Capítulo cuarentaiuno

1.3K 70 10
                                    

Perdón por no haber subido más capps:c. Ya este es el último capítulo, ya después viene el epílogo que se divide en dos partes. Gracias siempre por leer y por dejar sus estrellitas.

Ambos se separaron inmediatamente, como si estuviesen haciendo algo malo. ¿Pero qué era lo malo? ¿Amarse? ¿Amar a alguien con todo el corazón era malo? Paulina se acercó a ellos, dándole una fuerte cachetada a Lucero, inmediatamente Fernando se colocó en frente de ella, agarrando las muñecas de su ex esposa.

–¡Eres una zorra! ¡Te dije que si te acercabas a mi marido te iría mal! –Le gritó ella.

–Paulina, no quiero escándalos. –Contestó él.

–¡Y tú eres un maldito! ¡Me engañaste con... Con ella! ¿Qué te pasa? ¿Por qué tan pésimo gusto? –Gritó, golpeándolo en el pecho.

–¡Y tú eres tan ridícula como para dejarte engañar! –Le gritó Lucero, sorprendiendo a ambos. Paulina hizo el ademán de darle otra cachetada, pero Fernando la agarró de la cintura, envolviéndola con sus brazos, cuidando de que no lastimase a Lucero.

–¡Se calman las dos! –Gritó.

–¿Por qué me hiciste esto, Fernando? ¿Por qué me engañaste con... esta? ¿Y por qué han durado tanto? –Preguntó con rabia, tratando de soltarse de los brazos de él. –¿Qué te ha hecho ella?

–Paulina una escena aquí no, por favor. –Le dijo él, amenazantemente, mirándola a los ojos.

–¡Yo monto escenas en donde se me pegue la gana! –Le contestó, gritándole.

–Lucero, ¿podrías irte? –Comenzó a decir él. Ella se sorprendió al escuchar aquello; pero sin embargo, obedeció, yéndose de allí furiosa y decepcionada.

–Paulina, cálmate. –Le pidió.

–¿Por qué con ella? ¿Por qué? ¿Por qué llevas tanto tiempo con ella?

Porque la amo. –Le contestó.

–¿Y yo? ¿Y yo dónde quedo? –Volvió a gritarle, removiéndose en sus brazos.

–Tú... Fuiste mi esposa a la fuerza, Paulina. Lo único que llegué a sentir por ti fue deseo y eso ya se esfumó.

–Pero... ¡Ella no es digna de ti! –Le gritó de nuevo.

–Lucero es digna de muchas cosas. –Contestó, soltándola lentamente.

–¿Por qué me hiciste esto? Aunque sea hubieras podido decirme que ya estábamos divorciados. Me enteré por el periódico. Seguro usaste a tus contactos para que falsificaran mi firma y así validar el divorcio. –Susurró más calmada.

–Pensé que estabas en Europa, quería decírtelo apenas llegases. Lo siento.

**

Estaba angustiada, ¿y si Paulina lo convencía y volvían de nuevo? ¿Y si él se daba cuenta de que no la amaba? Mierda. Si eso pasaba su corazón iba a romperse en mil pedazos.

–¿Qué ocurre, Lucero? –Le preguntó David. Ella supo que él estaba más interesado en el chisme que en su estado de ánimo.

–Paulina volvió. –Susurró. Esperaba ver cinismo en sus ojos; pero en cambio, vio otra cosa... ¿Emoción?

–¿Dónde está? –Preguntó.

–En la oficina de Fernando, pero...–Antes de que pudiera concluir aquello, David ya estaba de camino a la oficina de su hermano.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now