Capítulo 8.

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"Sus miradas se conectaron y sus labios se curvaron hacia arriba en una tímida sonrisa, que poco a poco se fue ampliando como si acabasen de cometer una travesura. Estaban en mitad del pasillo que llevaba hacia las habitaciones de la casa de su padre y, en cualquier momento alguien podría subir las escaleras e interrumpir el momento, sin embargo ellos estaban en su propio mundo, uno en donde sólo existían los dos.

—Te amo Tae Min—escuchó decir a su pareja y su sonrisa se amplió más, si eso era posible.

Su rostro fue tomado por las manos de su novio y sus labios se unieron en un beso suave, mientras su cuerpo era presionado más sobre la pared en la que se encontraba apoyado. Poco después se separaron manteniendo aquella sonrisa en sus labios que se negaba a irse.

Sin que lo esperara su cuerpo fue elevado del suelo, comenzando a girar, teniendo que llevar sus brazos hasta el cuello de su pareja para sentirse seguro sin dejar de girar y escuchando los constantes 'te amo' que fueron dichos hacia él.

—¡¿Cásate conmigo?!

Más que tener un tono de pregunta fue un grito que tal vez fue escuchado en toda la casa, pero a ellos no les importaba, estaban en su propia burbuja.

Fue dejado sobre sus pies porque su pareja quería ver su rostro cuando le dijera su respuesta.

—Sí, sí, Min Ho sí, —respondió eufórico.

Su sonrisa era la más grande que su rostro podía tener, se cubrió con las manos la boca, por la emoción no sabía qué hacer.

—Te amo Min Ho, ¡te amo!

La distancia se acortó una vez más, sin poder dejar de sonreír, estaban emocionados y convencidos de que era lo que querían, porque ellos deseaban pasar toda la vida juntos, como se dice, los ojos son la ventana al alma y ellos podían ver que el sentimiento era real a través de sus miradas que hablaban por sí solas".

Abrió los ojos dándose cuenta de inmediato que todo había sido un sueño, él no estaba en casa de su padre y mucho menos en mitad de su propuesta de matrimonio. Él se encontraba en su apartamento, solo en la cama, con todo gritándole a su alrededor que era sólo un sueño, que en esta realidad su esposo no lo amaba, que aquella ilusión creada en su sueño nunca había sucedido.

Pero para él aquel sueño había sido mil veces mejor que la real propuesta de matrimonio en donde todo se basó en un cliché del restaurante más costoso de toda la ciudad, cuando él hubiera preferido algo más sencillo como la propuesta en aquel pasillo pero que fuera sincera, no una mentira.

La puerta de la habitación se abrió permitiéndole ver a su esposo que ingresó con una bandeja en manos, y le tomó algo de tiempo reaccionar hasta que lo tuvo frente a él.

Se sentó en la cama colocando la bandeja sobre sus piernas, dejándole ver que lo que había en ella era el desayuno para dos personas. Pestañeó un poco extrañado por la situación, era la primera vez que su esposo hacía algo como aquello, nunca en todo el tiempo que estaban casados le había llevado el desayuno a la cama.

—Buenos días, cariño.

Saludó Min Ho, inclinándose y dejando un corto beso sobre sus labios antes de sentarse frente a él.

Cerró los ojos intentando que aquella frase no le afectara, no podía comprender a su esposo, desde el día anterior lo llamaba de esa forma y por más que quisiera no la sentía real, a pesar de no estar frente a alguien con quien deberían aparentar.

—Buenos días —respondió y bajó su mirada hacia la bandeja en sus piernas —¿qué es todo esto? —inquirió intentando no sonar demasiado frío, pero sí lo suficiente extrañado.

Si el amor duele, ¿por qué decidí amarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora