20. Fall break

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María sonrió ampliamente al ver a Valentina frente a su puerta y la invitó a pasar. Ya conocía de sobra el motivo por el que venía y no podía estar más complacida. Estaba totalmente dispuesta a contarle hasta el último detalle de su conversación con Krishna.

Aunque esa mañana hubiesen trabajado juntos, como estaba estipulado en el horario, Noah, quien usualmente estudiaba en las mañanas, le había tocado el mismo horario, de modo que no había podido sonsacarle mucha información al respecto. Daba igual, Valentina tendría los siguientes 4 días para trabajar con el.

María sacó unos speakers y los puso a sonar en su habitación. Las chicas “sapas” habían salido del dormitorio, y esa ala del dormitorio estaba ocupada por Álex, Mía y Michelle, junto con Lily, Leigh y Sujin. La japonesa era callada y no se metía en los asuntos que no le interesaban, siempre y cuando no la involucraran en algun problema. La única que los podría meter en problemas era Leigh, y había ido a casa de sus padres.

“Sorry” sonó por los altavoces y Valentina rió mientras trataba de imitar los movimientos de las chicas del vídeo musical y María sacó el celular de debajo de su almohada para grabarla. La colombiana no se inmutó e inclusive se dio la vuelta para hacer twerking tal como Alissa le había enseñado.

Con la respiración agitada y poniendo sus manos ante la cámara para indicarle a María que dejara de grabar, se dejó caer en la cama y rebotó en ésta.

—¿Y qué dijo el chino?—preguntó yendo directo al grano.

—Ay, mujer—suspiró María. —Sólo le hace falta el Real para comprarte el anillo. Está tragadísimo de ti.

Valentina sonrió inmediatamente y la otra no pudo evitar hacer una broma con respecto a la cara de pendeja que estaba haciendo. Una cosa era asumirlo y otra totalmente diferente que otra persona lo dijera.

—Lo único que sí te digo es que no ha empezado a mover sus fichas porque es un tonto lento que necesita un empujón. Un empujón que yo le voy a dar—aclaró un poco indignada por la indecisión del muchacho.

—Al igual no es que quiera cuadrarme con él—dijo Valentina con la mirada perdida en las calcomanías pegadas en el techo. —Para esos rollos de amor yo no sirvo. Mejor así como estamos, sin compliques ni nada.

—No digas nunca “de esta agua no beberé”, Valen —la aconsejó María entendiendo perfectamente lo que la chica quería decir. Ella misma pensaba de esa forma hasta hace poco tiempo atrás. — No sea que luego te pase y te tengas que tragar todas las palabras. Mírame con el Dmitry. Me tiene bobita y créeme que yo pensaba igualito que tú.

—¿Acaso él…? —se incorporó en una milésima de segundo y no alcanzó a terminar de formular la pregunta cuando María asintió.

—Anoche me preguntó en el bus.

Valentina gritó como desquiciada y sacudió a la otra de los hombros. El ruso volaba con los motores apagados. Hizo un baile extraño antes de preguntar detalles. No obstante, lo que María le había dicho, rondaba por su cabeza. ¿Será que valdría la pena arriesgarse? Aunque no era como si Krishna tuviese intenciones de preguntarle algo. ¿O sí? Empezó a sentir un poco de ansiedad el notar que no quería saber la respuesta. No aún.

El sonido del teléfono las interrumpió y María, descalza como estaba, saltó de la cama, abrio la puerta y corrió hacia la sala. Valentina apagó la música y siguió a su amiga con un poco de confusión, tratando de agudizar su oído para escuchar quién era.

—Girls dorm, how may I help you?—dijo María a toda velocidad. —Hi, Dm—su voz se tornó gangosa y la alcanzó a ver acostándose en el sofá mientras jugueteaba con el caucho enroscado que conectaba al aparato con la base.

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