Capítulo Diez

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Qué había sucedido? Nunca se había sentido tan afectado por un simple... beso. ¡Maldición! ¿Sería posible que la ridícula leyenda de su abuela fuese cierta? Había solo una manera de cerciorarse.
JM: Definitivamente habrá que intentarlo de nuevo (le murmuró a Isa al oído)
El enfado de Isabel se transformó en una decisión tan sólida como una roca.
I: No tendrás ninguna oportunidad.
E: Parece que tenemos una buena pareja (interrumpió Esperanza incapaz de ocultar su satisfacción)
I: Excepto por ese uno por ciento (replicó Isabel mirando fijamente a Jose)
Jose Manuel sonrió, aparentemente relajado. Nada lo detendría hasta conseguir besarla de nuevo.
JM: Ese uno por ciento no me molesta (le advirtió sonriente)
I: ¿De veras? (murmuró Isa con una sonrisa venenosa) Qué pena. Porque a mí me molesta sobremanera.

Mientras volvían a casa, Isabel miraba las calles de la Ciudad de México a través de la ventanilla del autobús. ¿Qué iba a hacer?  Su dulce y maravilloso hijo le había hecho un regalo: le había comprado un hombre. Lo que menos quería en el mundo. Y lo había hecho de una manera que le impedía rechazar su pequeña sorpresa sin herirlo. Tampoco podía devolver el “regalo” o cambiarlo por otro modelo.
Tal vez no habría sido tan malo si Joss hubiese comprado algo diferente. Alguien seguro.Alguien a quién ella pudiera controlar. Pero en lugar de un inocente cachorro, le había entregado un león hambriento.
Sí, era cierto. Jose Manuel le recordaba un león. Incluso se movía con la misma fuerza, elasticidad y energía controladas. ¡Y ese beso!  Al recordarlo Isab se llevó una mano a los labios temblorosos.
Su mirada se posó en su hijo. Si su vida hubiera sido diferente no habría tenido a Joss. Y lo amaba con todo su corazón.  Prometido, haría cualquier cosa por él. Isa cerró los ojos, entregada a lo inevitable.  Cualquier cosa. Incluso salir con un hambriento león.

Jose Manuel se encontraba en la recepción de la agencia y miraba, sin ver, la tranquila calle residencial.
¿Cómo podría convencer a una mujer que no creía en el amor, que este no solo existía sino que además se lo podía encontrar en el primer beso?
E: Sucedió, ¿no es cierto, hijo?  ¿Es ella?  ¿Yo tenía razón?
Jose Manuel evitó responder, pero las preguntas de su abuela confirmaron sus sospechas.
JM: ¿Fue el ordenador el que nos emparejó?
E: Sí.
JM: Pero tú sabías de antemano cuáles serían los resultados.  ¿Hiciste algún truco, niña vieja?
E: Por supuesto que no. No le puedo restar credibilidad a empresa.
JM: ¿Verdaderamente me pusiste en la base de datos para hacer un ensayo?
E: Sí, pero digamos que Mayte sugirió que no borrara tu nombre (contestó Esperanza a regañadientes, después de una larga pausa. Y sin poder evitarlo, Jose se echó a reír)
JM: Siempre fue mejor que ese maldito ordenador para emparejar a la gente.

=Un Marido para Mamá=Donde viven las historias. Descúbrelo ahora