8. Interesantes pensamientos.

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Los jóvenes caminaron por las calles sin importarles demasiado hacia dónde se dirigían. Valentina reproducía en su cabeza una y otra vez la imagen del chico salvándola mientras que él hacía lo propio remembrando el cálido tacto de la chica en su rostro. Sin embargo, la personalidad juguetona de ella se dejó entrever cuando maliciosamente recordó que él la estaba espiando mientras se probaba los vestidos y decidió hacerle saber a Kris que ella lo había pillado de lleno.

- ¿Te gustó el vestido rojo?-preguntó con seriedad mirándolo fijamente. El chico deseó morirse en ese mismo instante. Se sintió mareado de repente. Ella lo había visto.

-Lo siento. No pretendía hacerlo, pero...-era un completo idiota. Sabía que no debía haberse quedado a contemplarla. Pero ya era demasiado tarde, y con sus tartamudeos, su masculinidad estaba quedando a 3 metros bajo tierra. Subió una mano enredándola en su cabello y lo sacudió un poco como solía hacer cuando estaba nervioso ignorando que Valentina no perdió detalle de ese mínimo movimiento.

-Está bien. Sólo bromeo-murmuró ella aún embobada. -Espero que sea apropiado para el banquete.

¡Diablos! Krisna había olvidado por completo el dichoso banquete. No le hacía mucha gracia usar traje pero lo hacía a regañadientes, eso sin contar el hecho de la cita. El primer año no había invitado a ninguna chica. Dudaba que alguna flamante rubia quisiera salir con un asiático escuálido y de baja estatura que no sabía hablar inglés. El segundo año había invitado a Alissa porque esta vez ella era la de primer año y contaba con suerte, porque ella había aceptado. Sin embargo, en la mitad de la velada lo abandonó para irse con un negro con pinta de rapero o algo por el estilo. El año anterior su cita había sido Camila. Su burbuja se explotó en ese instante. No iba a adentrarse más en recuerdos que dolían.

En un arranque de valentía o estupidez, no supo cuál, se dirigió a Valentina, sabiendo cuán destructivo era, y le lanzó la misma pregunta que hacía un año exactamente le había hecho a Camila Rodríguez.

- ¿Irías conmigo al banquete?-sus ojos se cerraron apenas logró pronunciar las palabras. Su cerebro, jugándole sucio, recreó la escena que había comenzado todo. Sus oídos alcanzaron inclusive a escuchar la voz ronqueta respondiendo: "Me encantaría". Antes de que Valentina siquiera pudiese procesarlo y darle una respuesta coherente, Kris maldijo en su idioma. Si hubiese un premio a la estupidez, tenía la certeza de ganar.

La mandíbula de Valentina casi cae al suelo por la impresión. No hallaba la manera de explicarle que ya tenía cita. Con incomodidad se rascó la nuca porque sabía que quería ir con el asiático más que con Douglas, pero no le haría un desplante tal al otro.

-Lo siento, ya tengo cita para el banquete.-murmuró. Krisna asintió y se encogió de hombros pensando en cómo escapar de más momentos incómodos. -Si te sirve de consuelo, si me lo hubieras preguntado hace unas 5 horas, probablemente hubiera dicho que sí.

Él abrió los ojos como platos con esa confesión. Valentina se encogió de hombros y le sonrió con complicidad.

-Ese Ben siempre arruinando cosas-rio sacudiendo la cabeza. Ya se lo había olido desde aquella vez que los había visto en los columpios. Sin embargo, la carcajada de ella fue estrepitosa. Su estómago comenzó a dolerle y él la miraba con una sonrisa intrigado porque no había dicho nada gracioso. Cuando finalmente se detuvo y pudo respirar correctamente, le confesó que no había sido Ben.

Kris sonrió maliciosamente esta vez. Había delatado a su compañero de cuarto de la forma más idiota posible. Ella se dio cuenta y lo golpeó suavemente en el brazo asegurándole que ni una sola palabra saldría de su boca.

Los minutos pasaron y ambos decidieron que ya era tiempo de volver. Valentina le retó a una carrera y salió a correr antes de que Krisna pudiera siquiera procesarlo. A carcajadas por la adrenalina, entró a trompicones por el bus y tropezó en la mitad del pasillo con el chico pisándole los talones. Mr. Burrs y los demás aun no habían llegado, lo cual la hizo alegrarse de no ser objeto de burla para nadie.

Ella se sentó en el último asiento donde venía con Alissa y lo invitó a sentarse a su lado. Vacilando un poco, él aceptó pero alegando que quería el puesto junto a la ventana. Valentina se negó rotundamente con el ceño fruncido haciéndola lucir tan tierna que él cedió y se hizo en el puesto al lado del pasillo. Poco a poco, los demás llegaron y se ubicaron en los asientos.

Alissa ni siquiera miró la última silla pues iba muy animada hablando con Trent. La cara de aburrimiento del chico era demasiado notoria pero ella parecía no notarlo; de todos modos, él se sentó junto a ella en uno de los puestos traseros y se dedicó a escuchar a la morena, que no hacía más que hablar de basura. Las luces del bus se apagaron y el viaje de regreso comenzó.

Ya Valentina entendió por qué Trent pretendía escuchar a Alissa. Se encontraba besándola sin desenfreno y sus manos se estaban colando por dentro de su camiseta. Le pareció que en ese momento, su compañera de cuarto era demasiado ciega para ver que, aunque Trent se llevaba bien con ella y hacían bromas, él no la quería en el aspecto romántico, y por lo que la chica le había dado a entender, ella sí quería tener algún tipo de relación con él. En todo caso, no eran sus asuntos. Desvió la mirada de ellos y le sonrió a Krisna. Él la imitó.

Sus ojos repararon en el hermoso paisaje esa noche: las luces, los transeúntes, el cielo estrellado y la hermosa chica sentada a su lado. Su corazón latió fuertemente cuando en un arranque de valentía dejó su mano resbalarse un poco para juntarla con la de ella. Sin embargo, en ese momento, ella bostezó y cambió de posición. Él respiró con dificultad cuando ella posó la cabeza en su hombro y relajó su cuerpo, pero logró sobreponerse a ella y con suavidad ubicó su brazo detrás de su cuerpo. La chica ronroneó perezosamente con los ojos cerrados cuando el acarició su costado con los dedos.

Ella se quedó dormida profundamente y él no hizo más que quedarse quieto para evitar incomodarla. El trayecto se le hizo eterno y tenía una calambre en su cuello por evitar moverse y despertarla, pero eso no le importó. Le encantó esa cercanía y no pudo evitar preguntarse a sí mismo si era masoquista o algo por el estilo. Las luces de la academia se alcanzaron a divisar a lo lejos, de modo que él le tocó levemente el brazo. Ella se quejó un poco pero no se despertó del todo. Sólo se deslizó un poco y se acostó en su regazo. Kris no pudo más que dejar su brazo sobre ella mientras la veía dormir. Largas pestañas adornaban el rostro de la muchacha, y sus labios carnosos contrastaban con sus delicadas facciones. Quiso probarlos en ese momento.

El autobús frenó en la mitad del camino entre los dos dormitorios. Valentina despertó y se despidió de Krisna, no sin antes besarlo con rapidez en la mejilla antes de que tuviese tiempo siquiera de reaccionar. Le dedicó una sonrisilla malvada y se deslizó fuera del bus.

No fue hasta que respiró profundamente que se dio cuenta que había estado conteniendo la respiración.

Se quedó en el vehículo unos segundos más, pensativo, esperando a que los demás bajaran primero. La mochila de Valentina estaba recostada contra la ventana en el otro costado del asiento. No era raro, estaba casi como un zombie somnoliento cuando se bajó. La tomó para entregársela al siguiente día y se bajó.


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