Volver a encontrarnos con Manuel fue lo mejor que podía pasarnos como clan, mal que mal y a pesar de los problemas, era nuestro amigo y al final, gracias a él, Abril volvió con nosotros y se había ganado la batalla final contra Catalina. Manuel entr...
Las imágenes que nos hizo ver Manuel desaparecieron. Mi hermana y yo quedamos estáticos. Manuel le dio un beso en la frente a Abril y luego estrechó mi mano.
―Mi hija depende de ti, Leo ―advirtió.
―La cuidaré con mi propia vida ―aseguré con sinceridad.
―Recuerden que una vez que hablen con ellos, deben tomar la decisión de matarlos o dejarlos vivir.
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Manuel se esfumó como si él mismo fuera una aparición. Abril y yo nos miramos confundidos. ¿Qué deberíamos hacer? ¿Dónde deberíamos buscar? Esas preguntas molestaban mi mente, también las de mi hermana, solo que ella las pronunció en voz alta.
―No lo sé ―contesté con franqueza―. No tengo idea.
―Creo que deberíamos ir hacia el sur ―manifestó confusa, encogiéndose de hombros.
Yo acepté. Mal que mal, ella era la la bruja en nuestro equipo y yo no era quién para desobedecerla.
Corrimos a toda velocidad para internarnos en el bosque. Nos detuvimos de golpe, ambos a la vez.
―¿Sentiste? ―preguntamos al mismo tiempo.
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Me sorprendí pues el olor que impregnaba el ambiente era el de mi familia. Yo los conocía, pero ¿ella?
―Lo sentí, Leo, y recordé esa vida, mi vida como Galiana. Recordé a nuestra familia.
La miré confundido.
―Hasta ahora, solo te había recordado a ti, mi hermano.
En ese momento lo entendí. El último tiempo, ella iba recordando, poco a poco, sus vidas anteriores. Yo me preguntaba cuando se abriría su mente al recuerdo de su vida como mi hermana y ahora lo entendía, su memoria estaba ligada a la detención de sus fechorías.
Seguimos avanzando más lento hasta toparnos con una casa en medio de la nada.
