Capítulo Diecisiete

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Experimento "Un Marido para Mamá"
Informe sobre el desarrollo de los acontecimientos

Los experimentos resultaron bien. Jose Manuel hizo exactamente lo que yo esperaba. Me gusta Jose, me gusta como esposo de mi mamá y como mi padre. Es un poco severo y estricto, pero buena persona. Incluso después de descubrir lo que yo había hecho, no puso el grito en el cielo, ni nada. Aunque siempre me llama «chico», no me trata como si lo fuera. Ahora me está castigando por mentiroso, pero está bien. El castigo va a ser divertido, si exceptuamos la limpieza de la cabaña. Siempre quise ser vaquero, aunque sea por un par de semanas.

Y le conté lo de irnos. Se puso como loco. Pero al menos lo sabe. Puede ser que logre detener a mamá. No quiero irme a de aquí. Quiero quedarme en la Ciudad de México. Y quiero quedarme con Jose. La verdad es que quiero que Jose sea mi papá.

Experimento 3: Vivir en casa de Jose Manuel + Situaciones Románticas = Amor.

Objetivo:
Pienso que la gente se enamora más rápidamente cuando pasan juntos mucho tiempo. Pero eso no le sucede a mi mamá. Se le da muy bien decir ¡No! Y por alguna estúpida razón Jose parece tomárselo con calma. Así que tendré que buscar el modo de apresurarlos un poco a fin de poder disfrutar de un padre antes de cumplir los cincuenta.

Procedimiento:
Provocar encuentros en lugares donde se puedan besar.

Jose Manuel e Isabel estaban discutiendo en su espacioso despacho.
JM: ¡Al diablo con la suave persuasión! Tendría que haber sabido que nunca funcionaría contigo (gritó enojado) ¿Qué quieres decir con eso de que te marchas?
I: ¿Y qué tiene de malo? (gritó ella también, contenta de que la gruesa puerta del despacho aislara las voces del resto de la casa)
JM: Yo no vivo ahí y tampoco deberías hacerlo tú.
I ¿Te das cuenta de que eso es una ridiculez?
JM: ¿Soy ridículo? ¿Por qué? ¿Porque quiero que te quedes aquí? ¿Porque soy capaz de admitir que sucede algo especial entre nosotros, mientras que tú siempre intentas escapar?
I: Yo no huyo. Solo deseo volver a casa.
JM: ¿A casa? ¿Por qué no lo dijiste antes?
I: Porque hasta ahora no se había presentado la ocasión (balbuceó)
JM: Recuerda que acordamos ser honestos el uno con el otro. Entonces dime, ¿por qué te vas a ir? Recuerdo que me dijiste que no tenías raíces y tampoco un hogar como el mío.
I: Y no los tengo. Es lo más parecido a un hogar que alguna vez haya tenido.
Hogar. Qué extraña sonaba esa palabra, pero si se reconciliaba con la tía Esther y el tío Ben, ella y Joss tendrían una familia y raíces. Por fin podrían pertenecer a un lugar en vez de andar dando tumbos por toda la Ciudad de México.
JM: ¿Todavía piensas que es un hogar después de diez años de ausencia?
I: Desde luego (dijo a sabiendas de que no era cierto)
JM: ¿Tienes familia allí?
I: Un tío y una tía (admitió) Últimamente mantenemos correspondencia y han expresado su deseo de que vuelva con ellos. Quieren conocer a Joss y que olvidemos los problemas del pasado. Ya no son tan jóvenes y no sé cuánto tiempo podrán valerse por sí mismos. Me parece que lo correcto sería regresar (dijo encogiéndose de hombros)
JM: Ir allá para reconciliarte con ellos y echar raíces, ¿no?
I: Veo que has estado hablando con Joss.
JM: Te confieso que un poco y puedo asegurarte que él no está ansioso por marcharse de aquí. Y yo tampoco estoy ansioso, ni quiero que te vayas.
¿Por qué sintió la urgencia incontrolable de arrojarse en sus brazos y confesarle su deseo de quedarse ahí? ¿Por qué de pronto se le hacía tan dura la idea de volver a su ciudas natal? ¿Y por qué una parte de su ser se empecinaba en negar ese deseo?
I: Tomé la decisión de regresar mucho antes de conocerte.
JM: Y ¿Ahora que ya nos conocemos? (Jose le puso las manos sobre los hombros) ¿Ahora que nos hemos acariciado, que nos hemos besado?
Isabel luchaba entre dos fuerzas opuestas. Por una parte, el anhelo de encontrar un hogar en los brazos de Jose y por otra, el miedo a repetir su fracaso sentimental. Y ganaron las voces del miedo.
I: Mira, yo me marché de casa en circunstancias desgraciadas (le murmuró intentando controlar su emoción y sus lágrimas)
JM: Te casaste y eso no funcionó, pero al menos...
I: Estaba embarazada (dejó escapar casi sin aliento)
JM: O sea que tuviste que casarte por obligación.
I: Mis tíos no querían que me casara. Querían que tuviera al bebé y luego lo entregara en adopción. Pero yo me escapé y me casé con Luis Jose.
JM: ¿Joss sabe la verdadera historia?
I: No se lo he contado, pero si alguna vez me lo pregunta, seré franca con él. No sirve de nada mentirle. Todo lo que tiene que hacer es mirar la fecha de mi boda en el certificado de matrimonio y compararla con la de su nacimiento. No le costará nada imaginarse lo sucedido cuando vea que hay siete meses de diferencia.
JM: Es muy difícil engañar a un chico como Joss
I: Yo no pretendo engañarlo. Entre todos sus fallos, Luis Jose tuvo un gesto honorable al casarse conmigo. No fue fácil para él. Es un aventurero por naturaleza así que fue muy valeroso al casarse conmigo cuando todo su instinto lo empujaba a tomar el primer autobús que lo llevara lejos de la ciudad.
JM: Así que se marchó después de cinco años? ¿Por qué se quedó tanto tiempo?
Isabel apretó los labios para evitar que Jose notara su temblor. Todavía el recuerdo le parecía una oscura pesadilla.
I: No se quedó. Se marchó a la primera oportunidad que tuvo. Un mes antes del nacimiento de Joss, para ser exactos.
JM: Un mes antes, que bastardo...(Murmuró Jose al tiempo que intentaba controlar su furia) Y te pasaste los siguientes cinco años persiguiéndolo, ¿no es verdad?
Al oír a Jose, le pareció que su conducta había sido patética. Pero era tan joven entonces y estaba tan asustada. Y tan pobre. En su larga lista de necesidades, el orgullo ocupaba el último lugar.
I: Algo como eso.
JM: ¿Y qué te impidió continuar siguiéndolo? ¿Marisa Mayers?
I: No, eso habría podido sobrellevarlo. La razón es que hirió a Joss. Le dijo cosas imperdonables. Y entonces me di cuenta que era mejor nada a un mal padre.
Además en ese tiempo había descubierto que podía arreglárselas sola.
JM: Lo siento, Isa. Debes saber que no todos los hombres son como Luis Jose.
Unos golpes en la puerta le ahorraron la respuesta. Edith asomó la cabeza sonriendo.
Ed: La cena está servida. La señora Esperanza llegó cuando tenían su pequeña discusión. Así que decidió esperarlos en el comedor con el joven Josa. Y me pidió algo fuerte para beber.
JM: Sirve ya, Edith. Estaremos allí en un minuto (dijo Jose)
Cuando la puerta se hubo cerrado tras ella, Jose se volvió a Isa y le dijo:
JM: Esta discusión aún no ha terminado.
I: En lo que a mí respecta no hay más que agregar. Ya que Joss te lo ha dicho, puedes comprender que una relación entre nosotros es imposible.
JM: Eso lo veremos (añadió Jose con calma) ¿Vamos a cenar?
Para alivio de Isabel la cena estuvo muy agradable. Esperanza los entretuvo con historias de la agencia, de las muchas parejas que allí se habían formado, especialmente de los casos más recientes. En un momento, en mitad de una anécdota, Esperanza miró a Joss.
E: Dios bendito, parece que es hora de que cierto jovencito se vaya a la cama.
Isabel le echó una mirada a su hijo. Se había quedado dormido frente del puré de patatas. Junto a su silla Miss Mopsey roncaba suavemente, al parecer tan exhausta como su amo.
JM: Lo llevaré a una de las habitaciones de invitados. La casa de los trabajadores puede esperar una noche más (dijo Jose limpiándole parte de la cara con una servilleta. Isabel se levantó de la silla)
I: Gracias, Jose... No sé qué le sucede a este chico. Nunca lo había visto tan agotado. Se diría que se ha pasado todo el día trabajando en vez de dedicarse a explorar el rancho.
Jose Manuel reprimió una risita.
JM: Tienes que acostumbrarte, Isabel. La vida en un rancho puede ser más agotadora que la de la ciudad. Pero no le hará daño.
I: Estoy segura de que tienes razón. Probablemente le hará bien (comentó al tiempo que observaba a Jose acomodar al chico en su hombro)
Unos delgados brazos le rodearon el cuello a Jose. Esa visión hizo que los ojos se le llenaran de lágrimas.
I: No toma demasiado aire puro como a mí me gustaría (agregó aclarándose la garganta)
JM: No me digas que estamos de acuerdo en algo. ¿Así que estás dispuesta a admitir que la vida del rancho le hace bien?
I: Bueno, al menos eso entra en el noventa y nueve por ciento de las afinidades (replicó Isabel en tono jocoso)
E: Noventa y nueve punto cuatro (99.4%) (Corrigió Esperanza, al tanto de lo que Jose e Isabel conversaban) Como me pediste, introduje la información revisada en el formulario de personalidad en la base de datos. Y arrojó ese porcentaje de afinidades. Creo que los cambios mejoraron las posibilidades. Así que me parece que todavía estás atada a mi nieto. Aunque mejor es el diablo (exclamó alzando su copa hacia ellos)
JM: Oye, ¿tú de qué lado estás? (rio Jose antes de subir a Joss a la habitación de huéspedes)

=Un Marido para Mamá=Donde viven las historias. Descúbrelo ahora