Adiós vida

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-No lo sé...tal vez podríamos ir a casa de mi hermana, ahora que no está...-dije sin un plan fijo.

Me levanté del sofá preocupado y comencé a andar por la sala. Era un gran problema y no sabía qué hacer:

-Elioth, deberíais de cambiaros los nombres, mudaros y hacer vida en otro lugar-dijo Christine.

Asentí con la cabeza:

-Nos iremos a Francia o tal vez a Inglaterra,lo que sea para estar a salvo-dije yo.

Sin más demora, recogimos todo lo necesario y esa misma noche nos marchamos de allí.
Los dulces se quedaron sobre la mesa.

Esperamos en el aeropuerto el avión. Aquellos billetes nos habían costado todos nuestro ahorros,no teníamos mucho dinero así que decidimos ir a Francia.
Cogimos el avión y nos despedimos de nuestra tierra.
El viaje fue largo y agotador.

Llegamos allí de día y nos tuvimos que quedar en un hotel.
El tiempo pasó, Kate creó su propio negocio de dulces "Dolce France ", yo trabajaba como camarero en restaurantes y bares.
Poco a poco pudimos ir pagando un piso de alquiler.No era muy grande, tampoco estaba en perfectas condiciones pero tenía lo esencial, cama, baño y cocina.
Nos cambiamos el nombre y apellidos, Kate era Maggie Conery y yo era Logan Hanks.

Nuestra vida reinició en Francia,borrón y cuenta nueva. Maggie y Logan para el mundo, Kate y Elioth para nosotros.

El negocio de Kate fue progresando y obteníamos muchísimas ganancias de los dulces, de ese modo, pudimos comprar nuestra propia casa.

Era de dos plantas pequeñas, tenía dos baños,un salón,una cocina, tres habitaciones y un enorme y precioso jardín que estaba pegado al bosque. Era la casa de nuestros sueños, la vida de nuestros sueños.

Entablamos amistades por la ciudad, nuestra pastelería era conocida pero nadie sabía quien era el pastelero.Era un misterio para ellos. Kate trabajaba en la cocina de la pastelería pero era un lugar escondido,para que nadie la viera, de buena mañana, antes de abrir,dejaba los dulces en las vitrinas y algunos en el horno, dejaba las llaves de la tienda en la parte trasera y un minuto después,llegaba una dependienta que habíamos contratado para atender en la tienda. En ningún momento la muchacha veía a Kate. La gente sabía que la muchacha no era quien hacia los dulces sino alguien anónimos y jefe del local y el negocio.


Pensamos en crear una familia, ya teníamos 24 años aproximadamente y los dos queríamos ver a nuestros hijos crecer.

Por mucho que lo intentábamos, nunca conseguíamos formar una familia. El niño no venía y nosotros comenzamos a pensar que teníamos algún problema y que la única opción era adoptar.

Tras meses de trámites para adoptar a un niño, finalmente, decidieron no dárnoslo. Según ellos eramos muy jóvenes y no sabríamos cuidar de un crío. Nuestras esperanzas se desvanecieron, pero continuamos hacia delante con la cabeza alta.

Nuestra amiga Marceline, era ginecóloga y aceptó a hacernos pruebas para determinar nuestro problema. Para nuestra sorpresa, no padecíamos de nada.


Pasó un año, Dolce France era la noticia de portada de muchas revistas culinarias,de repostería, periódicos e incluso en las noticias salió. Nuestra felicidad era superlativa, el dinero venía de todas partes, países de todo el mundo encargaban dulces a nuestra pastelería, para fiestas importantes,los ricos nos encargaban cosas, restaurantes, oficinas...todo el mundo adoraba nuestros pasteles.

Un día,le pedí a Kate algo que completaría mi felicidad:

-Katherine,¿quisieras casarte conmigo?-pregunté arrodillándome ante ella con un precioso anillo dorado.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, sus delicadas manos temblorosas tapaban su boca.

El silencio me mataba por dentro:

-Elioth...yo...no sé que decir...-dijo sin creérselo.

-Dime simplemente "sí ", dime que compartirás el resto de tu vida conmigo.

-Te quiero pero no creo que esté preparada para un matrimonio.

-¿Y sí lo estás para un hijo conmigo?-pregunté sorprendido.

-Acerca de eso...tampoco estoy segura, no...no sé si quiero vivir toda mi vida escondida, ni si quiero criar un hombre lobo...lo siento-dijo Katherine dándose la vuelta y yéndose del parque nocturno donde le había citado.

Cerré el estuche del anillo y lo lancé al suelo con rabia. Me levanté y caminé de un lado a otro, no podía creer que llegados a este punto aún no supiera si quería estar conmigo. Mi corazón se partió en mil, el dolor era como una estaca.La chica a la que amaba se había ido de mis manos, de mi lado.

Di vueltas por la ciudad intentando relajarme. Al amanecer, regresé a nuestra casa. Cerré la puerta algo más calmado. Vi en el recibidor las llaves de Kate, su abrigo ya no estaba en la percha. Corrí a la habitación y cuando abrí la puerta...nada suyo estaba, no estaban sus zapatos, abrí el armario, su ropa ya no estaba. Vi una nota pegada en el espejo del tocador de la habitación:

Elioth, he decidido marcharme, quiero un tiempo para pensar, para estar yo sola. Te quiero pero no sé si es lo que busco. Sé que hemos luchado para llegar hasta aquí y que estarás dolido, pero esto me asusta. Quiero aclararme, buscar lo que necesito.

Creo que lo mejor es que lo dejemos.

Adiós.

Fdo: Katherine.

Arrugué la nota y la tiré al suelo, me eché en la cama enfurecido. Los recuerdos de todos estos años iban y venían, las lágrimas caían y caían sobre el colchón. Aún notaba sus caricias y sus besos, notaba que estaba tumbada en la cama conmigo,pero al abrir los ojos, ella no estaba. La había perdido, todo por lo que habíamos luchado se había ido.

Quería encontrarla, haría lo que fuera necesario para encontrarla y hablar con ella, para decirle que la amaba y no quería que se fuera, la deseaba más que la salida del sol, más que mi propia vida.

No podía dejar que se marchase de ese modo, no podía dejar que mi vida se arruinara. Sin ella nada tenía sentido, sin ella...nada vale la pena, ni siquiera vivir.

Yo y mi querido lobo: El retorno del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora