04: "Esa no es la razón, Agnes."

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La caída había sido fuerte, y es que imaginen caer de un árbol de más de dos metros de altura. No tenía idea de cómo no había quedado inconsciente o siquiera de cómo no había muerto. Lo primero que hice fue revisar mi cabeza pero aparentemente todo estaba bien, pues no había sangre en mis manos al pasarlas por esta.

-¡Agnes! –escuche a Jack gritar, corriendo con prisa hacia mí–. ¿Estás bien?

Me pregunto poniéndose de cuclillas en frente mío y recién me daba cuenta de que no usaba una remera, ni zapatos. Solo tenía una sudadera gris puesta, dejando a la vista su abdomen marcado.

-Si –intente levantarme y entonces sentí un fuerte dolor en mi tobillo izquierdo–. Estoy bien

Volví a intentar ponerme de pie pero dolía demasiado y a poco logre mantenerme en equilibrio sobre el que no me había lastimado.

-¿Segura? –me miro dudoso, colocándose de pie

-Si –volví a responderle

Mi orgullo era más importante, luego de la gran vergüenza que había pasado al espiarlo en su cuarto mientras besaba a su novia...

Tome una bocanada de aire e intente caminar hacia mi auto pero un paso y caí al césped de nuevo, dejándome aún más en ridículo.

-Tranquila Agnes –sentí como me alzo en sus brazos–. Sé cómo curar una torcedura

Dijo de manera divertida, recordándome la vez que le dije que sabía cómo curar un corazón roto, así que hizo que me riera, aun avergonzada de todas formas.

Camino conmigo en sus brazos hasta entrar a su casa, donde me dejo recostada sobre un gran sofá blanco. Jack se alejó de mi vista por algunos minutos, los suficientes como para apreciar su elegante y bien decorada casa. Las paredes blancas, almohadas negras y rojas, una alfombra negra, piso de cerámica, un gran candelabro de plata sobre mí y distintos cuadros de la familia. El que más llamó mi atención fue el que se encontraba sobre la chimenea, donde posaban los tres en un fondo que parecía ser la playa. Quien suponía era su padre, tenía la cabellera hasta el cuello, lacia y oscura, al igual que sus ojos, un bigote y barba corta, y vestía de traje. La mujer al lado de Jack, era pelirroja ondulada, su cabellera era larga, tenía un recogido intermedio, ojos azules y una sonrisa realmente hermosa.

Su familia era perfecta físicamente.

Jack regreso con dos bolsas de hielo, dos pañuelos y una cajita blanca. Se puso de cuclillas y retiro mi sandalia negra con cuidado, mientras yo me quejaba internamente por el dolor con el tacto.

-Está comenzando a hincharse –dijo envolviendo mi tobillo con uno de los pañuelos y después puso la bolsa de hielo sobre este–. Podría estar roto

Mi rostro de terror le causo gracia. Coloco una venda alrededor de mi tobillo para que el hielo se sostuviera en el lugar, y después se sentó a mi lado, con la caja sobre sus piernas.

-¿Algo mas además del esguince? –me pregunta mirándome de arriba hacia abajo

Revise mi cuerpo y encontré dos raspaduras en cada codo. Se acercó más a mí y humedeció el otro pañuelo con el hielo que comenzaba a derretirse. Paso este por mis raspaduras, produciendo que me ardiera al punto de hacer una mueca de dolor que lo hizo sonreír.

-Disfrutas de mi sufrimiento –lo acuse

-No, solo me causa gracia porque no tengo idea de que hacías subida en ese árbol mirando a través de mi ventana

Mis mejillas arden pero agradezco que este tan ocupado curando mis heridas que no ha notado lo rojas que se han puesto.

-Me imagino que crees que soy una acosadora –dije tímida, cerrando los ojos con fuerza

CHICO MISTERIO || #DTS2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora