Capítulo Trece

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JM: Es un poco pronto para decirlo, ¿no te parece? Aunque lo estoy considerando seriamente (añadió al ver que Joss lo miraba fijamente. Jose pensó para sí mismo “Ah, si no hubiera sido por ese maldito beso”)
Joss adelantó la barbilla.
J: Sabes que soy parte del paquete, ¿verdad?
JM: Ya lo sé (respondió Jose con suavidad)
Joss se relajó.
J: ¿Quieres ver mi habitación?
JM: De acuerdo (dijo Jose mientras lavaba el vaso)
La habitación de Joss resultó ser una revelación. En un rincón había una pequeña cama desprovista de su colcha.  Grandes cajas de cartón, con las ropas del niño cuidadosamente dobladas, se apilaban contra una pared. El resto del espacio lo ocupaba un gran escritorio con un costoso ordenador del diseño más reciente que había en el mercado. De inmediato se dio cuenta cuáles eran las prioridades de Isabel.
JM: Es un ordenador magnífico.
Joss lo miró vacilante.
J: Verás. En el colegio le aconsejaron a mamá que me comprara uno (dijo al oír el comentario de Jose) Es mejor que lo sepas de inmediato. Yo soy inteligente (agregó a toda prisa, sin aliento)
JM: Me he dado cuenta de ello.
J: No. Lo que quiero decir es que soy verdaderamente listo. Alarmantemente listo. Así que si eso te molesta, sería mejor que me lo dijeras antes de... (Sin terminar la frase se volvió al ordenador) Antes de que nadie pueda resultar herido (agregó atropelladamente)
JM: Joss, mírame por favor.
A regañadientes, Joss se volvió hacia él.
JM: Escúchame, por favor. A mí no me molesta (dijo al tiempo que sentía clavados en su rostro los ojos verdes del chico, con un desesperado brillo de esperanza en su aprensiva mirada) La inteligencia me gusta. Incluso el ingenio, que a otras personas podría asustar. Yo no tengo ningún problema con eso y tampoco lo tendré. ¿De acuerdo?
J: De acuerdo (murmuró con la barbilla temblorosa)
Justo en ese momento se abrió la puerta.
I: Ya veo dónde se habían metido. ¿Todo bien?
J: ¡Fantástico! Jose sabe de ordenadores tanto como yo.
I: Vaya. Eso es todo un cumplido si viene de mi hijo.
Isabel se había cepillado el pelo que le caía sobre los hombros.  Llevaba puesta una ligera blusa gris de manga corta que hacía juego con los pantalones color negro.
JM: Estás preciosa (dijo Jose)
Y realmente lo estaba. Los pantalones realzaban sus interminables piernas y caderas, mientras que el pálido tono gris hacía resaltar más intensamente el color de sus ojos. 
JM: ¿Lista para partir?
Ella evitó su mirada, concentrándose en su hijo.
I: Te llamaré desde el restaurante para darte el número de teléfono. Y también te enviaré a la señora Warez. Y no le abras la puerta a nadie. ¿De acuerdo? (dijo al tiempo que lo besaba en la cabeza)
J: De acuerdo mamá. Adiós y que se diviertan (dijo Joss intencionalmente)
Apenas la pareja se hubo marchado, puso en marcha el ordenador con el ceño fruncido. Parte del plan ya estaba funcionando. El ordenador había elegido al hombre perfecto como padre. Pero su mamá era el gran problema.

=Un Marido para Mamá=Donde viven las historias. Descúbrelo ahora