Capítulo 8

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Cuando Fero cerró la puerta, de mis ojos cayeron grandes lagrimas, de esas que son imposibles de ocultar y de los que te salen sin siquiera arrugar lo ojos.
No dejaría que me volviera a tocar, esa había sido la primera y la última, me movería, patalearía y chillaría hasta que se quitara de encima de mí.
Le obedecería delante de todos, pero en la intimidad ya no podía obligarme.
Para bajar a desayunar con él me puse un vestido blanco con flores negras, bastante corto con el que se veían mis piernas.
Así también le provocaría delante de todos, para que después disfrutara de su frustración.

Fero se encontraba desayunando en la terraza, un lugar hermoso pegado al enorme jardín que tenía en la parte trasera de la casa. Tanto las sillas como la mesa tenían un tono blanco roto hermoso, que hacían la estancia más bonita si cabe.
Por lo que yo había leído en los muchos libros de mitología tanto los que tenía mi abuela, a la que le encantaba leer, y a mi madre los demonios, el más antiguo y viejo de todos tendría que ser una especie de no muerto. No en lo que se refiere a dieta de comer gente, pero si en que no deberían comer lo mismo que nosotros que estamos muy bien de salud.
Sin embargo, ahí me esperaba él tomándose un zumo de naranja y unas tostadas con mermelada con una camisa blanca que le dejaba entrever la parte
de arriba del pecho y unos vaqueros negros. Un cuerpo y un hombre de infarto, pero que lamentablemente era un capullo egocéntrico.
─ ¿Unas tostadas, cariño?─ me pregunto con fanfarronería.
─No quiero tus tostadas. ¿Te gusta mi vestido?─le dije desafiándole y moviendo mis pestañas.
Fero me miro a los ojos intensamente, mientras los bajaba mirando hacia el escote que se dejaba ver en el vestido. Acerco su silla hasta que nuestros cuerpos se tocaban piel con piel.

Sin dejar de mirarme empezó a deslizar su mano entre el escote de mi vestido. Sin ningún pudor o vergüenza recorrió mi pezón mientras tiraba de él provocando que un gemido involuntario escapara de mi boca. No podía retirarle la mano, a pesar de lo que me había hecho deseaba a ese hombre con todas mis fuerzas y cada vez que sus manos me tocaban era como si la lava de un volcán recorriera todo mi cuerpo a través de mis terminaciones nerviosas.

─Si quieres podemos ir arriba y terminamos lo que estoy empezando.

─ ¡Suéltame! No quiero nada contigo y menos que me toques

─Pues no es eso lo que me dice tu cuerpo ─ y sin previo aviso me coje de la cintura y me pone en su regazo. Es su ardiente lengua la que recorre mi cuello, mientras no deja de tocar mi pezón, retorciéndolo una y otra vez─ Admítelo Bianca, me deseas.

─Soy una mujer, si me tocas de esa forma desearía a cualquiera ̶ era mentira por supuesto. Deseaba a mi marido, pero tal y como se había comportado iba a hacerle sufrir ─en realidad las mujeres somos como los hombres. Nos da igual quién, solamente nos interesa él como ─ su cara era un poema. Estaba consiguiendo mi objetivo, por lo que decidí ir más allá y cogerle la mano para que tocara mi pecho ─ es decir, el cómo nos hace sentir...


Su semblante cambió, su cara mostraba una furia, al igual que sus ojos que se volvían a poner negros como el carbón y, de nuevo, ante mi presencia. Su rabia por lo que le decía era palpable.

Quitó su mano que estaba alojada en mi pezón para coger con ella mis dos manos y así ponerlas detrás de mi espalda, consiguiendo aprisionarme, mientras su otra mano bajaba a toda velocidad hacia mi sexo e introducía su dedo en mi interior, sin más y sin miramientos.

Como la otra vez en la habitación un enorme calor recorrió todo mi cuerpo. Mi cabeza se quedo en blanco y solo pude ponerla sobre su hombro y disfrutar de las caricias que me estaba brindando.

Cuando estaba a punto de llegar de nuevo a las estrellas, su mano se detuvo y me aparto de su pecho para mirarme a los ojos.

-No vuelvas a desafiarme Bianca y tampoco intentes hacerte la mujer conmigo. Eres mi mujer, pero todavía eres una niña. He vivido muchos milenios como para dejar que una chiquilla me maneje. Yo soy el que manda y lo único que debes hacer es obedecerme. Y ahora termina de desayunar y ponte algo más decente. Tengo que presentarte a gente muy importante.

-¡Te odio!-es la única palabra que salió de mi boca, ante la rabia y la impotencia

-Sinceramente cariño, eso no me importa- le escuché a lo lejos mientras subía las escaleras de dos en dos hacia mi cuarto.

No pensaba llorar, no quería darle esa satisfacción. De modo que, me encamine al armario y me dispuse a elegir un vestido aún mas provocativo que el anterior.

Había un vestido negro de encaje trasparente largo, que me llegaba hasta los pies que no dejaba nada a la imaginación. Mientras me lo estaba poniendo sentí que unos musculosos brazos me levantaban del suelo y me tiraban en la cama. Fero me miraba furioso de nuevo.

-Creo que no nos entendemos aun lo suficiente esposa mía. Este vestido tampoco es apropiado- y dándose la vuelta se encaminó al armario, eligiendo para mí un vestido largo con tirantes y unos pequeños diamantes en un escote trasparente, pero que estaba lo suficientemente alto como para que no se me viera nada- Este es más apropiado y es el que te debes poner- concluyó, mientras se acercaba a la cama y se ponía encima de mí.

-No pienso ponerme eso. El vestido que llevaba es perfectamente apropiado, ya que parezco una fulana en vez de tu esposa, porque eso es lo que soy para ti.

-Si de verdad fueras una fulana como tú dices, estarías aquí atada para follarte y satisfacerme a todas horas sin ver la luz del sol. Creo que te he dado bastante libertad y he sido bastante permisivo. No hagas que me arrepiente y de verdad te deje encerrada atada a mi cama.
─Pero...
─Ni, pero ni nada, Bianca. ¡Vístete con lo que te dicho de una puta vez!─chillo estridentemente-te doy cinco segundos o te juro que te castigare y no será para mi disfrute personal-y así se fue cerrando la puerta con un sonoro portazo.

Sabía que no me haría daño, por mucho que me amenazara. Aunque sí que me lo había hecho la noche de bodas forzándome en contra de mi voluntad. Oh...dios mío, ¿porque no podía odiar al diablo si era el mal en persona?
No iba a ponerme nada y menos en cinco segundos me daba igual si llegaba tarde a esa reunión o la mierda que fuera, prefería quedarme encerrada aquí que ir con él como mujer prisionera suya y acatar sus órdenes.
─ ¿Aún no estás vestida? Tus cinco segundos se han acabado Bianca y estas igual que cuando me fui.
─Me da igual lo que me hagas, me quedare aquí no pienso ir contigo a ningún sitio─ y nada más acabar la frase su semblante se volvió enfurecido y sus pupilas eran ahora de un color rojo carmesí.
─Muy bien Bianca. Has agotado mi paciencia, te quedaras aquí encerrada y...─como un rayo sin decir más, me apretó contra el impidiendo que me moviera, mientras mi boca quedaba tapada y el agarra mi brazo con fuerza y fue cuando sentí, un leve pinchazo.
─ ¿Qué coño me has pinchado?─le grite enfurecida, separándome de él.
─Esa boca mi amor... muy pronto lo sabrás, me voy mientras yo estoy fuera como tu dijiste que solo servías para acostarte conmigo no comerás y por supuesto...─me empujo a la cama y me ato de pies y manos─ tampoco te moverás.

─No me esperes despierta. Descansa mucho...jajaja─ y desapareció de nuevo ante mí, mientras yo me quedaba allí atada e indefensa, aunque así no lo aguantaría a él y a la otra gente como él que irían a esa estúpida fiesta.

Tenía que mirar la manera de escapar de allí e intentar ocultarme en un lugar donde pudiera encontrarme. Sí me fiaba de los libros me podría ocultar en un convento de monjas o una iglesia, pero Fero había destapado todos mis mitos. La prueba era que la casa donde estaba no era el purgatorio en lo absoluto, sino que parecía la villa de un empresario multimillonario.

─Ufff... ¡Que calor tengo! ─ pensé en voz alta

Mi cuerpo se calienta siento algo en mis pechos, como si necesitarán ser tocados al igual que la parte más baja de mi cuerpo ¿Qué mierda me dio ese bastardo?

**Hola,os traigo un nuevo capítulo.¿que pensáis que Fero le ha dado?¿creéis que de verdad la ama?¿ os va gustando? me gustaría saber que opináis.Prometo no tardar tanto en el siguiente capítulo, pero con el trabajo es complicado**

No me cansaré de daros las gracias por seguirme en esta historia y no olvides pasaron por las demás que escribo

Gracias, y.l.marques

Seducida por LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora