Capítulo Uno

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Prof: La clase ha terminado (anunció la profesora) Les deseo unas lindas y felices vacaciones. ¿Jose Manuel? Me gustaría hablar contigo antes de que te marches.

Por el tono de su voz, Joss pudo adivinar que la profesora no estaba contenta. El resto de los alumnos de octavo grado desfilaron hacia la puerta del salón de clases no sin antes lanzarle rápidas miradas burlonas a Joss. A menudo algunos estudiantes (más bien un pequeño grupo de tres estudiantes) trataban a Joss con una mezcla de mofa, suspicacia y, ocasionalmente, por ser hijo de una simple camarera.
Después de amontonar sus libros sobre su pupitre, Joss se aproximó a la señora Rogers.
J: ¿Algún problema, señorita?
La profesora revolvió algunos papeles.  «Está nerviosa, no es mal indicio», pensó Joss. La profesora se ajustó las gafas sobre la nariz y le dirigió una mirada fría y directa al niño. Esa forma de mirar a menudo molestaba a la gente y tras observarlo fugazmente, ella apartó la vista.
Prof: Jose, se trata de tu proyecto para el trabajo experimental de ciencias.
J: ¿Sí?
Prof: Tendrás que admitir que tu proyecto es... poco ortodoxo.
No había nada de malo en ello. Joss esperó, haciendo pesar su silencio.
J: Mm.
Prof: Me gustaría que eligieras otro tema (dijo al fin la señora Rogers penosamente)
J: No.
Prof: Comprendo por qué quieres trabajar en ese tema. Pero no es aceptable. ¿Es que no lo ves? (la profesora Rogers le preguntó a Joss con un tono suave y maternal)
Joss adelantó la barbilla con gesto decidido. Ya tenía una madre que, por lo demás, nunca se dirigía a él en ese tono.
J: Es una manera lógica de resolver un problema que nadie más ha sido capaz de solucionar.
Prof: Pero Jose Manuel, se trata de tu madre.
J: Ella no es lógica. No percibe el problema. Por lo tanto es improbable que intente solucionarlo. Estoy seguro de que este experimento será la solución.
Prof: Lo siento, Jose Manuel, pero no puedo autorizarlo. Al menos, no sin el consentimiento de tu madre.
J: No (dijo apretando los puños) Si ella lo sabe se alteran los resultados.
La señora Rogers suspiró.
Prof: Lamento decirte que es mi última decisión. Sin el permiso de tu madre por escrito, tendrás que elegir otro proyecto. Incluso con su permiso, no estoy muy segura de poder aprobarlo. Es demasiado... demasiado... (se encogió de hombros, desolada) Jose Manuel eres un chico inteligente. Y tu intención es noble. ¿Pero, no te das cuenta de que no es apropiado?
Otra vez utilizaba ese tono. Joss apretó los labios y volvió a mirarla airado.
J: ¿Es su última palabra?
Prof: Me temo que sí. Tienes dos semanas de vacaciones para pensar en el proyecto.
J: ¿Y si me opongo?
Prof: Entonces tendré que hablar con tu madre.
J: Usted se da cuenta de que no me deja ninguna opción, ¿verdad?
Prof: Lo siento.
J: Yo también (murmuró) Ha sido un placer trabajar con usted, señora Rogers (dijo finalmente)
Prof: Para mí también, Jose Manuel.

Joss volvió a su pupitre con la carpeta que le había entregado la profesora. Se quedó mirando la pila de libros, mientras su cerebro funcionaba con airada prisa. La señora Rogers no cambiaría de opinión y no podía arriesgarse a que su madre se enterara del experimento.
Dadas esas dos premisas se puso a buscar una solución. Le bastaron unos cuantos segundos para escoger una de las opciones más intrigantes. Una leve sonrisa jugueteó en sus labios. Era una opción muy delicada.., pero los posibles resultados bien valían el riesgo.
J: Gracias, señora Rogers. Ya encontraré una solución (dijo al tiempo que se ponía la mochila en los hombros)
Prof: Me alegro, Jose Manuel (dijo la profesora con una gran sonrisa de alivio) ¿No te llevas tus libros?
J: No me hacen falta.
Ella no pudo evitar reírse ante la seguridad de su tono. El ingenio del chico inquietaba a la mayoría de la gente, aunque él nunca había comprendido la razón.
Prof: Me imagino que no. Probablemente ya lo tienes todo memorizado.
J: La mayoría de las cosas (le expresó Joss mientras se dirigía a la puerta, añadiendo) Adiós, señora Rogers.

Salió del aula con la mente muy ocupada en planificar lo que haría en los próximos dieciséis días para lograr lo que se había propuesto. Pero a él le gustaban los buenos desafíos.
Y sin lugar a dudas, encontrarle un marido a su mamá sería el desafío más grande de todos.

=Un Marido para Mamá=Donde viven las historias. Descúbrelo ahora