Epílogo

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Un año después.

Norman yacía dormido sobre una enorme cama. Sus parpados estaban  completamente cerrados y su respiración era tan regular que hacía del ambiente un lugar pacífico.

Pero repentinamente escuchó el melodioso cantó de unas aves, y lentamente abrió los ojos. Se arrastró hasta quedar sentado en medio de la cama y recargarse en cabecera. Tallo su ojo derecho mientras soltaba un inevitable bostezo.

Miro por todos lados hasta que su mirada se posó en una mesa pequeña de su izquierda. Un plato con galletas y un vaso de leche yacía arriba de ésta. Sonrió repentinamente y volvió a arrastrarse encima de la cama para estar más cerca de la mesa. Tomó una galleta y un trozo de papel que estaba recargado en el vaso. Dio una pequeña mordida a la galleta y abrió lo que parecía ser una nota.

Salí al mercado, vuelvo pronto.
Te amo.

Sus mejillas cambiaron de color repentinamente, un color carmesí. Y tragó lentamente la galleta.

A pesar de llevar un año viviendo con Gabriel seguía siendo el mismo pequeñajo.

Miró hacía la derecha, justamente dónde se encontraba una ventana. Se colocó al borde hasta que sus pies descalzos tocaron el piso. Se levantó y con pasos lentos – debido al frío – se encaminó hasta la ventana.

Tomo la cortina y la corrió hacía un lado. Tomo la madera de la parte inferior de la ventana y la levantó en un movimiento brusco. Al estar la ventana abierta saco su cabeza, fue cuando sus tímpanos se llenaron de sonidos comunes, a pesar de ser un pueblo pequeño no lo hacía silencioso, pero tampoco ruidosos. Más bien era agradable. Habían personas conversando, otras vendiendo sus productos entré ellos, algunos niños conviviendo entre ellos.
Sonrió y se separó de la ventana, se colocó su calzado y se puso un suéter ligero. Salió al patio por la puerta trasera y visualizo a Albo, era un terreno grande así que el yeguarizo podría trasladarse con comodidad.

Le otorgó un movimiento de mano y el caballo soltó un relinchido.
Volvió dentro de la casa. Se dirigió a la cocina y tomó un mandil, se lo colocó rápidamente y acto seguido levantó una caja llena con verduras. Con dificultad abrió la puerta de la entrada principal. Con la caja en sus manos se aproximó a una mesa de madera con un techo del mismo material. Era el puesto que Gabriel había construido para que pudieran vender sus vegetales y frutas.

Dejó la caja sobre la mesa y volvió dentro de la casa por otra caja. Pero antes de tomar la caja visualizo a Gabriel entrar a la casa con unas bolsas sobre sus brazos.

- Déjame ayudarte. – dijo Gabriel mientras dejaba las bolsas sobre la mesa de la cocina.

- Gracias. – dijo Norman mientras seguía a Gabriel hacía afuera.

Gabriel dejó la caja sobre la mesa y Norman comenzó a dividir las verduras de las frutas.

- ¿Y dónde estabas? – pregunta Norman.

- Estaba haciendo algunas cosas. – dice Gabriel mientras deja otra caja en la mesa del puesto.

- ¿Me estás ocultando algo? – pregunta con desconfianza el de ojos grisáceos.

- No es nada malo amor. – Gabriel se acerca a Norman por detrás y lo toma de la cintura.

- B-Bueno. – dice Norman exaltado.

Mi Vaquero Ideal  [Gay] *correcciones gramaticales/ortográficas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora