El mito del mundo magico

1991

La falta de posibles protagonistas estaba empezando a impacientar a Minerva McGonagall, quien solía presumir de sus nervios de hierro y paciencia infinita, pero esa leyenda llevaba siendo un dolor de cabeza desde que tenía memoria.

No había nadie quien encajará con el perfil que estaba buscando; los Black, quienes en un principio habían sido su esperanza debido a la amplitud de la familia se había evaporado, solo quedaba Sirius y esta prisionero en Azkaban; Los Malfoy- no pudo evitar un escalofrío recorrer su espalda- esperaba que no fueran los Malfoy, eso complicaría bastante la situación; Y finalmente ¡por Granger y Merlín! Tendría que buscar hasta poder debajo de las piedras si quería encontrar uno.

-Ya aparecerá Minerva- tranquilizo Albus detrás suyo- quizás, solo quizás aún no es tiempo de que esta se cumpla.

-Sabes tanto como yo que el tiempo se nos termina- podía ver como las canoas con los nuevos estudiantes ya se encontraban cerca- ¿Crees que pueda ser alguno de ellos?

El director sonrió de medio lado- Es imposible que dos profecías se cumplan en la misma generación- respondió el profesor con simpleza- Tan imposible como se supone hacer magia.

-Quiero creer que no estas...- fue interrumpida por las risas de los estudiantes detrás del despacho del director.

-Creo que es momento que lo averigües por ti misma- Minerva McGonagall se limito a asentir, a veces era más fácil que fingir que algo que lo que decía ese hombre tenía coherencia- No olvides la lista.

El silencio del corredor la hizo suspirar, pasarían meses para poder sentir esa tranquilidad, se colocó en una historia a la espera de que los estudiantes ingresaran al castillo, no podía evitar sentirse impaciente, como si tuviera la sensación de que algo iba a pasar.

- Bienvenidos al colegio de magia y hechicería, Hogwarts- dijó al grupo de estudiantes que se aglomeraban en las escaleras- a continuación los guiaré al gran comedor donde iniciaremos la selección.

El grupo era numeroso, pero nada en comparación con años pasados, al parecer la comunidad mágica resentía todavía las pérdidas de aquella guerra que nunca debió pasar; una pequeña niña castaña atrajo su atención, parecía un poco aislada a pesar de estar prácticamente en el centro del grupo, empecé a caminar con dirección al gran comedor donde ya se escuchaba el bullicio de los alumnos más grandes.

Antes de entrar el silencio se hizo presente ante la expectativa de los nuevos integrantes de sus casas, el director procedió con su discurso de bienvenida y algunas normas.

-Cuando diga su nombre pasaran al frente- algunos alumnos se mostraron confundidos, mientras otros jalaban de sus túnicas nerviosos- Les colocaré el sombrero seleccionador quien decidirá a que casa pertenecen, ¡empecemos!- estiré el rollo de pergamino hasta revelar el primer nombre- Hermione Granger.

Sentí como el aire poco a poco abandonaba mis pulmones y Dumbledore notó el temblor en mi voz, al parecer, dos profecías si podían cumplirse al mismo tiempo.

-¡Gryffindor!- gritó el sombrero seleccionador, mire a la chica con detenimiento, era la niña que llamo mi atención en las escaleras, me topé con la mirada de Albus quien se limito a asentir.

-Draco Malfoy- la voz me tembló un poco, pero es que la profecía estaba justo enfrente de sus narices.

El sombrero, sin siquiera rozar la cabeza del joven grito sin dudar- ¡Slytherin!

Las cosas todavía no iniciaban y ya se habían complicado, la rivalidad de esas casas traería mas problemas de los, ya normalmente, esperados.

La selección fue tranquila hasta que llego el nombre de Harry Potter, casi sintió risa de la expectativa generada, no era su profecía favorita.

- Harry Potter- dije y el niño azabache se acercó, le puse el sombrero, tardo un poco pero finalmente dijo- ¡Gryffindor!

El resto de la cena paso sin percance alguno, miré a los alumnos con detenimiento, la profecía ahora me parecía bastante clara, esos chicos eran polos opuestos realmente, podrían complementarse a la perfección pero aun eran muy pequeños para lo que les esperaba- Minerva, estos años nos parecerán eternos- Severus Snape me susurró.

-Estas profecías son un dolor de cabeza, compañero- le dio toda la razón la profesora.