Capítulo Dieciocho

257 29 0
                                    

Isabel siguió a Jose Manuel por la escalera. Este abrió la puerta de una habitación junto a la de ella.
I: ¿Por qué estás tan seguro de que hacemos una buena pareja? ¿Porque lo dijo el ordenador? (preguntó al tiempo que retiraba las ropas de cama hacia atrás)
JM: No es por eso (respondió mientras desvestía a Joss y suavemente lo arropaba con las mantas).
I: Entonces es por lo del Beso, ¿no?
JM: Sí (murmuró al tiempo que con mucha delicadeza se acercaba a ella) ¿No sentiste tú lo mismo?
Isabel apagó la luz y ambos salieron sigilosamente al pasillo cerrando la puerta del cuarto tras de ellos.
I: Fue solo una respuesta física. Un beso no es suficiente razón para basar una relación estable.
JM: Pero es un buen comienzo (contestó al tiempo que acorralaba a Isabel contra la puerta de la habitación) Podría decirse que es una tradición familiar.
I: ¿Besarse? (preguntó incrédula en el pasillo en penumbras)
JM: Eso es. Verás, de acuerdo a la leyenda, los Álvarez siempre reconocen a su alma gemela cuando al fin se encuentran y se besan.
I: ¿Y cómo lo saben?
JM: De la misma manera que lo supiste tú. A través de un beso.
I: No, no digas eso.
JM: Es justo que te diga la verdad.
I: Parece que no entiendes que no quiero mantener una relación con nadie.
JM: Eso ya lo has dicho claramente. Sin embargo la pregunta que resta es ¿por qué?  He oído la opinión de Joss sobre el asunto. Me falta oír la tuya.  Pero no esta noche. Ambos estamos cansados. Cuando quieras hablar, yo estaré aquí para escucharte. Buenas noches (murmuró al tiempo que le acariciaba la mejilla y darle un beso sonoro en la otra mejilla)
Una vez en la habitación que Jose Manuel le había asignado, Isabel miró a su alrededor con un hondo suspiro. Era más amplia que todo su apartamento, sin incluir el cuarto de baño adjunto.
Un momento más tarde se puso a buscar entre las cajas hasta que encontró el álbum de recortes en la más pequeña.  Junto con sus rosales era su bien más apreciado. Lo dejó sobre la inmensa cama adornada con cuatro delgados pilares de madera torneada.
Después de desvestirse y ponerse una camisa de algodón, se dejó caer sobre la cama junto al álbum. ¡Craso error! 
Instantáneamente un extremo de la cama se vino abajo y el colchón se inclinó violentamente hacia la pared enviándola de una voltereta contra la cabecera. Tras golpearse contra la dura madera de roble quedó enterrada bajo los almohadones y la ropa de cama. Con un grito apagado intentó zafarse del lío de ropa que la envolvía.
Justo en ese momento se abrió la puerta y se produjo un instante de absoluto silencio seguido de una risilla apagada.
I: Seas quien seas, no te atrevas a reírte (ordenó furiosa)
JM: Lo siento (Isabel escuchó la voz de Jose que se aproximaba) ¿Necesitas ayuda? (preguntó con exagerada seriedad)
Isabel con toda su alma le hubiera gustado rechazar su ayuda. Pero, considerando su ridícula posición, no se atrevió a hacerle frente.
I: Sí, no me vendría mal (dijo con un suspiro de derrota) Si no te importa.
JM: Con todo gusto (dijo Jose al tiempo que la alzaba con cuidado sin dejar caer la sábana que la cubría) ¿Se me permitiría preguntar qué ha sucedido?
Ella hizo una mueca al tiempo que se envolvía más aún en la sábana de colores.
I: Es tu cama. Así que tú deberías decírmelo.
JM: Espera un minuto.
I: Muy bien.
Jose Manuel retiró el colchón y las ropas, evitando pisar los recortes del álbum desparramados por doquier.
JM: Parece que los largueros de la cama se han despegado de la cabecera. Tienes suerte de que todo el armatoste no se haya caído en tu cabeza.
I: ¿Y cómo se desprendieron?
Jose Manuel recogió los tornillos que había encontrado juntos debajo de la cama.
JM: Con una llave inglesa.
I: Pero.. ¿Por qué?
JM: Te informaré cuando lo descubra. Mientras tanto iré a buscar unas herramientas para ajustar los pernos.
En ese momento se abrió la puerta y apareció Joss descalzo con Miss Mopsey pegada a sus talones.
J: Un ruido muy fuerte me despertó (dijo frotándose los ojos)
I: Lo siento cariño. Mi cama se derrumbó.
JM: Oh... ¿qué haces aquí? (preguntó al percatarse de la presencia de Jose)
JM: Vine a auxiliar a tu madre.
J: Oh, así que viniste a rescatarla, ¿verdad?  Mamá, ¿No es un gesto caballeroso de Jose? Nunca antes habías tenido a alguien que te rescatara del peligro, ¿no es así?
JM: No sé por qué tengo la impresión de que vamos a mantener otra conversación, jovencito (Jose le dijo a Joss con los brazos cruzados sobre el pecho) Supongo que no tienes idea de cómo la cama se vino abajo.
Joss tragó saliva.
J: Creo que volveré a la mía. Tengo mucho sueño. Vamos, Miss Mopsey.
JM: Muy buena idea. Buenas noches (dijo el hombre)
En cuanto el niño y el animal desaparecieron por el pasillo, Isabel se volvió a Jose.
I: No creerás en serio que Joss desmontó la cama, ¿verdad?
JM: Seguro que fue obra suya.
I: Pero, ¿por qué?
JM: Ya lo has oído. Quiere convertirme en una especie de caballero armado. Y se supone que debo acudir a rescatarte.
Isabel guardó silencio. ¿Será posible? Una semana atrás, ella habría jurado que la idea de Joss de comprarle una cita era totalmente absurda. Pero lo había hecho. Quizás con la travesura que acababa de hacer intentaba conseguir algo más... ¿un padre?  ¡Oh, no!
JM: Y ahora ¿has cambiado de idea?
I: Es posible... que tengas razón (concedió ella)
JM: Me parece que es más que probable. Dame un minuto para ir a buscar una llave inglesa y un alicate y montaremos otra vez tu cama.

=Un Marido para Mamá=Donde viven las historias. Descúbrelo ahora