Ashton Haynes

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Después de terminar de limpiar la cocina, Al y yo os dirigimos a la sala de juegos. Nos encontramos a Ashton y a Dylan jugando a hockey sobre aire. Tyler los mira divertidos mientras discuten si esa jugada es reglamentaria. Por favor, si solo se trata de darle con el disco que se sujeta en la mano al stick e intentar meterlo en la portería del otro. Para quién no sepa qué es el hockey sobre aire, se trata de ese juego que se encuentra en todas las ferias. Es una mesa del mismo tamaño que las de billar, con dos agujeros alargados y horizontales a cada lado de la pista. Esas son las porterías. Los campos están separados por un cristal o una lámina de plástico, dependiendo del fabricante, con el espacio justo entre este y la mesa, para que pueda pasar el stick. Para golpearlo hay dos objetos circulares, con una especie de mango en la parte superior para poder cogerlo. El juego consiste en golpe el stick con nuestro “palo” e intentar meterlo en la portería del otro, mientras evitamos que nuestro rival anote.

Aclaradas las reglas del juego, volvemos con los chicos, quiénes no han dejado de discutir si el movimiento que ha hecho Ash era legal o no. Miran a Tyler, interrogantes, y el aludido levanta las manos, como para quitarse la responsabilidad. Dylan hace una rabieta y se sienta en el sofá que se encuentra ahí.

-Vamos, Dy –ruega Ashton-. ¿Y ahora contra quién juego yo?

Hace un puchero y se cruza de brazos. Yo me acerco a la mesa y cojo el objeto que segundo antes había dejado un enfadado Dylan. Mi contrincante me mira sorprendido y sonríe de lado.

-¿Sabes jugar a esto? –le devuelvo la sonrisa inocentemente y susurro un “Un poco”-. Tranquila, tendré piedad contigo.

Como el stick está en su lado, lo golpea suavemente hacia mí. Pobrecito. Con un rápido y ágil movimiento de muñeca devuelvo el stick con fuerza, y cae directamente en su portería.

- 1-0 –digo, esta vez sonriendo malévolamente.

Todos me miran sorprendidos. Entonces Al, Tyler y Dylan empiezan a reírse a carcajadas y aplaudir como focas retrasadas.

-Con que esas tenemos, ¿eh? –interroga mi rival mientras saca el stick de su portería-. Te vas a enterar.

Hago como que tiemblo, burlándome de él. Se pone serio y saca, esta vez con más fuerza. La verdad es que juega bien, bastante bien, pero consigo hacer unas cuantas defensas buenas. En dos ataques más, logra esquivarme y mete gol.

- 1-1 –esa sonrisa de suficiencia me está poniendo de los nervios.

Seguimos jugando, está bastante reñido. Cada vez que yo meto gol, en la jugada siguiente él logra meter otro. Los chicos nos miran como si de un partido internacional se tratara. Y nosotros estamos muy concentrados en derrotar al otro. Ahora mismo vamos 5-4, ganando yo. En teoría le toca meter a él, pero comete un fallo garrafal y no dudo en aprovecharme, convirtiéndolo en otro punto para mí. Nuestros espectadores aplauden y yo levanto los brazos y empiezo a sacudirme como si fuera un pez fuera del agua.

-¿Qué se supone que es eso? –inquiere Ashton, medio sonriendo medio serio.

-El baile de la victoria –respondo orgullosa.

-De victoria nada –niega-. Aún te quedan 4 goles por meter y te voy a remontar.

-Eso ya lo veremos.

Empieza de nuevo la jugada. Ahora su juego ha cambiado, es más agresivo, pero a la vez más técnico, el stick viene con más efecto, lo que hace difícil defenderlo. Consigue anotar y sonríe. Le saco la lengua y empiezo una nueva jugada. Le doy con fuerza, provocando que rebote en un lateral, para que pase entre el espacio justo de su mano y el final de la portería.

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