Capítulo 7.

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Se miraron entre sí y luego a la persona en la mesa que no dejaba de beber, a pesar de que ellos le habían pedido que se detuviera.

Los dos conocían la razón de que lo hiciera, de que bebiera como si quisiera terminar en un coma etílico, pero ellos no permitirían que eso sucediera.

Habían pagado la cuenta, incluida la botella de la que bebía su amigo que era la última que podría beber, ya que pidieron que no se diera ninguna otra botella por muy insistente que fuera, porque ellos se encargarían de llevárselo antes de que pudiera armar algún escándalo al no recibir lo deseado.

—¿Deberíamos llevarlo a casa o llamamos a mi primo?

—Vivo en el mismo edificio que Tae Min, puedo hacerme cargo de él, sólo debemos sacarlo de aquí —dijo Chang Seon, recibiendo una mirada que reflejaba desconfianza.

—No llamamos a Min Ho y lo llevamos juntos, no confío demasiado en ti Chang Seon —el nombre de él fue remarcado cuando lo pronunció.

—Como quieras, Jin-Ki —articuló de la misma manera su nombre.

Chan Seon se había sentido ofendido, él era incapaz de hacerle algo indebido a su amigo.

—Pero hacer que deje esa botella es primordial— le recordó a Jin Ki.

Habló acercándose a la mesa para intentar convencer a su amigo para que dejara de beber, que había sido suficiente, y no sólo estaba hablando del alcohol consumido, sino de todos aquellos murmullos que casi ni se entendían, pero que llevaban repitiéndose desde que el alcohol hizo su efecto, llorando y riendo; diciendo cuanto amaba a su esposo y cuanto este lo dañaba al no amarlo a él, porque ni siquiera se reprimió de decir algo, asumiendo que ya lo sabían, por eso podía desahogarse con ellos y su nuevo amigo el licor.

Cuando la botella se terminó y se negaron a venderle otra, lo sacaron del lugar con la mentira que irían a otro bar a conseguir más licor.

No llegaron ni siquiera a recorrer más de cinco cuadras cuando el rubio ya se había dormido en el asiento trasero del auto de Chang Seon, porque como le dijo Jin Ki, los dos lo llevarían a su apartamento, además de que era el único auto en el que se trasladaban ya que Jin Ki lo dejó en la oficina cuando salieron los tres en esa tarde.

Al llegar al estacionamiento del edificio fue un poco complicado hacer reaccionar a Tae Min, y los dos apoyaron sus brazos en sus hombros para lograr que caminase hasta el ascensor, aunque más que caminar era como que arrastrara los pies todo el recorrido al elevador, riendo como un maniático cuando las puertas se comenzaron a cerrar.

***

Frunció el ceño al escuchar las voces en el pasillo, las reconocía pero no estaba de humor para mostrarse amigable con personas que en ese momento no quería ver.

No podía creer que su esposo estuviera queriendo hacer ese juego, llevándolos a su apartamento luego de haberlo abandonado por ellos, porque habían pasado tres horas desde que él llegó y no lo encontró, haciéndolo enojar más de lo que ya estaba porque eso no había sido un juego, sino que su esposo cambió su cena por pasarla junto a su primo y a su ex- novio, haciendo quién sabe qué cosa.

Escuchó risas antes de que la puerta sonara y la voz de Tae Min diciendo que él podía abrirla, seguido de risas, pero él fue más rápido al abrir la puerta y ver a su primo sosteniendo el brazo de su esposo, que no dejaba de moverse mientras intentaba colocar la clave en la puerta, llegándole de inmediato el olor a alcohol.

—Tae Min —dijo serio.

—¿Qué? —rió otra vez.

El rubio se apoyó en Jin Ki al perder el equilibrio, ya que a pesar de que el alcohol había disminuido un poco en su cuerpo, continuaba demasiado ebrio.

Si el amor duele, ¿por qué decidí amarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora