32. No soy adivina.

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Capítulo 32: "No soy adivina"

Emma.

Nunca pensé estar parada frente a una lápida, en el cementerio, lamentando la muerte de un ser querido. Pero aquí estoy, llorando desconsoladamente por mi hermano. Él podía llamarse así. Sentía un vacío dentro de mi corazón, como si mi esperanza de recuperar algo perdido, la hubiesen sacado de cuajo de allí.

"Mi pequeño Teo. Tu madre adoptiva y tíos caritativos". Así rezaba la escritura en la lápida de mi hermano.

No podía ver a mi madre tan mal. Nunca la había visto tan afectada como ahora mismo. Sollozaba y se lamentaba.

—No puedo, no puedo aceptarlo —Repetía una y otra vez.

La sonrisa que repartía alegría a todo el mundo se vio esfumada por una expresión de tristeza y desilusión. Sus labios estaban rectos y blancos de tanto apretarlos para no volver a llorar. En estas condiciones es imposible volver a casa con ella manejando.

— ¿Mamá, llamo a alguien para que nos venga a buscar? —me inclino sobre ella y pongo mi mano sobre su hombro. Ella la cubre con su mano, dándome un leve apretón.

—Sí, es lo mejor -aclara su garganta— Llama a Nick. Tu padre no está en casa.

Busco entre mi bolso el celular. Cuando lo enciendo, veo que tengo un buen par de perdidas llamadas de Camelia. Lo dejo pasar y busco el número de Nick.

Pasan tres tonos y contesta.

¿Sí? —su voz suena somnolienta.

—Lamento interrumpir tu sueño de belleza, pero te necesito —Escucho como se mueve.

¿Emma? Creí que ya habían llegado ¿para que soy bueno?

—Toma un autobús y ven al 2210 de la calle Hall.

¿Ah? ¿Qué haces en el cementerio?

—No preguntes. Cuando llegues aquí te lo contaré. Ahora mueve tu trasero lo más rápido que puedas.

Ok, Ok. Te veo allá. Adiós.

Cuelga y guardo en mi bolsillo del pantalón en celular.

-Nick viene por nosotras.

(...)

Media hora más tarde llegó Nick. El auto iba más silencioso que nunca. Mamá mantenía su vista en la calle. Algunas veces la miraba por el espejo retrovisor y unas cuantas lágrimas silenciosas caían por sus mejillas.

—¿Qué sucedió? —me susurra Nick.

Suspiro y lo miro. Trato de acomodarme para que mamá no logre escucharnos.

—Nuestro hermano, Theo Smith, está muerto.

Creo que la respuesta fue muy directa y le cuesta reaccionar, los autos de más atrás comienzan a tocar las bocinas, el semáforo ya está en verde.

Cuando logra recomponerse, arranca el auto.

—¿Y quién es ese Theo que siempre lo consideré como mi hermano?

—Un impostor, claro. Por culpa de Sarah, la madre adoptiva de los dos Teos.

—Wow. No sé qué decir. Esto es muy chocante.

Sus manos iban aferradas al volante, haciendo que sus nudillos se tornaran blancos. Pasó varios semáforos en rojo y todavía preguntaba como estábamos vivos. Todavía quedaban varias por las que conversar con Nick.

Lo miro nerviosa, temiendo de su reacción, él me devuelve una mirada nerviosa y me sonríe.

—¿Estás bien? —me pregunta frunciendo el ceño.

¡No Entres Ahí! [1° TEMPORADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora