[15] Día 22: Odio a Mike Lex.

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Después de que Camila me echase de su habitación y todos los cigarros que me quedaban se consumiesen, no conseguí conciliar el sueño. Lo admito, estaba como una imbécil mirando mi teléfono móvil por si Camila me daba alguna explicación o, al menos, me pedía perdón. Por supuesto, eso no pasó.

Me moría por hablar con ella, pero no iba a ser yo quién fuese a suplicar a su habitación. Si Camila quería algo de mí, vendría. Era ella la que debía hacerlo.

Eran las ocho de la mañana cuando decidí levantarme de la cama, recoger mi maleta y la guitarra y dirigirme al autobús. Esta vez sería la primera y no tendría que escuchar las broncas de mi hermano, Joey y Keir. No me apetecía en absoluto. Solo quería tumbarme en la cama e intentar descansar de una puta vez.

Me equivocaba, llegó alguien antes que yo. No me molestaría si no fuese él. Mike Lex estaba en la puerta del bus, supongo que esperando que alguien le abriese, y llevaba una maleta casi tan grande como su ego.

— ¿Y esa maleta? Cabes dentro.

1, 2, 3, 4... mierda. Os prometo que esa no es la contraseña del bus. Lo juro por todas las tartas del mundo.

Mike no respondió. Genial, en realidad no quería hablar con él ahora (ni nunca). Entró detrás de mí y se tumbó en la cama de Camila. Espero que esto no signifique que voy a tener que verles dormir juntos porque no estoy emocionalmente preparada.

— Creo que sabes perfectamente que esa es la cama de Camila, ¿Verdad?

No estaba defendiéndola, en absoluto, solo me molestaba la presencia de Mike en el planeta tierra, sobretodo si estaba cerca de mi.

— ¿Cual puede ser mi cama?

¿De verdad quería que respondiese a eso? Porque tenía una lista de unas 500 respuestas que podrían ofender al gilipollas de Mike.

Debajo del autobús para que lo atropelle el conductor.

En el suelo.

En el techo, quizás con suerte se va volando.

En el contenedor de la basura.

En el baño.

— Dime un número del 1 al 5.

— ¿Qué?

— ¿Estás sordo o no sabes contar?

— Lauren, déjame en paz un ratito si no me vas a responder a lo de mi cama.

— Si no hay número, no hay respuesta.

Vaya, no es tan tonto como creía. Quizás tenga preescolar o algo parecido. Qué decepción.

— El 5 mismo —dijo de repente.

Sabía que no me equivocaba. Sí que es tonto.

— Duerme en el retrete.

¿No os parece maravilloso mi sentido del humor?

— Qué ordinaria eres, Lauren.

— Perdóneme, señorito Lex. No pretendía ofenderle.

Me senté en el sofá hasta que llegaron los demás. Ni de coña compartiría espacio vital con Mike.

— Cariño, Lauren me ha dicho que tengo que dormir en el retrete.

Parecía un bebé llorándole a su mamá y yo estaba orgullosa de mi misma. Desde aquí quiero agradecer a mis padres que decidieran no usar condón. Gracias. Espero que Camila no me decepcione y se ría.

Pasaron 3 segundos y no escuché una carcajada de Camila, así que me giré preocupada. Quizás mi magnífica broma había hecho que se desmayase o algo parecido.

Instant Crush [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora