.

—Ya os estoy diciendo que yo no sé de qué me habláis.

Eché un vistazo por la habitación y me di cuenta de que no había nada sospechoso. Aún así, no me fiaba. Saqué un frasco de mi bolsillo y se lo pasé a Seamus.

—La ley del talión, amiga. Ojo por ojo, diente por diente. Trágatelo. —Seamus la forzó a tragarse todo el líquido y la verdad es que no me dio ni un poco de lástima.

Al poco tiempo, empezó a confesar cosas, incitada por el Veritaserum, pero no escuchamos lo que queríamos.

—Pero... —Draco no sabía en qué había fallado. Como líder del ataque, mandé que bajaran sus varitas.

—Está bien. Te creo.

—No puedes hacer otra cosa. —Objetó Dean. —Está dopada de Veritaserum.

—Ya lo sé, Dean. Yo he traído la poción. —Me acerqué a la bruja. —Bien, Umbridge, esto puede ser rápido si contestas, pero podemos quedarnos aquí toda la noche. ¿Quién ha hecho volver a Voldemort y por qué?

La bruja sonrío y nos mostró esa odiosa risita tan irritante. Draco echaba humo por las orejas, volvió a sacar su varita.

—Como no nos lo digas...

—Me soprende que estés trabajando con esta chica, Malfoy. Creí que tu familia era de buen ver. En fin, al menos, uno de ellos está cumpliendo.

— ¿Cómo? ¿Qué significa eso? —Pregunté.

Ella volvió a reírse irritantemente, clavó su mirada en el rubio y se rió más fuerte.

—Malfoy. Lucius Malfoy es quien ha traído de vuelta a Lord Voldemort. —Draco palideció más de la cuenta. Umbridge me miró a mí. —Y el por qué es más que obvio, ¿no, señorita Palmer? —Me sonrió maliciosamente. —Ya deberías saber lo que buscan...

Más que amor (George Weasley): Segunda temporada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora