Capítulo 26.

2.3K 296 103
                                    

(5 meses después.)

Fui al parque, sólo.

Quería estar en tranquilidad, en silencio, sintiendo la brisa del viento.

—¿Quieres compañía?

Miré a mi lado y era Freddy, el cual tenía una malteada en su mano.

No le hablaba mucho, pero me caía bien.

—Claro—dije.

—Ten—me dio la malteada.

La tomé, y la puse del otro lado de la banca, era de fresa.

—¿Por qué viniste sólo?—preguntó.

—Quería estar tranquilo, ya sabes, esto de ser papá no es lo mío.

Freddy tocó mi hombro, y me señaló que viera hacía los columpios.

En los cuales estaba Braulio y una señora apretando sus mejillas.

Reí por el rostro de Braulio, estaba totalmente rojo e incómodo.

Fui hacía ellos y Braulio trató de sonreír.

—Señora—no volteó y siguió haciéndole cariñitos a Braulio.

—¿Podría dejar de acosar a mi hijo?

Volteó y abrí mi boca para decir algo, pero las palabras no salieron.

—¿Mamá?—pregunté.

—Mi nieto es muy guapo—respondió con dulzura.

—¿Qué haces aquí?

—Yo vine a cuidar a mis otros nietos, los hijos de tu hermana. ¿Tú que haces aquí?

—Pues, vine a tomar un momento de paz.

—¿Acaso ya no cuidas de tu hijo?

—No. Ya tiene 18.

Se asombró.

Volvió a mirar a Braulio el cual estaba asustado.

—Se ve de 15.

—Tengo 18, señora—habló Braulio.

—A ver a ver, a mí no me estés diciendo señora, yo soy tu abuela—lo estiró de la oreja.

Lo soltó y él sólo retrocedió.

—¿Por qué no le dices a tu hijo que se corte el cabello que trae? Parece vagabundo.

—¡Mamá!—dije molesto.

Ella sólo rió.

Una pequeña niña se acercó a mí, con pestañas largas y cabello marrón.

Se parecía mucho a Fernanda, mi hermana.

Me agaché para estar a su altura, y ella sonrió.

Me parecía muy tierna.

—Bien Jos, fue un gusto ver a tu precioso hijo. Nos vemos después, para que me presentes a tu esposa.

—Es hombre.

—Pero se comporta como mujer, ¿no?

—Exacto.

Ella se fue y la niña me siguió mirando con ternura, ella agarraba mi cabello.

—Mmmh, mmmh—oí que aclararon su garganta.

Miré hacía atrás y estaba Braulio con los brazos cruzados.

—¿Qué?—pregunté divertido.

—Deja a esa escuincla y vámonos.

Me levanté, sacudí mis pantalones y la pequeña niña movió su mano en forma de despedida.

Su mamá le habló, y vi que la madre de esa pequeña era mi hermana.
Fernanda sonrió al verme, e imité su acto.

Braulio me jaló del brazo para que nos fuéramos.

Llegamos a casa y lo primero que hice fue tirarme al piso.

*

—Estás muy callado—dijo Alonso confundido.

*

—¡YA CALLATE A LA VERGA!

Seguí molestándolo con que si seguía comportándose como mujer se iba a convertir en una.

—Estarías bien buena—dije levantando una ceja.

—Callate.

—Sí te cojo.

—Que te calles.

Iba a decir otra cosa pero me dio la espalda.

—No te enojes...

No me contestó.

—Me gusta molestarte—dije abrazándolo por la espalda.

—No me toques.

Pinche delicado.

Bueno—lo abracé más.

Lo solté y se ocurrió una idea.

—¿Sabes? Creo que Bryan estaría más buena que tú sí fuera mujer.

Me ignoró.

—Cuerpazo que tendría ese man, mmmh—mordí mis labios.

—¿En serio?

—Sí. Creo que a él le daría todos los días. ¿Tú no?

—Pues sí es así, vete con él—dijo serio.

Esto se va a poner bueno.

—Pues me voy. Quizás él sí me complazca—dije divertido.

Me empujó hacía la puerta.

—Vete—dijo seco.

—Ay vamos, sólo estoy jugando.

—Que te vayas.

Yo era más fuerte que él, así que lo empujé hacía la cama y me subí encima de él.

—No me voy a ir.

—No quiero verte.

—Pues tendrás que aguantarte.

Comenzó a golpear mi pecho tratando de que me bajara de encima de él, pero lo tomé de las muñecas.

Nos miramos por un momento, me acerqué para darle un beso pero él se volteó hacía otro lado.

Solté sus muñecas y me bajé de encima de él.

Me senté al lado de él, él se quedó acostado.

—Desde que te pregunté que sí estabas esperando un bebé te haz comportado muy cortante conmigo, ¿qué es lo qué te pasa?

No dijo nada.

Me acosté al lado de él y lo abracé por la cintura.

—¿Acaso ya no me amas?—susurré.

—No es eso—dijo con la voz entrecortada.

—¿Entonces qué es? Ni si quiera me has querido hablar en estos meses. Tampoco has querido darme un beso, y cuando lo haces, lo haces muy a la fuerza.

Se quedó en silencio.

—¿Te doy asco?

—No.

—¿Entonces por qué te comienzas a alejar de mí? ¿Acaso ya encontraste a alguien mejor que yo?

—No—dijo casi susurrando.

—¿Acaso quieres dejarme?

Me volteó a ver con lágrimas en sus ojos.

—Perdí a nuestro bebé. Lo perdí. Esa es la razón.

Se levantó rápidamente y salió de la habitación corriendo.

Me fui detrás de él y cuando lo alcancé lo abracé lo más fuerte que pude.





Aprendiendo a ser papá ➳ jalonso.『 libro 1. 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora