Buenaaaaaas. Primero que todo quiero darle una disculpa a las que sé que siempre han estado ahí leyendo la historia skhadjkh. Tuve unos problemillas pero aquí está el fin de esta novela. Tarde pero seguro(?) Gracias por leer otra vez ajkhd. Si les ha gustado, no olviden dejar su estrellita.
También quiero aprovechar para decirles que ya en Enero comenzaré a subir otra historia, esta lleva por nombre "Pasión En Secreto", es tantito distina pues digamos que mi percepción de la vida y del "romance" como tal ha cambiado de cierta forma, así que lo que escribo también pero me gustaría mucho que pudieran tener un chancecito para leerla akdhd y ya saben; los comentarios siempre serán bien recibidos.
Sin más, el fin de esta historia.
Nunca en su vida había estado tan nerviosa. Lo peor del caso era que no se sentía bien; Lucio la había llevado a comer con Anielska el día anterior y estaba segura de que aquella comida le había caído mal. Otra vez. Tendría que dejar de ir a ese restaurant. Se sentía mareada y había despertado con náuseas. Joder, eso no podía estar pasando, no el día de su boda.
–A ver, la cabeza hacia delante, nena. –Le pidió Antonella, la peluquera que le estaba haciendo aquel peinado para su matrimonio.
–¡Ya! ¡Aquí está! –Exclamó su tío, ya listo, envuelto en un esmoquin, llegando con el vestido de novia en su mano. Lucero sonrió al verlo, no se había equivocado al elegir aquel vestido. No tenía ni tiras ni mangas; era strapless. Con un fino detalle de pedrería ubicado en una línea sobre su pecho. Después de allí era un blanco impecable, cayendo primero ajustándose a su figura, marcando su cintura y sus senos, para después caer libremente por sus caderas y piernas, con algunas pinzas que le daban forma a algunos pliegues.
–Ya. Puedes ir a vestirte, nena. –Le informó Antonella.
–Gracias. –Contestó, colocándose de pie, sintió cómo la seda de su albornoz acarició su piel. Debajo de él tenía el conjunto que usaría para su noche de bodas; aquel babydoll blanco hacía juego con el liguero del mismo color, ambos parecían totalmente inocentes y puros. Aunque sabía que Fernando se volvería loco de deseo al verla. Sonrió. Su ya esposo ante las leyes del hombre, la hacía sentir deseada y amada.
Miró su peinado y su maquillaje en el espejo. Algunos mechones de su cabello castaño oscuro ondulado, se sostenían con un hermoso broche, decorado con brillantes diamantes, justo en la mitad de su cabeza. Haciendo una especie de media cola. Aquellos mechones caían con unas suaves ondas por el cuello y espalda de ella. Su flequillo estaba totalmente liso, marcándole la mitad de la frente para después esconderse por detrás de su oreja.
En cuanto a su maquillaje; sus ojos estaban delineados con una suave máscara de pestañas, lo que hacía que aquel marrón ya intenso y brillante por la felicidad, resaltase más. Un poco de rubor y un color rosa claro completaban el cuadro.
–¡Lu! –Exclamó Cecilia, entrando a abrazarla.
–¡Nena! –Contestó, plantándole un beso en la mejilla.
–¡Me alegro tanto de que vayas a casarte! ¡Sabía que tenías algo con Fernando! –Le dijo con una sonrisa.
–Será mejor que comiences a vestirte. –Interrumpió Anielska, a quien ya se le notaba levemente el embarazo, aunque aquel vestido celeste, que enmarcaba sus senos y luego caía libremente por su cintura, caderas y piernas, sabía disimular muy bien su estado. –Vamos, yo te ayudo.
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Aún no podía creer que dentro de un par de horas, uniría su vida ante Dios con Lucero. Hacía dos días que ya se habían casado civilmente. Y la noticia ya había salido ante los periódicos:
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Las Heridas Del Pasado
General FictionDespués de que su relación con su prometido termina, Lucero Villalba cambia su actitud radicalmente. ¿Qué pasó? ¿Qué la hizo cambiar? Fernando Balvanera llega a su vida por asuntos de trabajo, quiere meterse en su cama por puro interés pero, ¿qué pa...