*Capítulo 10: Ayra*

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Ya habían pasado dos días desde el incidente y aquella charla nocturna entre nuestros dos protagonistas. La búsqueda por el Sunny era cada vez más complicada a pesar de que estuviese Nami con su orientación. Definitivamente la isla tenía vida propia, llevaban un total de tres días separados de la tripulación y lo más seguro es que todos deberían estar buscándolos, en especial Sanji. Él debía estar teniendo infartos cada dos segundos por la ausencia de una de sus damas.

¿Y qué sucedía entre la navegante y el espadachín? Nada en concreto. Después de un par de casi besos la cosa no había ido a más. Pero sí que es verdad que la relación entre estos dos ha estado mejorando notablemente. Zoro se preocupa mucho del estado de Nami aunque esta le diga que todo está bien. Menos mal que el peliverde no es tan tonto como para ceerla.

POV's Zoro

No hay manera. A este paso nos vamos a quedar aquí a vivir para siempre si no morimos antes por una trampa mortal de esta isla. Es imposible salir. Desde que Nami me contó lo de su enfermedad tengo aún más ganas de salir de aquí. Estoy histérico por dentro, si algo le ocurriese ahora a Nami no me lo podría perdonar jamás. Debemos salir a buscar la cura, no voy a dejarle morir.

No sé qué me pasa últimamente. En estos días que llevo atrapado no he hecho nada más que pensar en ella. Me da mucha rabia admitirlo, pero igual el cocinerucho tenía razón. ¿Enamorado? ¿Yo? Ni idea. Nunca lo he estado así que tampoco sé que debería sentir en ese caso. ¡Qué rabia! Tendré que hablar con él de nuevo cuando volvamos...

¿Y dónde diablos se han metido los demás? Creo que nunca antes había tenido tantas ganas de volver al barco. Aunque si comparamos esta situación con los primeros días junto a Perona en Kuraigana, ¡era mucho peor antes! La compañía ahora es mil veces mejor.

No sé cuanto rato debemos llevar dando vueltas pero ya me he acostumbrado a perder la noción del tiempo en esta isla. Parece que Nami flaquea, se nota cansada. Está más pálida de lo normal y no tiene esa sonrisa que hace que algo dentro de mí despierte. Es exasperante.

Zoro: Oe. ¿Hacemos un descanso? Hace mucho calor y no pareces estar perfecta precisamente.

Nami: Habla por ti. Yo estoy genial.

Que rabia me da cuando se pone así de orgullosa. ¿Tan imbécil parezco cuando lo hago yo?

Zoro: Lo que tú digas, pero tienes que descansar. A ver si encima te da algo y no está Chopper.

Nami: Ya te he dicho que estoy bien. De momento la enfermedad se controla, no me ha pasado nada desde que me encontraste. Tranquilízate.

Zoro: *resopla* Está bien. Te dejaré en paz, pero avísame si te pasa algo.

Nami: Lo prometo.

Justo cuando acaba de pronunciar esas palabras un grito desesperado providente de nuestra derecha hace que nos echemos una mirada y corramos hacia esa dirección. Parecía que estuviesen torturando a alguien. Corremos entre los árboles evitando los troncos y piedras que hay esparcidas por todo el suelo hasta que llegamos al epicentro de tal escándalo. Desde nuestra posición no se puede ver con claridad lo que ocurre, pero puedo apreciar que es una persona, concretamente parece un niño pequeño, rodeado de unas bestias enormes que jamás había visto.

Sin pensármelo dos veces salto al lado del pequeño mientras desenfundo mis katanas y empiezo a repartir cortes por todos lados. Consigo acabar con ellos fácilmente. Quizá puedan ser mortales para gente normal pero desde luego que para mí eran pan comido. Claro que después de haber luchado contra aquellos babuinos... Cualquier animal me resulta insignificante.

Te quiero, brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora