El arácnido.

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NO PENSASTE EN lo que le respondiste a tu hermana, vez sus ojos cristalinos y ha separado sus manos de las tuyas, sus labios se distancian ligeramente mientras se levanta. Sigues su rostro con la mirada, hasta verla de pie.

– No deberías recordármelo, Sarah –dice con la voz chillona y muy molesta.

Bajas el rostro mientras entrelazas tus dedos, Ky va tras Mathis, quien se muda al otro lado de la habitación y te quedas sola. Tomas un cobertor y lo pasas por tu espalda, cubriéndola, luego; pegas tus rodillas al pecho, y comienzas a disculparte por lo que dijiste.

– Mathis, enserio no quise decir eso –tu voz choca contra el cobertor y te hace menos oíble. El silencio reina la habitación.

Te tiras en posición fetal sobre las colchonetas, viendo directo a la pared donde se encuentra tu vitral favorito y con mucha atención, logras ver la fina y delgada telaraña que está construyendo aquél arácnido negro justo en la parte más alta del vitral, a la derecha. Estás a mínimo dos metros y medio de distancia hacia la pared y puedes ver perfectamente a la araña aun estando casi contra el suelo.

Te concentras en sus largas patas tejiendo con rapidez la red para sus víctimas, recuerdas en segundos que el segundo invierno está a la vuelta de la esquina, la araña se mueve y sigue tejiendo, el segundo invierno es el que te hace padecer más, entrelaza más rápido, huir sería un suicidio, el arácnido casi concluye, necesitas ser más fuerte ante esto, termina.

«Oukla nos quiere muertas» piensas. «Me quiere a mí muerta.»

– ¿Dijiste algo Sarah? –te cuestiona Mathis aún enfadada.

– No –contestas desconcertada, pues creíste haberlo pensado. –Creo pensé en voz alta.

Arrojas el cobertor mientras te pones de pie, caminas rápidamente hacia tu hermana y justo cuando llegas, Ky envuelve la mano de tu hermana con la de él.

Mathis sonríe mientras él sonríe; e incluso, involuntariamente, tú sonríes. Tomas tu mano derecha con la contraria, sintiendo un cálido placer inundando tu pecho y te ruborizas. Mathis se ruboriza, observas perfectamente sus manos. Las venas de Ky saltan, tiene unos dedos algo gruesos y unas uñas perfectas. La mano de Mathis la conoces perfectamente pero te es realmente extraño que justo la mano que le toma Ky, sea la derecha. Se separan un poco y de nuevo se apaga el interruptor.

Te parece algo extraño, aunque piensas que quizás son alucinaciones tuyas o consecuencias del hechizo que quizás Petty lanzó.

– Y sí en realidad Petty estaba mintiendo pero a la vez era verdad –les dices.

– ¿Cómo? –te cuestiona Ky.

– Oukla nos quiere muerta –puntualizas. –Quizás mandó a Petty a decirnos que nos fuéramos y creara todo el teatro de la chica dolida para creerle, pero Oukla sabe que yo no puedo sobrevivir máximo dos días en los fríos del segundo inverno. Moriría –los ves.

– OK. Entonces estaría mintiendo sobre su dolencia como familia porque Oukla la mandó, pero a la vez sería honesta ya que nos está previniendo de algo –a completa tu hermana.

– Exacto –chillas. – Es como las arañas atrapan a sus presas: caes en su red, intentas escapar e inútilmente le avisas que estás ahí, la araña va por ti y sin gracias a tus torpes movimientos de desesperación quedas atrapada y te mata. Te come –Mathis sonríe.

– Es una buena deducción, Sarah –su nariz está rojiza y se muerde el labio. Es signo de preocupación. – Pero si estamos en lo correcto, sí deberíamos huir.

– ¡NO! –exclamas.

– ¿Por qué no? –Mathis juega con su labio inferior.

– Porque ya no seré la más indefensa –un sentimiento de valentía recorre por todo tu cuerpo. – Si huimos, yo moriré, y cuando Oukla te encuentre, hará lo posible para expulsarte. Si nos quedamos, haremos como que no pasó nada, nada nos tiene que afectar hermana –tomas sus manos.

– Somos nosotras contra ellos –dice Mathis y suspira. – Y si nos quedamos, aun así yo seré expulsada, pero no le daremos a Oukla la satisfacción de ver a una de nosotras muerta. Podré ser expulsada, pero seguiré viva.

– No serás expulsada –le aseguras sin saber porque.

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