33. Nuestro último toque.

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Capítulo 33: "Nuestro último toque"

Emma.

No veo a Nick desde hace un mes. Los dos tuvimos que recuperar clases y retomar lo que perdimos. Él estuvo a punto de tirar por la borda cuatro años de estudio universitarios y yo mi licenciatura. Parecía que ha mis ojos le hubiesen derramado miles de limones, porque ardían de una manera horrible. Es viernes y yo estoy estudiando para un examen de matemáticas para el lunes, una total pesadilla. Lo bueno es que sólo voy a dar exámenes libres, mis pies apenas están en el Instituto y eso me gustaba.

Mi pasatiempo en estos días fue el boxeo. Tuve una o dos peleas, antes de meterme de lleno mi mente en los estudios. Gané un buen dinero. Había comprado muchas cosas para mi hermanito, y su nombre sería Harry. Mi madre ya tenía seis meses. Faltaba muy poco.

Mis ojos se quedaron divagando por la hoja de ejercicios. Tenía demasiado sueño. A lo lejos escuchaba unos golpes en la puerta principal. Restregué mis ojos y bajé al primer piso.

Mamá y papá andaban de visita donde mis abuelos, para darle las buenas noticias.

Nunca debí abrir la puerta. De pies, frente a mí, se encontraba Megan, con una sonrisa y un pequeño niño de su mano.

—Hola ¿está Nick?

Tenía ganas de cerrarle la puerta en su cara.

—Él ya no vive aquí ¿qué haces tú en mi casa?

Ella hizo una mueca.

—Necesitaba hablar urgente con él —miró al pequeño— Davay, tvoy otets ne zdes', Tom (Vamos, tu padre no está aquí, Tom)

De algo estaba segura, el pequeño se llama Tom y ese acento ya lo había escuchado.

—¿Papi no está aquí?

¡No podía ser cierto! Es que yo estaba sacando conclusiones apresuradas o Nick... era... era el... ¡No!

—Espera Megan —tragué saliva— ¿Nick es el padre de este pequeño?

—Corrección, nuestro pequeño y sí, Nick es el padre.

Me sonrió y se fue con Tom.

La puerta se cerró de golpe y me derrumbé ¿Por qué nunca me lo dijo? ¿No tendría la suficiente confianza para contármelo? No me molestaba la idea de que tuviera un hijo, sino, que nunca me lo hiciera saber.

Con lágrimas en mis ojos subí a mi cuarto, tomé mi bolso, metí mi celular, llaves y dinero. Volví a salir y me fui a la parada del autobús. Cuando subí y pagué mi pasaje, las personas me mandaban miradas extrañas. Me fui al final y saqué mi celular. El último mensaje de Nick decía "Lo siento, no puedo responder. Estoy ocupado". Hacían días que estábamos distanciados.

Me bajé frente a los departamentos de la Universidad. El conserje me dejó pasar con facilidad, monté en un ascensor. No tenía la menor idea en que piso se alojaba Nick. Apreté el último botón, número 20. Las puertas se abrieron, dejando ver un gran cartel, donde decía cada apellido de los estudiantes y número de Dpto. Nick estaba en el 2008 y sólo faltaban cuatro puertas para llegar.

Al llegar al número correcto, golpee de tal manera la puerta, que parecía que se caería en cualquier momento. Desde dentro, se escuchó un quejumbroso "ya voy". La puerta se abrió, dejando ver a un Nick pálido y ojeroso. En una mano traía una taza con café humeante y en la otra un libro. Se le notaba que no dormía hace días.

—Emma —dijo extrañado— ¿Qué haces aquí? — Lo empujé y entré por mis medios. El departamento era espacioso, con un ventanal a la cuidad, con una linda cocina americana y una cómoda sala, donde tenía muchas hojas, cálculos por terminar, muchos lápices, cuadernos y más libros— ¿Puedo saber por qué entras de esa manera? —cerró la puerta.

¡No Entres Ahí! [1° TEMPORADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora