Al Palmer

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El día siguiente se me pasa volando. Los chicos deciden dormir hasta tarde, así que les preparo el desayuno y lo dejo todo en la encimera de la cocina. Yo llamo mi padre para organizar las comidas y todo lo que necesitaremos, como un botiquín, herramientas por si se estropea algo y, lo que más necesito, mi ropa. Mi madre me ha enviado una maleta tan grande que casi que no cabe en el montacargas. He decidido que, en lugar de mandarnos cada comida del día, voy a cocinar yo. Es algo que me encanta, y de esta manera me mantendré ocupada durante un rato. La tormenta no ha parado en toda la noche. Sinceramente, me da un poco de miedo que se corte la luz o algo por el estilo. Ahora mismo los chicos están en la biblioteca, no sé qué hacen, tampoco me importa. Bueno, a lo mejor un poquito. Yo estoy en la cocina, limpiando. Del desayuno no queda absolutamente nada, parece que les ha gustado. Para comer decido pedirle a Jeff que me suba unas cuantas pizzas, ahora mismo no me apetece hacer nada. Me paso toda la tarde colocando la ropa en los armarios. Sí, mi madre es un poco exagerada. Cenamos los restos de pizza que han quedado del mediodía y me voy a ver la tele. Ya limpiaré mañana. Estoy tan cansada que se me cierran los ojos, por lo que me voy a la cama.

A la mañana siguiente me despierta alguien sacudiéndome el hombro. Cuando abro los ojos, me encuentro a los cuatro chicos en mi habitación. Tyler sujeta una bandeja con las dos manos. Los miro a todos. Dylan, sentado en mi cama, mirándome con cariño. Tyler haciendo equilibrios para que lo que lleva no termine en el suelo. Al junto a Tyler, un poco incómodo, pero parece que se alegra de estar ahí. Ashton, en cambio, está claramente descontento con la situación y seguramente esté deseando desaparecer cuanto antes.

-¿De qué va esto? –pregunto con la voz ronca por el sueño, pero sorprendida.

-Bueno, ayer al levantarnos nos encontramos con el desayuno hecho –Dylan aclara-. Solo queríamos devolverte el detalle.

-Queríamos hacer huevos –explica Tyler-, pero al idiota de Ashton se le han pegado y no hay manera de sacarlos de la sartén.

Me lo quedo mirando con una sonrisa.

-¿Qué? –dice rascándose la nuca-. Los huevos no son lo mío.

Me sorprende que no haya sonado tan agresivo como se ha estado comportando estos días. Pero solo asiento con una sonrisa.

-Gracias, chicos. Es todo un detalle.

Tyler coloca la bandeja en la cama y se van para dejarme desayunar tranquila. La verdad es que el gesto que han tenido es muy dulce, y no puedo evitar alegrarme de que hayan decidido hacerlo. De alguna manera, me hacen sentir especial, aunque sé que cuando esto se acabe, se olvidarán de mí. Que es lo que quiero, porque paso de tener cientos de periodistas en la puerta de mi casa por ser “la chica que se quedó encerrada con Youth”. Desayuno las tostadas y la leche que me han traído los chicos y luego me visto. Voy al baño y me lavo los dientes y me peino un poco, aunque sé que es inútil, seguramente acabe con un moño o una coleta. Voy a la cocina y limpio lo que han utilizado los chicos para hacerme el desayuno. La famosa sartén de los huevos está peor de lo que creía, voy a tener que mandársela a Jeff. Llamo a mi padre para saber cómo están y nos pasamos un rato hablando. Les cuento el detalle que han tenido conmigo y se alegran bastante. Según mi madre “son unos jovencillos muy amables”. Mi padre me dice que seguramente me manden un walkie-talkie, por si las torretas de la compañía telefónica fallan. Espero que eso no suceda. Termino de hablar con mis padres y, al ver la hora en el reloj de la cocina, veo que es casi la hora de comer. Dios, he estado hablando con ellos durante dos horas.

-Chicos –digo entrando a la sala donde están-, ¿os apetece comer pollo con salsa de paté? Está muy rico.

-Me parece bien –contestan todos-. ¿Necesitas que te eche una mano? –Dylan siempre dispuesto a ayudar.

YouthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora