Capítulo 18

430 66 0
                                    

Me di la vuelta y detrás de nosotros se encontraba nuestro clan en pleno. Sabrina me sonrió con dulzura.

Mi familia se levantó con presteza y se parapetó detrás de los sillones.

―¿Qué hacen ustedes aquí? ―interrogó de mal modo mi papá.

―Vinimos a ayudar a Leo.

―¿Piensan destruirnos? Somos la familia de tu amigo y tu novia, Ray, ¿les harás eso?

Una sombra de duda pasó por el rostro de mi ex líder.

―Ustedes ya no son mi familia ―alegué dolido―, ustedes no quieren dejar de hacer lo malo y están en mi contra por haber seguido con vida. La familia que yo conocí siempre hacía lo correcto. Ustedes son un clon muy malo de ellos.

―Nadie es el mismo después de cinco siglos de sufrimiento ―protestó mi mamá.

―No, pero la decisión es de uno volverse malo o no.

―Para ti es fácil hacer lo correcto ―espetó mi papá.

―Para nadie es fácil hacer lo correcto, papá, es una lucha diaria, sobre todo para nosotros, nuestra naturaleza es perversa de por sí, pero siempre hay una salida, un nuevo camino a seguir, no solo el de la maldad.

―Tú no tuviste que vivir en el infierno, tú no tuviste que esconderte a costa de tu propia vida. Huir.

Yo medio sonreí, supiera que sí tuvimos que escapar, que sí vivíamos en un constante estado de alerta.

―Todo lo que tú hayas vivido no se compara a nuestro sufrimiento.

―¿Y por autocompasión nos arriesgan a todos? ―intervino Ray―. ¿Ustedes creen que si Leo hubiese tenido la más mínima idea de que ustedes seguían vivos en algún lugar, no los habría sacado de allí?

―Ustedes no entienden. Ninguno de ustedes entiende.

―Yo sí ―apareció Manuel a mi lado―. Yo también estuve varios siglos en mi propio infierno. Ustedes lo usan como excusa para hacer idioteces; esto no es una venganza contra el mundo, tampoco les interesa matar a destajo, ustedes hicieron esto para llamar la atención de Leo, nada más, su propósito es enviar a Leo a su infierno personal y por eso están tomando todo el tiempo del mundo para justificarse, mientras Carla prepara el hechizo.

La cara de mi papá se fue transformando y la de mis hermanos se desfiguró por completo. ¿Así que ese era su plan? Querían mandarme al infierno, literalmente. En ese momento, lo comprendí todo. Mi papá y mis hermanos me estaban distrayendo para no percatarme de lo que hacía mi mamá, y claro, ¿cómo podía imaginar que ellos planeaban algo en mi contra?

Busqué la mirada de mi madre. Ella sostuvo la mía y elevó la comisura de su labio en una media sonrisa.

infernum eius

Et pro aeterno,

in flamma et poena

peribit...

Me asusté. El hechizo estaba hecho y no sabía lo que podía esperarme allá del otro lado. Me sentí perdido.

De reojo, vi a Abril elevar sus brazos al cielo y luego abrirlos en forma de abanico.

Nada pasó. Todo se volvió completo silencio. Miré a un lado y otro buscando una respuesta a lo que estaba sucediendo.

De repente, todo pareció cobrar vida otra vez y mi familia en pleno, salió corriendo por la ventana, escapando.

―¿Qué fue eso? ¿Qué pasó? ―pregunté a Abril.

―Hay que destruirlos, Leo, no tenemos opción.

Miré hacia atrás para buscar a aprobación y apoyo de mi clan, pero no había nada.

―Fue una ilusión óptica ―me explicó mi hermana.

―¿Y lo que dijeron?

―Es lo que debían escuchar. No nos temen, Leo, nosotros dos no somos competencia para ellos.

―¡Claro que lo somos! ―repliqué.

―Sí, pero ellos creen que no.

―¿A dónde se fueron? No podemos dejarlos escapar.

―No te preocupes, los encontraremos.

―¿Sabes dónde están?

―No, pero nuestros amigos, los verdaderos, sí.

―¿Cómo?

―Nuestra misión, como familia de ellos, era hacerlos entrar en razón, que cambiaran el derrotero que llevaban por un nuevo camino, sin los asesinatos que venían cometiendo. Lamentablemente, al no hacer caso, no podemos hacer más por ellos. Deben morir ―sentenció.

Mantuve mi expresión impávida, aunque por dentro sentí estallar mi corazón.

―Yo sé que es doloroso, hermano, sobre todo para ti, que viviste cinco siglos de tu vida buscando una venganza por quienes no estaban muertos y que ahora te odian. Ellos te quieren destruir, te quieren enviar al mismísimo infierno y yo no lo permitiré. No dejaré que te hagan daño ―articuló con dulzura, tomando mis manos.

―Yo debería haberlo sabido ―expresé culpable―, nada de esto estaría pasando.

―El infierno en el que vivieron solo exacerbó sus personalidades. Ellos eran así antes de esto.

―Sí ―medité―, Julius era un resentido, siempre lo fue.

―Papá se preocupaba solo de él, de estar bien él y nadie más. Y mamá lo secundaba, lo que él decía, era ley para ella. ¿Por qué se hicieron vampiros? Porque él se estaba muriendo y ustedes corrían peligro. Si hubiese sido uno de ustedes el moribundo, ten por seguro que el cuento habría sido otro. Claro, no digo que él no se preocupara de ustedes...

―Todo eso lo entiendo y tienes razón, si uno lo ve desde ese punto de vista. Al que no entiendo es a Franco. Él no era así, al contrario, él era... distinto.

―Él está manipulado. Si no se da cuenta o si no quiere verlo, tendrá que ser destruido junto a los demás.

Abril colocó sus manos en mis mejillas.

―No sabes cuánto siento esto que está pasando, pero está consciente que debemos hacer lo correcto, ¿verdad? ―me habló con dulzura y comprensión.

―Hay que terminar con esto de una vez por todas, hermanita, solo así podremos seguir con nuestra vida y cada uno tomar su propio camino.

―Vamos, que Sabrina y Ray nos esperan.


Las Lunas de Abril III: Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora